El descontento de los venezolanos se sintió más que nunca la semana pasada. Pedro Soto, un coronel de la Fuerza Aérea, se convirtió en el primer oficial en actividad que pide públicamente la renuncia de Hugo Chávez. La policía intentó detenerlo pero los simpatizantes de Soto lo evitaron y un segundo oficial, esta vez capitán de la Guardia Nacional, se sumó a la revuelta.

El Mundo
Nadie podía pensar que aquel militar activo, que había sido capaz de pararse al frente de los medios de comunicación y decir que no estaba de acuerdo con los lineamientos del gobierno, despertaría en horas de la noche aquella pasión encendida de cientos de personas que aceptaron el llamado a la Plaza Altamira. Durante algunas horas y luego de ser prácticamente rescatado de las manos de la Policía Militar por la población, el coronel Pedro Soto, montado sobre la camioneta de Globovisión, le habló a la multitud que pedía a gritos la salida del primer mandatario nacional, Hugo Chávez. Resultó interesante observar cómo los participantes de la manifestación rechazaron la incursión de políticos tradicionales.

El Universal
La presencia de los representantes de la Comisión de los Derechos Humanos de la OEA es determinante. La cultura democrática se lanzó a la calle para defender la libertad por encima de cualquier amenaza, como lo ha hecho antes y lo seguirá haciendo con más fuerza. El oficialismo quiere imponerle como trágica estrategia a la democracia la aprobación de un proyecto de la Ley de Contenidos y una ley mordaza mediante una Ley de Prensa, ambos instrumentos con el objeto de restringir la libertad de expresión. La censura previa que se quiere imponer y el escenario de un presunto control de cambio persiguen condicionamientos anteriores a la libertad de expresión mediante un total control de los insumos que son indispensables para que un periódico recorra y sea leído a lo largo y ancho del país.

El Nacional
Lo que pasó después de las declaraciones de Soto es responsabilidad del gobierno y de su forma tan torpe de actuar. Mientras el coronel se despachaba en público de lo lindo contra el presidente, el ministro del Interior daba tranquilamente una rueda de prensa para criticar la posición de Estados Unidos, y las declaraciones de Colin Powell y la CIA, algo que en rigor es función del canciller Dávila (que ya se había pronunciado respecto al asunto un día antes), quien casi a la misma hora conversaba con los periodistas sobre ¡el próximo viaje a Namibia del jefe de Estado! A las seis de la tarde, ninguno de estos altos funcionarios se había comunicado con el presidente para informarle sobre lo que ocurría, algo muy grave porque mientras tanto una patrulla de la Policía militar, en una actuación chapucera, provocaba una manifestación espontánea de apoyo al coronel Soto y sus acompañantes.
(Editorial)