EL MUNDO › EL DEMOCRATA SUBIO SU IMAGEN EN ROPA INTERIOR Y TUVO CIBERCONTACTOS
› Por Rupert Cornwell *
Desde Washington
Para el inmenso alivio de los demócratas, el congresista Anthony Weiner renunció, poniendo fin al escabroso escándalo sexista que lo convirtió en el hazmerreír nacional y en una distracción que estaba dañando las esperanzas del partido de recuperar terreno en el Capitolio. Después de dos semanas de intensa presión de los principales demócratas, Weiner dimitió ayer por la tarde. Habló de su posición con su mujer, Huma Abedin, una cercana asesora de Hillary Clinton, quien acababa de regresar de una visita oficial a Africa con la secretaria de Estado.
La gota de agua, sin embargo, pudo haber sido la revelación de una atrevida correspondencia de correo electrónico entre el congresista y Ginger Lee, una bailarina de un club nocturno y ex actriz porno, en la que él mandaba fotos invitando a Lee a admirar sus partes pudendas, quejándose en un momento en que “no le estás dando a mi paquete el debido crédito”.
El miércoles a la tarde, en otra de las conferencias de prensa estilo circo que han marcado el affaire, Lee afirmó que Weiner la había llamado el 2 de junio, unos pocos días después de que el escándalo se hiciera público, diciéndole que mintiera sobre los correos electrónicos e instruyéndola sobre cómo manejar las preguntas de los medios.
Aun antes de eso, sus colegas lo habían abandonado. Los líderes demócratas del Capitolio habían renegado de él, estaba por comenzar una investigación de ética en la Cámara y el presidente Obama había declarado que si él estuviera en la posición de Weiner renunciaría.
Considerado por muchos como talentoso pero arrogante, el desenvuelto y combativo congresista de Nueva York parece tener pocos amigos. Y el momento elegido para su escándalo fue un desastre para el partido, justo cuando los demócratas se estaban beneficiando de los impopulares planes de los republicanos para efectivamente privatizar Medicare, el programa federal de salud para los mayores.
La controversia de Medicare fue olvidada cuando la crisis de Weiner se convirtió en el tema Nº 1 en la noticias políticas y el circuito de chismes. Fue también un rico tema de chistes en los talk shows –además porque su sobrenombre es la palabra en la jerga adolescente para el órgano sexual masculino–. La historia adquirió una dimensión patética cuando se supo que su mujer estaba embarazada del primer hijo de la pareja.
Sin embargo, hasta ayer parecía determinado a sobrellevar la tormenta, anunciando que se tomaría dos semanas de licencia de su trabajo para buscar un tratamiento psiquiátrico para sus problemas. Pero cada intento por mantener su posición era superada por nuevas revelaciones, algunas de ellas confirmando lo que previamente había negado.
El asunto llegó a los titulares hace tres semanas, después de que Weiner equivocadamente subió a Twitter una foto en primer plano de él en calzoncillos. Al principio dijo que su correo había sido burlado, pero un sitio web de derecha reveló que había tenido correspondencia con varias mujeres. Confesó, pero insistió en que nunca estuvo involucrado en adulterio físico y en este punto una nueva foto surgió sobre sus partes privadas, ésta sólo para adultos.
El caso de Weiner, y sus conexiones con los Clinton, uno de los nombres más importantes de su partido, golpeó algunos nervios sensibles para los demócratas. Bill Clinton asistió al casamiento de Weiner –él judío y su mujer musulmana– y se dice que el congresista llamó al ex presidente para disculparse, lo que provocó que un conductor de televisión exclamara: ¿De qué tiene que disculparse? ¿Violación de copyright?
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.(Versión para móviles / versión de escritorio)
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