Dom 27.03.2011

EL MUNDO  › UNA MUJER DENUNCIO QUE LA POLICIA LA HABIA VIOLADO DURANTE UN ARRESTO

La cara más oscura de la represión libia

› Por Donald Macintyre *

Ayer apareció una muestra terrible de la espantosa cara de la policía estatal de Muammar Khadafi. Una destrozada mujer libia denunció haber sido violada por militares. Los agentes de seguridad la subieron a un auto después de una pelea en la que dos periodistas resultaron atacados y les rompieron su cámara. Antes de que se la llevaran, la mujer gritó: “Dicen que me llevan al hospital, pero me están llevando a la cárcel”.

La mujer, Eman al Obaidi, se metió en el restorán de un hotel, donde estaban muchos periodistas sentados. Se levantó la pollera y mostró los moretones y los desgarros que tenía en su muslo derecho. Gritó que eran obra de los leales a Khadafi. El personal del hotel, junto con los agentes de seguridad, intentaron callar, como fuera, a la mujer. Como no lo lograron, la llevaron hasta una mesa y los periodistas se le acercaron. Les dijo que la habían arrestado en un control de Trípoli porque ella es de Benghazi. “Me insultaron y me filmaron”, relató. “Estaba sola y atada. Defecaron y orinaron sobre mí”, prosiguió con su relato del horror.

Mirando a los trabajadores del hotel, a los hombres de seguridad y a los periodistas, aulló y lloró: “Sigan diciendo que somos todos libios pero vean lo que me hicieron los hombres de Khadafi. Tan pronto como haya terminado, me van a mandar a la cárcel. Me violaron. No tengo miedo de nada. Me van a encerrar inmediatamente después de esto. Miren mi cara. Miren mi cuerpo. Todo mi cuerpo está lleno de moretones”.

Una camarera levantó un cuchillo y amenazó a la mujer: “Eres una traidora. ¿Cómo te atreves a decir eso?”. Un periodista, Charles Clover, un estadounidense que trabaja para el Financial Times, se interpuso para proteger a la mujer, pero lo tiraron al piso y lo rodearon para sacarle su teléfono celular. Los testigos cuentan que lo patearon. A otro periodista, Jonathan Miller del Canal 4, le dieron un puñetazo. Los agentes de seguridad destruyeron una cámara de la CNN y le sacaron dos tarjetas de memoria al equipo de esa cadena televisiva.

Mientras intentaban detener a Al Obaidi, ella saltaba de mesa en mesa para escapar de sus perseguidores. Lograron sacarla hasta la terraza, mientras los mozos corrían las cortinas para que nadie pudiera seguir el espectáculo. Sin embargo, se la pudo ver conversando con una empleada del hotel. Justo allí gritó que había sido violada por quince hombres. La sacaron del hotel y la subieron a un auto mientras los periodistas protestaban.

No hubo forma de verificar inmediatamente las denuncias de la mujer, pero siguió jurando que eran ciertas, aun en presencia de los agresivos oficiales de seguridad. Si bien estaba visiblemente alterada, no había ninguna evidencia de que, como decían los funcionarios libios, estuviera alcoholizada. Un vocero gubernamental, Moussa Ibrahim, dijo que la mujer iba a ser interrogada acerca de los supuestos abusos. Después de los insistentes pedidos de la prensa, el portavoz dijo que esperaba que los corresponsales pudieran entrevistarla. El incidente se sumó a la pérdida de credibilidad del régimen en lo que respecta a sus pronunciamientos públicos, entre los que se cuenta la denuncia de que cerca de 100 civiles fueron asesinados por las bombas y misiles de la coalición.

Q De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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