EL MUNDO › CON UNA VOTACIóN DE úLTIMO MOMENTO, DEMóCRATAS Y REPUBLICANOS ALCANZARON UN COMPROMISO A HORAS DEL PLAZO
Los demócratas y los republicanos lograron reunir 74 senadores para aprobar la ley que eleva el piso de endeudamiento del país y que ya había sido votada por los diputados. Los ricos salvaron sus recortes impositivos.
Una película no apta para cardíacos culminó ayer en Estados Unidos. Con el dramatismo de las últimas negociaciones, en el minuto final y bajo la amenaza latente de que esa economía podía caer en cesación de pagos si no se aprobaba la ampliación del techo de endeudamiento, la Cámara alta salió a apoyar la ley que evita el primer default de la historia norteamericana: 74 legisladores dieron su respaldo al proyecto que el presidente Barack Obama venía impulsando y esperaba ver convertido en ley para evitar el colapso económico. Otros 26 senadores le dieron la espalda a la iniciativa consensuada el fin de semana entre republicanos y demócratas que el lunes obtuvo la media sanción de la Cámara de los Representantes, en otra agónica votación. Obama no demoró en promulgar la ley tras ser aprobada por el Senado. De este modo, se dio fin a semanas de incertidumbre que pesaban sobre la capacidad de pago de Estados Unidos y que también recorrió los mercados internacionales, que ayer volvieron a desplomarse pese al acuerdo alcanzado. A partir de este acuerdo, el techo de la deuda aumentará en 2,4 billones de dólares por sobre los 14,3 billones existentes, en dos tramos, en un plazo que alcanza hasta noviembre de 2012.
Así concluyeron semanas de pugnas políticas en Washington y se evaporó el fantasma de un cese de pagos sin precedentes en la historia norteamericana. “Es importante que aprendamos a vivir a la medida de nuestros medios”, dijo Obama desde el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, minutos después de la votación en el Senado. Sin demorar un instante, Obama promulgó un acuerdo que nadie apoya por completo ni satisface mucho a ningún partido, pero que fue considerado imprescindible para eliminar la amenaza de la bancarrota que pesaba sobre Estados Unidos. Antes de que la votación en el Senado comenzara, Mitch McConnell, líder de la minoría republicana, admitió que el pacto no le agradaba mucho y repartió culpas entre el presidente y el Partido Demócrata por los entredichos generados al calor del debate por el aumento de la deuda. La propuesta de nuevos impuestos fue puesta en cuestión por los republicanos. Si bien el acuerdo prevé reducciones de gastos en el gobierno, pero no aumento de impuestos, el presidente norteamericano no descartó que a largo plazo se necesite un enfoque equilibrado que podría incluir una reforma del código impositivo para que los más ricos paguen su contribución. “No podemos equilibrar el presupuesto pisando en la espalda a quienes han soportado lo peor de esta recesión: trabajadores, estudiantes y ancianos”, advirtió Obama cuando adelantó que, en los próximos meses, seguirá luchando por nuevos empleos, sueldos más altos y un crecimiento más rápido de la economía.
El líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, no se quedó atrás y acusó al Partido Republicano de haberse ajustado a la intransigencia del Tea Party, su ala derecha, que insistió hasta último momento en la necesidad de recortar el gasto público a toda costa. En los términos del acuerdo, la autorización de endeudamiento sufrirá un incremento inmediato de 900.000 millones de dólares, mientras que 1,5 billón se añadirán el año próximo. De esta manera, Obama tuvo éxito en su estrategia para conseguir que el tema no vuelva a aparecer en la puja legislativa hasta después de las elecciones presidenciales que tendrán lugar en noviembre de 2012, donde se espera que el mandatario busque la reelección.
Como contrapartida a la ley de salvataje, se aplicará un fuerte plan de ajuste que garantiza la reducción del gasto en al menos 2,1 billones de dólares para los próximos diez años. Y se aplicarán recortes que sumarán casi un billón de dólares, mientras se conformará un comité bicameral y bipartidista que tiene plazo hasta fin de año para identificar otras áreas del gobierno susceptibles de ser recortadas. Aquí se espera eliminar gastos por 1,2 billón de dólares del déficit federal. El arreglo, que no incluye impuestos a los más ricos y sí posibles recortes a programas sociales como Medicare, decepcionó profundamente al sector más progresista del Partido Demócrata, que respaldó a Obama cuando en 2008 se alzó con la presidencia bajo consignas que sedujeron a los votantes independientes: “Cambio” y “Sí podemos”.
En el otro extremo, la decepción alcanza también a los legisladores del Tea Party, que habían jurado literalmente que no votarían por un aumento de la deuda. En este caso, ese sector de derecha señala a los dirigentes republicanos que apoyaron ese incremento sin haberse asegurado recortes drásticos en el gasto del gobierno. La ley enfrentó claramente a Obama con el sector de los legisladores opositores que responden a ese movimiento ultraconservador. La mayor parte de la medida se negoció en términos que incluían la exigencia de que cualquier aumento en la capacidad de endeudamiento del país se acompañara de un recorte proporcional del gasto público.
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