La cosa está pasando de castaño a oscuro para Estados Unidos y es agua para el molino del presidente colombiano Alvaro Uribe, que encabeza una campaña internacional para que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) queden consideradas como “terroristas”. Ayer se cumplió una semana de la desaparición de tres norteamericanos en un avión que se estrelló en una región controlada por esa guerrilla (un estadounidense y un colombiano ya fueron hallados con disparos en la cabeza). Un grupo de congresistas de Estados Unidos llegó ayer a Bogotá para evaluar la colaboración de su país con el gobierno y el representante Tom Davis declaró que “no hay dudas de que habrá una retaliación muy fuerte”. Por su parte, la Casa Blanca se manifestó “indignada por el hecho”.
El portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Richard Boucher, dijo que “tenemos información creíble de que los tripulantes de la nave están en manos de la organización terrorista de las FARC. Aquellos que los tienen cautivos son responsables de su seguridad y bienestar, y demandamos su entrega inmediata, sanos y salvos”. La búsqueda de los tres desaparecidos comenzó el fin de semana con unos 3 mil militares colombianos con apoyo de agentes del FBI. El ejército colombiano fijó una recompensa de 342 mil dólares para quien suministre información que conduzca al paradero de los tres estadounidenses y lanzó 500 mil en la región de Caquetá, donde cayó el avión, informando de esta recompensa. La embajada de Estados Unidos en Bogotá solicitó el martes a una comisión de acercamiento, creada por el gobierno colombiano para el caso de los secuestrados, que medie ante las FARC para conseguir la liberación de sus ciudadanos.