EL MUNDO › WASHINGTON NO MOSTRó IMáGENES DEL CADáVER DE BIN LADEN E HIZO DESAPARECER EL CUERPO
Según las autoridades norteamericanas, se le hicieron al cuerpo todas las pruebas de ADN para confirmar su identidad. Se indicó además que se inhumó el cuerpo como plantean los preceptos religiosos musulmanes.
Horas después del autobombo por hacer del mundo un lugar más seguro y de festejar el haber matado al hombre supuestamente más peligroso de la historia, Osama bin Laden, Estados Unidos comenzó a difundir con cuentagotas la información sobre el operativo que acabó con la vida del líder de la red Al Qaida. No hay imágenes que certifiquen ninguno de los detalles que, de a poco, arman el rompecabezas de la cacería estadounidense, pero la historia existe: dos helicópteros de una fuerza de elite de Estados Unidos bombardearon la fortaleza paquistaní en la que el ideólogo de los atentados a las Torres Gemelas, a la estación madrileña de trenes de Atocha y al subte en Londres estaba escondido y lo asesinaron de un tiro en la cabeza.
“Los minutos pasaron como días”, “uno de los momentos de más ansiedad en mi vida”, “mucha tensión, mucha gente contuvo la respiración”. Tales las expresiones con las que el consejero para la lucha antiterrorista de la Casa Blanca, John Brennan, describió el momento en el que contempló, junto al presidente Barack Obama, por televisión y desde una oficina en la casa de gobierno estadounidense, el operativo final de la cacería a Osama bin Laden. Probablemente, la mejor película que ambos hayan visto en su vida. El ataque al escondite de Bin Laden fue la embestida final de una batalla que empezó hace casi una década, cuando un operativo de Al Qaida, una red musulmana cuyo cerebro era el jeque asesinado, hizo polvo el corazón financiero de Nueva York y enterró debajo de los escombros a alrededor de tres mil personas.
Según el diario británico The Independent, el ataque aéreo sobre el escondite paquistaní fue la culminación de un trabajo de hormiga. Primero, la Agencia Central de Inteligencia estadounidense confirmó el lugar donde se alojaba Bin Laden a través de un extenso seguimiento a uno de los mensajeros del cerebro de Al Qaida. Según fuentes que exigieron ser mantenidas en el anonimato, la CIA obtuvo el nombre de ese mensajero gracias a las torturas a varios presos en la cárcel de Guantánamo, el centro de detención que Washington mantiene de manera ilegal en Cuba.
Tras monitorear durante meses al hombre y los movimientos del lugar donde vive junto con su hermano, un recinto en la exclusiva localidad militar de Abbottabad, al norte de Islamabad, la capital de Pakistán, los agentes empezaron a tejer la posibilidad de que Bin Laden viviera en ese mismo sitio. La versión se confirmó en febrero, cuando comenzó el diseño minucioso del bombardeo final. El viernes, el presidente estadounidense dio la orden: matar a Bin Laden.
“Yo creo que se trata de uno de los momentos de más ansiedad en la vida de la gente que estaba reunida aquí ayer”, apuntó Brennan en una animada conferencia de prensa en la Casa Blanca. Hablaba de los 40 minutos de disparos continuos sobre la residencia en Abbottabad que presenció televisión mediante, y que acabaron con la vida del líder de Al Qaida.
El viernes y bajo la orden de Obama, entonces, dos helicópteros Chinook descendieron en medio de la oscuridad con dos decenas de hombres de elite de la tropa Seal, fuerza de elite de la marina estadounidense. Una de las naves sufrió un desperfecto técnico, pero igualmente la misión siguió su marcha. La secuencia de las naves en el cielo anochecido de Abbottabad fue la que presenció en directo un joven paquistaní, vecino de la residencia del número uno de Al Qaida, y que, entre asombrado y confundido, twitteó en vivo y en directo.
Sigiloso y perfectamente coordinado cual película hollywoodense, el batallón, munido con gafas de visión nocturna, descendió de los helicópteros suspendidos en el aire y pisaron los terrenos de alrededor de la residencia. Paredes de tres metros de alto rodean al edificio, de tres pisos y perfectamente hermético –no cuenta con ventanas ni conexión a internet o telefónica, por ejemplo–.
Entonces, comenzó el ataque. Brennan aseguró, sin brindar demasiados detalles, que Bin Laden resistió el asalto, pero que de todas maneras fue asesinado. Oficiales aseguraron que además de Bin Laden, una de sus mujeres, uno de sus hijos y otros dos hombres también murieron. Brennan detalló que el cuerpo de la mujer estaba ubicado de tal manera en la escena final que “había sido usada de escudo”. Las tropas estadounidenses no sufrieron bajas.
“Fue claramente un momento de mucha tensión, mucha gente sostuvo su respiración –relató–. Cuando finalmente fuimos informados de que nuestros hombres pudieron ingresar a la vivienda y encontrar a un individuo que ellos creían era Bin Laden, hubo un tremendo alivio”, narró.
Tras la operación, los soldados abandonaron el lugar en helicóptero, con el cadáver a cuestas. Pero en vez de guardarlo como prueba para mostrarle al mundo su victoria ante el terrorismo más violento, las mismas fuerzas le habrían brindado una ceremonia funeraria religiosa según la tradición musulmana. A bordo de un portaaviones sobre el mar Arábigo, los militares despidieron a Bin Laden. “Se siguieron los procedimientos tradicionales islámicos de inhumación. El cuerpo fue lavado y puesto en un manto blanco y luego colocado en una bolsa de plástico con un lastre”, detalló un militar que formó parte del operativo.
Las malas lenguas, citadas por The Independent, sostuvieron que la decisión de sumergir el cuerpo rápidamente fue tomada con el objetivo de evitar que cualquier sitio en la tierra se convierta en una especie de lugar santo, que permanecería repleto de seguidores del líder de Al Qaida. Si los restos del hombre al que Estados Unidos convirtió en símbolo del Medio Oriente violento y terrorista no reposaran en el fondo del mar, el cuerpo sería una prueba infalible de que efectivamente fue asesinado. Aunque, probablemente, la bala que impactó en su cabeza haya desfigurado el rostro de Bin Laden demasiado como para poder ser reconocido.
Con o sin cuerpo, las palabras del presidente de Estados Unidos no generaron desconfianzas. El domingo a la noche, el mundo entero supo por la propia voz de un Obama orgulloso que Bin Laden es historia. Recién un día después –ayer a la tarde–, llegó la primera información científica sobre el asunto: la confirmación de las pruebas de ADN llevadas a cabo sobre la víctima por personal de la CIA confirmaban en un ciento por ciento la compatibilidad con los datos genéticos que esa agencia guardó del líder de Al Qaida.
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