Desde Santiago

Con la renuncia ayer de la ministra de Vivienda, Magdalena Matte, ya son cinco los secretarios de Estado que, por su gusto o no, han sido sacados del gabinete original designado por el presidente de Chile, Sebastián Piñera –al cual calificó de “excelencia”– cuando se convirtió en el principal inquilino de La Moneda.

La dimisión de Matte –ingeniera, heredera de un apellido de la más rancia tradición republicana chilena, con presidentes y parlamentarios incluidos– se suma a la renuncia a principios de mes de la intendenta de la Región del Bío-Bío, Jacqueline Van Rysselberghe, para frenar una acusación constitucional en su contra por irregularidades en la entrega de subsidios habitacionales para los afectados por el terremoto.

Sin duda, dos bajas duras para Piñera, que no sólo golpearon el mote de “la nueva forma de gobernar” que le adjudicó a su “team” de estrellas; sino que son un duro mazazo a la parte más sensible de La Moneda: las encuestas. Esto porque en ambos casos hubo confusión y poca transparencia en el accionar de las autoridades, sumado a problemas con la celeridad de la reconstrucción del país.

A grandes rasgos, el caso de la ex ministra Matte, denominado Kodama, es el siguiente. En 2006, la empresa Kodama se adjudicó un contrato para la construcción de un corredor del Transantiago (la polémica red vial capitalina). Tras diversos problemas para la ejecución del proyecto, la firma demandó al Ministerio de Vivienda por sobrecostos en obras adicionales. Internamente, la cartera y la empresa llegaron a un acuerdo millonario por 17 mil millones de pesos chilenos (unos 35 millones de dólares) para frenar dicha demanda cuyo monto asciende a los 40 mil millones de pesos chilenos. Esta situación en un principio fue autorizada por Matte, pero que después revocó, entregando los antecedentes a la Justicia que inició las investigaciones de un proceso a todas luces irregular con más cara de fraude al fisco que error de procedimiento.

A ello se sumó una investigación de la Contraloría General de la República al proceso en el cual Matte declaró el lunes. Sin embargo, la presión política de la oposición y la opinión pública pudo más.

Sin esperar la resolución de la Contraloría, Magdalena Matte se reunió ayer con Piñera y luego llamó a la prensa. Flanqueada por buena parte del gabinete y parlamentarios de derecha, que llegaron al céntrico ministerio a respaldarla, confirmó lo que se venía rumoreando hace días: su salida “indeclinable” de la cartera.

“Las cosas no han sido fáciles. Asumiré la responsabilidad política, sé que esta actitud no es usual (en la política), pero quiero dar un testimonio de humildad, convicción y corrección, así contribuyo a la unidad de Chile y evito un conflicto político innecesario.” “Efectúo un aporte para que las energías y prioridades de los líderes políticos y autoridades se pongan en el objetivo de servir a los damnificados y a quienes esperan una vivienda, y no en conflictos políticos subalternos.”

Para La Moneda es el mal menor, toda vez que el caso amenazaba con convertirse en una nueva piedra en el zapato para el gobierno y la alianza de derecha, dada la presentación por parte de la Concertación de una comisión investigadora y la querella interpuesta por la bancada de diputados del Partido Socialista.

Conocida la noticia, los dirigentes de la oposición valoraron la renuncia. El presidente del PS, Osvaldo Andrade, dijo que “esta decisión habla bien de la ministra, pero también es una expresión más de la incompetencia del sector público en este gobierno”.

El senador Alejandro Navarro (MAS), quien denunció las irregularidades, destacó que “ha actuado de buena fe, ha cometido un error y no ha tenido temor a asumir la responsabilidad política. No ha buscado el blindaje. Ha habido dignidad en la renuncia, aunque no elimina su responsabilidad”.

A media tarde, Sebastián Piñera tomó juramento al nuevo ministro de Vivienda, Rodrigo Pérez Mackenna, frente a todos los secretarios de Estado presentes en el Salón Montt Varas de La Moneda, en un gesto de unidad férrea, al menos ante las cámaras.

Y, como suele suceder en estos casos, Piñera le agradeció “profundamente el compromiso, la dedicación, el esfuerzo y la lealtad que puso en el cumplimiento de sus funciones, su compromiso personal y la nobleza con que ejerció el cargo y la nobleza con que dejó de ejercer su cargo”. Era que no.