Mar 25.01.2011

EL MUNDO  › EL JEFE DE ESTADO PRESENTó LAS PRIORIDADES DE LA PRESIDENCIA FRANCESA DEL G-20

Sarko pide regular el sistema financiero

El presidente francés exhortó a regular el mercado de divisas, a elaborar nuevos indicadores a fin de evaluar los desequilibrios globales y a contar con instrumentos capaces de frenar el alza de los precios de las materias primas.

› Por Eduardo Febbro

Desde París

Bajo el lema “Respuestas globales para un mundo nuevo”, Nicolas Sarkozy presentó ayer las prioridades de la presidencia francesa del G-20. El mandatario expuso una serie de objetivos ambiciosos que no tardarán en chocar con la reticencia de algunos socios del G-20 y con las mismas contradicciones del sistema internacional. Como ya lo viene haciendo desde 2008, Sarkozy insistió en la necesidad de regular el sistema financiero internacional gracias, en especial, a un instrumento como el impuesto sobre las transacciones financieras. El presidente francés exhortó de una vez a regular el mercado de divisas, a elaborar nuevos indicadores a fin de evaluar los desequilibrios globales y expuso con énfasis la exigencia de contar con instrumentos capaces de frenar el alza de los precios de las materias primas e impedir también la especulación sobre los alimentos.

En lo concreto, Sarkozy dijo que Francia propondría un gravamen a las transacciones financieras. Se trata, dijo el presidente, de un “impuesto moral” y de un “impuesto útil para disuadir la especulación y eficaz para encontrar nuevos recursos para el desarrollo”. El mandatario también anheló que se instaurara un “código de conducta en materia de gestión de los flujos financieros” bajo la supervisión del FMI. El jefe del Estado indicó que deseaba ampliar el papel del Fondo Monetario Internacional. Sarkozy se preguntó si acaso el FMI no cumpliría “mejor su papel si se preocupara por los movimientos de capitales, por los desequilibrios financieros, las crisis bancarias, en vez de movilizarse para saber si este u otro país pobre no está incrementando demasiado el número de sus funcionarios”.

En un extenso pasaje de su intervención, Nicolas Sarkozy desarrolló la idea de frenar las especulación sobre los alimentos y evitar el alza de los precios de las materias primas. El presidente recordó datos suministrados por la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, según la cual los precios de los productos agrícolas llegaron y hasta superaron los porcentajes de 2008, los mismos que, en ese entonces, provocaron inestabilidad y revueltas sociales en varios puntos del planeta. “¿Cómo podemos explicar que queremos regular los mercados financieros y no el mercado de productos básicos?”, preguntó el mandatario. Sarkozy recalcó que si los países que tienen menos recursos pagan precios elevados por las materias primas, ello los condena a la pobreza y al hambre. La FAO, a partir de un promedio de los precios a la exportación de la carne, los productos lácteos, los cereales, aceites, grasas y azúcar, calculó que, en las últimas semanas, los precios superaron los de 2008. En apenas un año, el trigo subió un 80 por ciento y el maíz, 83 por ciento. La ola inflacionista de los alimentos no sólo golpea a los países pobres sino que también afecta profundamente a las clases menos afortunadas de la Unión Europea.

Por último, Sarkozy prometió la organización de encuentros paralelos en el seno del G-20. Por un lado, un foro con los “principales actores de la economía numérica” a fin de tratar el tema de Internet y, por el otro, una “cumbre social”. En este contexto, Sarkozy adelantó el principio de un “zócalo de protección social universal” entre los países del G-20. Combativo, a menudo con acentos de un hombre de izquierda, Sarkozy expuso muchos principios e ideas controvertidas en torno de las cuales, dijo, “la presidencia francesa debe hacer converger los intereses y reconciliar los antagonismos”. Sarkozy trazó los lineamientos de una apuesta difícil cuya realización depende en gran parte de actores antagónicos y poderosos que ya manifestaron innumerables veces su oposición a la regulación de los mercados o la existencia de un impuesto sobre las transacciones financieras internacionales. Resulta hoy difícil imaginar un “zócalo de protección social” con la Unión Europea, Estados Unidos y China.

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