EL MUNDO › PROTESTAS EN ROMA, EN FLORENCIA, BOLONIA, MILáN Y NáPOLES
La manifestación en la Banca d’Italia de Roma coincidió con la presencia del presidente de la República, Giorgio Napolitano, que participó en la sede del banco de una conferencia sobre la economía italiana junto al director Draghi.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Con una mesa ante la sucursal de la Banca d’Italia en Nápoles, con mantel, platos, vasos y cubiertos para “comerse la crisis”, dijeron, los “indignados” napolitanos decidieron ayer protestar contra las medidas económico-financieras de los gobiernos europeos que, dicen, salvan a los bancos pero no a la gente. Poco después de mediodía se sentaron a comer un plato de spaghetti y levantaron carteles que decían “no cuenten con nosotros, éstos eran los últimos euros que teníamos”.
La protesta de los indignados, que aunque tuvo su origen en España se ha difundido por todo el mundo desarrollado, y que desde que las protestas llegaron a Wall Street se ha focalizado sobre todo contra los bancos y la actividad financiera, continuó ayer en Roma, en Florencia, en Bolonia y en Milán. Para el sábado está prevista una manifestación a nivel mundial de los indignados de la que participarán también los de Gran Bretaña que han prometido ocupar la sede de la Bolsa y la City de Londres, donde se concentra la actividad financiera del país.
Ayer, en Roma, fue organizada una manifestación que intentó llegar, sin conseguirlo, a la sede principal de la Banca d’Italia, el banco central italiano, ubicada en la conocida Via Nazionale. Docenas de policías rodeaban la zona, impidiendo que los manifestantes se acercaran. Muchos de ellos llevaban máscaras con la cara del actual director del banco, Mario Draghi, y se llamaban a sí mismos “draghi ribelli”, es decir “dragones rebeldes”. De modo provocador, los jóvenes pegaban las caras de Draghi en los camiones de la policía pero sin que esto produjera hechos violentos. La manifestación se hizo coincidir con la presencia del presidente de la República, Giorgio Napolitano, que participó en la sede del banco de una conferencia sobre la economía italiana junto al director Draghi, quien, por lo demás, a partir de enero tendrá a su cargo nada menos que el Banco Central Europeo.
Pero mientras las calles del país arden de manifestantes enfurecidos, el gobierno presidido por Silvio Berlusconi trata de armar una táctica para conseguir un nuevo voto de confianza en el Parlamento.
El martes, en efecto, en una votación que muchos berlusconianos daban por descontada sobre el Balance del Estado 2010, el gobierno no consiguió la mayoría obteniendo sobre el importante artículo uno, 290 votos a favor, exactamente la misma cantidad de votos en contra que le disparó la oposición. Berlusconi, dicen algunos, se puso blanco mientras los gritos de triunfo estallaban en los bancos de la oposición. El balance, en consecuencia, no fue aprobado y, aunque la oposición sostiene que en normales circunstancias ese hecho habría provocado la inmediata renuncia del gobierno, Berlusconi busca al parecer reformarlo para hacerlo aprobar de alguna manera.
La votación de las distintas partes del balance había sido difícil durante todo el día. Pero el gobierno no se esperaba ese resultado final y dice que los votos que faltaban –más de 20– se debía a que algunas de esas personas estaban de viaje o cumpliendo con otras misiones. Pero a muchos les surgió la duda, es decir si en realidad Berlusconi sigue contando con la mayoría parlamentaria que requiere la Constitución para seguir en el gobierno o no. A esa duda había contribuido también durante toda la semana pasada la presencia, cada vez más contundente, de un grupo opositor a Berlusconi dentro del Pueblo de la Libertad, su partido. Liderado por el ex ministro Claudio Scajola, el grupo sostenía que o bien se lanzaba un plan económico de reactivación rápido y seguro –plan que se está prometiendo desde agosto– o Berlusconi debía renunciar. Il Cavaliere quiso hablar personalmente con Scajola y lo invitó a almorzar. El resultado fue que el ex ministro habló luego de un Berlusconi 2. Es decir, por ese juego de piezas que se intercambian para que todo en el fondo quede igual, contemplado por la Constitución italiana, Berlusconi podría presentar su renuncia al presidente de la República pero, si sigue teniendo la mayoría en el Parlamento, podría él mismo formar un nuevo gobierno, cambiando sin embargo algunos ministros. Y entonces podría pagar el pato el ministro de Economía, Giulio Tremonti, con el que Berlusconi no tiene mucho feeling... pero esto por ahora es pura fantasía. Habrá que esperar el discurso que Berlusconi hará el jueves por la mañana ante la Cámara de Diputados. Si plantea el voto de confianza, la votación podría realizarse el jueves por la tarde o el viernes y entonces se aclarará el misterio.
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