El gobierno de Bashar al Assad continuó la ola de detenciones de dirigentes opositores que reclamaron en una nueva jornada de protesta la renuncia del mandatario y la aplicación de cambios políticos en el país. En ese marco, cuatro personas murieron y varias resultaron heridas ayer, producto de los intentos de las fuerzas de seguridad en Jable, cerca de Latakia (noroeste), por repeler a la multitud que se volcó nuevamente a las calles. Por su parte, el gobierno condenó los reclamos callejeros y dijo que los efectivos policiales y militares son blanco de ataques de bandas criminales.

Con estas cuatro muertes, denunciadas por un vocero del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, el balance de víctimas desde el inicio del movimiento de contestación el 15 de marzo se eleva a 352 fallecidos. Según el organismo, la ola de violencia se desató en la ciudad luego de la visita del nuevo gobernador de la región. Tras su marcha, la policía cercó la ciudad y comenzó a disparar. Poco después del anuncio de las muertes en Jable, unos tres mil habitantes de Banias, ciudad situada a unos 50 km de Latakia, organizaron en solidaridad una sentada en la autopista que une Latakia con Damasco. El Comité de Defensa de las Libertades y Derechos Humanos aseguró que sólo durante el último fin de semana murieron más de 120 personas.

Mientras las protestas no culminan, el régimen sigue reprimiendo las manifestaciones pese a sus promesas de reformas. Los servicios de seguridad se desplazaron hasta varias ciudades de Siria para detener las movilizaciones, operativos en los que realizaron decenas de arrestos. No obstante, las autoridades liberaron ayer al presidente del Comité de Defensa de las Libertades y Derechos Humanos, Daniel Saud, que había sido detenido el sábado en su casa, en la ciudad de Banias.