EL MUNDO › QUERELLAN AL MINISTRO DEL INTERIOR CHILENO POR LA AGRESIóN A LOS ESTUDIANTES
Los dirigentes estudiantiles confirmaron ayer su rechazo oficial a la última propuesta educativa que el gobierno presentó el lunes pasado. Llueven críticas sobre la administración de Piñera y crece la protesta social.
› Por Christian Palma
Desde Santiago
Las repercusiones del día después de las duras protestas estudiantiles del jueves siguieron ayer empañando la imagen de un gobierno que, además, vio eclipsada una de las actividades que más réditos políticos le había dado con anterioridad: el rescate de los 33 mineros de Atacama.
Los dirigentes estudiantiles confirmaron ayer su rechazo oficial a la última propuesta educativa del gobierno, que les entregó el lunes pasado el ministro de la cartera, Felipe Bulnes. La negativa fue unánime por los estudiantes universitarios, agrupados en la Confech, los secundarios (Cones) y el Colegio de Profesores.
Tras encabezar la ceremonia por la conmemoración del accidente en la mina San José, en Copiapó, al norte de Chile, Piñera fue abucheado y tuvo que soportar gritos a favor de una educación gratis antes, durante y después de la ceremonia. “Como gobierno tenemos muy claro nuestro compromiso con los estudiantes y sabemos que los estudiantes son el futuro de nuestro país, pero también tenemos muy claro nuestro compromiso con todos y cada uno de los 17 millones de chilenos que yo siento que quieren paz y no guerra, quieren unidad y no división, quieren diálogo y no intransigencia, quieren acuerdos y no enfrentamientos”, sostuvo Piñera en su primera aparición pública después de la represión.
Otro de los coletazos del jueves fue la querella interpuesta contra el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, por el accionar policial durante la marcha no autorizada. La acción la llevaron adelante la presidenta de la Confech, Camila Vallejo, y el diputado Hugo Gutiérrez, ambos comunistas, junto a miembros de la Agrupación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos.
Junto a ellos, Amnistía Internacional también se sumó a las críticas contra los métodos policiales que se utilizaron para impedir las marchas estudiantiles, lo que derivó en graves disturbios y casi 800 detenidos en todo el país.
Los rectores de las universidades tuvieron el mismo gesto. Tras una reunión anoche con el ministro de Educación Bulnes, los planteles tradicionales condenaron el accionar de la policía. “Creemos que se debió abordar (las protestas) de manera más adecuada, por lo que rechazamos la forma en que se reprimió a nuestros estudiantes”, dijo el rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez. Los rostros de las autoridades estudiantiles no dieron a entender el esperado optimismo de la cita. Las autoridades académicas son la instancia con la que el ex ministro de Educación Joaquín Lavín logró un primer acercamiento que, incluso, sembró dudas en el movimiento estudiantil, que recordó la forma en que la “revolución pingüina” fue silenciada con reuniones entre cuatro paredes en que la clase política logró “echar por tierra las mismas demandas que hoy enarbolan los estudiantes a lo largo del país”.
Las tomas comenzaron a principios de junio, cuando los liceos más emblemáticos de Santiago decidieron tomar los colegios reclamando por mejoras en la infraestructura dañada por el terremoto, la gratuidad del transporte escolar, igualdad y equidad entre enseñanza pública y privada y cambios a la Constitución para asegurar la calidad del sistema. Luego se plegaron las universidades tradicionales y más tarde el Colegio de Profesores, dando más fuerza a un movimiento similar al que tuvo en jaque al gobierno del Michelle Bachelet en 2006.
Ahora, con un gobierno de derecha y un presidente que cada vez desciende más en las encuestas, la palabra dada por él mismo, “este año será el de la educación”, fue cobrada por los alumnos. Tras dos meses de tomas, paros y marchas masivas por las calles, la caída del ex ministro de Educación, el líder del partido de ultraderecha UDI, Joaquín Lavín, y dos propuestas para intentar dar una solución al conflicto, sólo recibieron un portazo, pues a juicio de los líderes secundarios y universitarios, el trato igualitario y el fin del sobreendeudamiento –en la enseñanza de un país donde la educación es buena para quienes pueden pagarla y mediocre para los que no–, no se resuelve con los anuncios de Sebastián Piñera y su equipo. Y menos aceptan que sea herencia de la dictadura.
La negativa del jueves de las autoridades a dos marchas por Santiago encendió más los ánimos y gatilló una de las jornadas más violentas desde que se iniciaron las protestas el pasado 6 de junio. Logró además que la ciudadanía rememorara los “cacerolazos” de los ochenta, cuando la mayoría de los chilenos protestaba contra el dictador. Ahora la rabia es contra otros, aunque son los mismos que aparecen en fotos añejas al lado de Pinochet.
“Esta es la primera jornada de protesta nacional contra Piñera”, sintetizó el Premio Nacional de Historia, Gabriel Salazar, al reflexionar sobre la jornada. Y es que no sólo los pingüinos y universitarios se han sumado al descontento social, también reclaman los trabajadores de la minería, los estafados por las grandes tiendas comerciales, los transportistas, ecologistas, homosexuales, jubilados y un sinfín de anónimos que se sienten estafados por un gobierno ofrecido como de “excelencia”, pero que no puede sintonizar con la gente, sino que más bien que se aleja.
Así terminó la peor semana para Piñera que, además del rechazo a la represión, la negativa a su proyecto educativo, tuvo que lidiar con abucheos y una aprobación histórica. Pero por lo mala.
@chripalma
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