EL MUNDO › UN PLAN PARA VOLVER A LA ENERGIA NUCLEAR
› Por Elena Llorente
Desde Roma
En todo el mundo serpentea el pánico de la catástrofe nuclear después de los efectos del maremoto sobre la central atómica de Fukushima, en Japón. Pero en Italia, la única de las grandes economías europeas que no se alimenta a energía nuclear desde 1990 y país de terremotos, el gobierno de Silvio Berlusconi insiste en que continuará con sus proyectos de relanzarla.
La ministra del Ambiente, Stefania Prestigiacomo, que hace dos días dijo que “los planes del gobierno no cambian” en cuanto al plan nuclear porque se trata de proyectos “modernísimos”, el martes tuvo que afinar la puntería. “El gobierno se preocupa por la independencia energética de Italia, pero antes que nada por la salud y la seguridad de sus ciudadanos”, dijo. “El gobierno no es ciego ni sordo respecto de las noticias que vienen de Tokio, es evidente que nuestra elección de volver a la energía nuclear exige nuevos análisis”, añadió. “Hay tiempo todavía para evaluar la validez de la opción nuclear para Italia”, señaló el ministro de Salud, Ferruccio Fazio. “Seguimos comprometidos con los planes nucleares de Italia”, dijo en Londres el máximo exponente del ENEL, el Ente Nacional de Electricidad de Italia.
La opción nuclear fue relanzada por el gobierno de Berlusconi en 2008, luego de la crisis económica y de los aumentos de gas y petróleo. La oposición de centroizquierda organizó algunas sentadas y manifestaciones ayer frente al Parlamento para protestar contra el proyecto nuclear, el cual, de todas maneras, será sometido a referéndum el 12 y 13 de junio. “Una aventura nuclear es equivocada y peligrosa y nosotros nos rebelamos con todas nuestras fuerzas”, dijo el líder de Izquierda, Ecología y Libertad, el ex comunista Nichi Vendola, mientras el Partido Democrático pide que el gobierno detenga el programa nuclear y profundice sobre las energías alternativas. Antonio Di Pietro, del partido Italia de los Valores, fue más lejos: “Mientras los mayores países europeos están revisando su posición, mientras las nuevas tecnologías hacen inútil el recurso a la energía nuclear, nuestro gobierno quiere construir 13 centrales. Hemos propuesto un referéndum y esperamos que los ciudadanos se expresen masivamente”.
Hoy se alimentan a energía nuclear en Europa las economías de Francia (con 58 de los 153 reactores europeos), Alemania, España, Suecia, Finlandia, Bélgica, Eslovaquia, República Checa, Suiza, entre otros. No la usan en cambio Polonia, Irlanda, Portugal, Noruega, Dinamarca, Austria, Italia, Grecia y Bulgaria.
Italia suprimió la energía nuclear, cerrando o “congelando” sus centrales, en 1990. El pueblo italiano, aun sabiendo que eso le costaría un aumento considerable en la boleta de la luz –parte de la energía eléctrica se importa de Francia y Eslovenia– y en otros insumos, como el gas –necesario también para producir electricidad–, en tres referéndum realizados en 1987 le cortó las alas al proyecto nuclear. Había entonces cinco centrales repartidas por el país, dos de ellas muy cerca de Roma. Un año antes había sucedido el desastre de la central atómica de Chernobyl. Los italianos lo recordaban muy bien. Mientras en Francia se decía que la nube cargada de radiaciones proveniente de Chernobyl no había llegado al corazón de Europa o se retaceaba información, los italianos corrían a vaciar –literalmente– los supermercados. Entre los muchos efectos que esa nube tuvo sobre Europa, algunos expertos aseguran que generó un aumento de individuos con enfermedades de tiroides.
Pese a que en la década del 60 Italia aparecía como el tercer productor mundial de energía nuclear después de Inglaterra y Estados Unidos, los italianos dijeron no a los planes nucleares con fuerza y claridad, aunque los referéndum curiosamente no interrogaban directamente sobre si estaban o no de acuerdo con la energía nuclear. El 80 por ciento de los votantes lo hizo en contra de algunas normas que permitían al Estado nacional –y no a los municipios– decidir sobre la localización de las centrales nucleares y sobre algunos fondos destinados a los municipios con centrales nucleares, así como a favor de la prohibición, para el Ente Nacional de Electricidad, de participar de acuerdos internacionales para la construcción o gestión de centrales nucleares en otros países.
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