EL MUNDO › LOS LEALES A KHADAFI SE RETIRARON 100 KILOMETROS TRAS DEVASTADORES BOMBARDEOS DE LOS ALIADOS
La situación finalmente se destrabó cuando la aviación occidental arrasó con los blindados y vehículos que les quedaban a los leales, que se retiraron hasta Breda. Sólo ahí pudieron hacer frente a los rebeldes.
› Por Kim Sengupta *
Las tropas de Muammar Khadafi fueron expulsadas ayer de Ajdabiya. La reconquista se produjo después de un día de constantes ataques aéreos por parte de los aviones occidentales que destruyeron lo que les quedaba de las fuerzas gubernamentales en el frente oriental. Al anochecer, el repliegue se había extendido unos 100 kilómetros hasta Brega. Los rebeldes que los venían persiguiendo tuvieron que detenerse a la entrada de esa ciudad, después de una serie de enfrentamientos con las fuerzas del régimen. Sin embargo, los restos de los tanques y del armamento mostraban que habían quedado hechas trizas las defensas leales.
Su retirada de Ajdabiya, después de seis días de persistente resistencia, indica que las tropas estarían perdiendo su voluntad de luchar contra los que ahora son, con el involucramiento de las fuerzas internacionales, sus temibles enemigos. Se vio a algunas unidades yendo hacia el desierto que está justo pasando Brega. En las rutas del sur y del oeste de la ciudad, se encuentran los cuerpos de los que no pudieron escapar. El domingo pasado, las tropas del coronel Khadafi no tomaron aparentemente ninguna medida para protegerse de lo que les iba a pasar. Las agarraron vulnerables desde el comienzo. Muchos soldados murieron quemados dentro de los tanques o de los vehículos blindados, o destrozados por las balas.
Ayer, los cuerpos quedaron desparramados más allá, como si los hombres esta vez sí se hubieran dado cuenta del terrible peligro y hubieran tratado de salir de sus vehículos para no ser atacados desde el aire. Algunos llegaron hasta la calle principal pero los misiles los alcanzaron. Dos hombres quedaron tendidos uno al lado del otro, agarrándose la mano, como buscando compañía en el último momento. Alrededor de ellos había otros, cortados a la mitad, decapitados.
A la gente de Ajdabiya se le sumaron curiosos de Benghazi y de otros puntos cercanos que se llegaron hasta el lugar para ver el panorama. Las familias llevaron a sus hijos. Algunos estaban en shock por lo que habían visto. Omar Eselmi cubrió el cuerpo de un muchacho con una sábana y le pidió a Alá que le diera paz. Su cara estaba helada por el pánico y el dolor. Pero minutos después, otros le sacaron la mortaja. Querían tomar fotos. Un hombre buscó en sus bolsillos y sacó algo de plata. Un grupo se paró mientras comía una caja de uvas que había encontrado en la mochila de un soldado muerto. Cerca, hallaron dos corpiños. “¿Qué significa esto?”, gritó uno mientras los agitaba por el aire. “Miren lo que estuvieron haciendo”, agregó otro. Dejaron los corpiños sobre uno de los cuerpos y volvieron a sacar fotos.
Unos residentes acusaron a los soldados de cometer violaciones masivas. No se encontró evidencia para avalar esa acusación. Pero no hay duda de que durante la ocupación el sufrimiento se multiplicó. La ciudad estuvo sin comida, agua o energía por más de una semana. Durante el bombardeo continuo, huyó más de la mitad de la población, que asciende a 135 mil personas. The Independent llegó el domingo hasta Ajdabiya a través de una ruta desértica. Allí, los residentes apelaron a su familiaridad y se valieron de los callejones y calles secundarias para tender emboscadas. Las tropas del régimen respondieron con sus armas aun en las áreas pobladas. Algunos informes dicen que el número de bajas puede estimarse en 100 y que los heridos superan los 300. Sin embargo, esos datos no pudieron ser corroborados.
Yunis Abdullah Khalili y su familia están entre los que decidieron quedarse. Un cohete entró por la pared del frente y mató al padre, Mohammed Yunis, de 68 años, y le causó heridas en el estómago a su hermano, Mohsin Abdullah, de 19 años. “Ninguno de nosotros estuvo involucrado en los combates. Nos habíamos quedado en casa porque teníamos miedo de salir”, contó. “No hubo provocación. Nos hicieron esto para darnos una lección. Nunca voy a perdonar a Khadafi por lo que nos hizo”, prometió Abdullah.
Qadir Mohammed no soportaba más ver sufrir a su mujer y a sus hijos por el hambre. Había agarrado su auto para ir a conseguir comida en Benghazi, cuando un disparo de mortero aterrizó en la calle principal. Vidrios y metales se clavaron en su cara. “Lloré y lloré cuando vi su cara. Estaba tan malherido que no dejé ni que sus hijos ni hijas lo vieran. Sólo recé para que Alá lo salvara”, dijo Fadila, su esposa. Lo llevaron hasta el hospital local pero no pudieron hacer mucho. “Tenemos muy pocos remedios y hasta faltan los tanques de oxígeno”, dijo el doctor Muswa Al-Majbari. “Hicimos lo que pudimos y lo derivamos. Queríamos mandarlo a Benghazi en ambulancia pero las calles estaban cortadas por los enfrentamientos. Por eso, lo tuvimos que mandar a Tobruk. Es un viaje largo. Desafortunadamente, murió en el camino”, reconoció el médico.
Los rebeldes desperdiciaron bala por bala mientras disparaban al aire para celebrar su triunfo. Muchos volvieron a Benghazi y dispararon por rabia su última bala. Pero, con el apoyo aéreo del Occidente y con un enemigo notablemente debilitado, quizás intenten avanzar hacia Trípoli. Las fuerzas rebeldes parecen haber aprendido algunas lecciones con respecto al domingo pasado, cuando estaban demasiado preocupadas en fotografiarse entre las ruinas. Hashim Nistri, un ingeniero, reconoció: “Cometimos errores. No podemos hacer demasiado sin la ayuda extranjera. Pero ojalá que esta vez podamos avanzar”.
Mientras tanto, los líderes extranjeros siguen discutiendo los pormenores de la intervención. El presidente Barack Obama dijo ayer por radio: “Hoy puedo decir que gracias a nuestros valientes hombres y mujeres de uniforme tuvimos un gran progreso”. Las autoridades libias muestran la otra cara de la moneda. El vicecanciller libio, Khalid Kaim, reconoció que las tropas del gobierno realizaron una “retirada táctica”. El funcionario volvió a apuntar contra la OTAN y las Naciones Unidas por prestar apoyo aéreo a los rebeldes, en vez de proteger a los civiles o de establecer una zona de exclusión aérea. También volvió a denunciar que las potencias mataron a docenas de libios. A última hora del viernes, el Ministerio de Salud había dicho que los muertos superaban los 100.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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