EL MUNDO › UN VOCERO DEL GOBIERNO AFIRMO QUE EL PRESIDENTE RENUNCIA EN UN MES Y HABRA ELECCIONES
Los mensajes son confusos, como cuando se negocia una salida, pero el vocero presidencial dijo que Saleh aceptó el plan de los emiratos para dejar la presidencia a cambio de no ser procesado por la represión.
Después de tres meses de protestas, el presidente de Yemen, Ali Abdala Saleh, aceptó un plan para dejar el poder. A cambio, conseguirá inmunidad para él y sus altos funcionarios. El partido del gobierno informó a través de su portavoz, Tariq Shami, que aceptaba la propuesta del Consejo de Cooperación para los Estados Arabes del Golfo que estipula que Saleh renuncie en un plazo de un mes, según informó la cadena Al Jazeera.
El plan exige la conformación de un gobierno de transición liderado por los opositores y prevé la realización de elecciones en un plazo de dos meses. El poder que ejerce Saleh desde hace 32 años recaería en la transición de un mes entre la renuncia y las elecciones en su vicepresidente Abd Rabbo Mansur Hadi.
El portavoz gubernamental dijo que el presidente aceptó la propuesta, pero planteó la condición de que la oposición debe aprobar primero el acuerdo. Y, como para echar un poco de confusión al asunto, agregó que el traspaso de mando podría llevar un tiempo. “La transición del poder en Yemen tomará algún tiempo. Necesita un acuerdo entre los poderes nacionales y la oposición al mismo tiempo. Esto ocurrirá en un plazo de 60 días si tenemos un acuerdo”, dijo Shami a la cadena árabe.
Poco antes, la oposición parlamentaria yemení anunció que aceptaba la propuesta, excepto una medida que prevé la formación, con su participación, de un gobierno de unión nacional. “La iniciativa es positiva y la aceptamos con excepción de la formación de un gobierno de unión nacional porque rechazamos servir bajo la autoridad de Saleh y de prestar juramento ante él”, dijo el portavoz de la oposición, Mohamed Gahtan. Sin embargo, Tariq Shami confió en que los opositores comenzarían las negociaciones.
Para salir de la crisis política, el Consejo de Cooperación del Golfo propuso la creación de un gobierno de unidad, con un traspaso de las prerrogativas del jefe de Estado al vicepresidente, así como el fin de las manifestaciones, que han subido en intensidad en las últimas semanas.
La Casa Blanca celebró que el partido en el poder en Yemen y la oposición aceptaran el plan para superar la crisis .“Aplaudimos los anuncios del gobierno yemení y de la oposición de que aceptaron la iniciativa del CCG (Consejo de Cooperación del Golfo) para resolver la crisis de una forma pacífica y ordenada”, señaló el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, en un comunicado.
Pero las contradicciones continuaron. Ayer mismo, Saleh acusó a la oposición de llevar al país al borde de la guerra civil, en una jornada en la que los manifestantes volvieron a tomar las calles para pedir su renuncia. En un discurso retransmitido por televisión, dijo que la coalición “quiere causar un derramamiento de sangre y empujar al país a la guerra civil, lo que no interesa ni a Yemen ni a la región”.
La situación en este país, que tiene una estructura social tribal y un estilo de político acorde, es cada vez más caótica. Si bien la huelga general de ayer tuvo un acatamiento desigual, tres meses después de que empezaran las protestas el país está paralizado, los ministerios no funcionan y empieza a haber problemas de abastecimiento graves. En la ciudad portuaria de Adén, la población respondió a los llamamientos a la desobediencia civil con numerosos comercios cerrados y el paro del transporte público. Residentes en las provincias de Abyan y Lahj se sumaron por primera vez a las manifestaciones.
Muchos analistas consideran que el presidente Saleh ha perdido a gran velocidad el control de Yemen mientras prosiguen las protestas. La acción represora de las fuerzas del orden ya ha provocado más de un centenar de muertes, sin resultados políticos aparentes. Además de los reclamos de apertura política que recorren Medio Oriente, Yemen enfrenta un movimiento secesionista en el sur –que fue por años una república independiente–, una rebelión chiíta en el norte y un resurgimiento de Al Qaida.
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