Sáb 22.03.2003

EL MUNDO  › TODOS LOS CLIMAS DE BAGDAD ANTES Y DESPUES DE LOS ATAQUES

Entre mercados, hospitales y fusiles

Por Francisco Peregil*
Enviado especial a Bagdad

Si se visita el barrio chiita de Kadhimiya costará mucho darse cuenta de que Bagdad fue bombardeada tres noches seguidas y tiene muchas probabilidades de que sea bombardeada cada noche. Los chiitas son la mayoría religiosa del país, pero se encuentran marginados del poder. Sus barrios son los más pobres, donde hay más agua estancada por la calle, más casuchas y menos preparación escolar. Pero ayer, mientras casi todos los comercios de la ciudad se hallaban cerrados y calles como la de Mutanabi, donde cada viernes se apelotonan cientos de lectores en busca de libros, se encontraba vacía, en el barrio de Kadhimiya, donde se encuentra la Mezquita de Oro, una de las más bellas de la ciudad y de las más famosas entre los chiitas, toda la calle era una algarabía de gente y de puestos de ventas. En la mezquita, el mensaje del imán parecía pacífico. Y fuera, los niños llevaban cubos de latas llenos de agua y con una taza flotando para vender a los sedientos. Mientras en la mayor parte de la ciudad es imposible encontrar papas, cebollas, cualquier clase de fruta o papel higiénico, en este barrio pobre de casas a medio caer se podía encontrar de todo en la calle.
Los chiitas muestran tranquilidad en el rostro. “Nos hemos dado cuenta de que las bombas van contra el régimen, no contra nosotros. Es una cosa entre Hussein y Bush”, comentaba una bagdadí. Sin embargo, en otra parte de la ciudad, el ambiente era bien distinto. Uno de los principales imanes iraquíes, Abdel Latif, desde su púlpito en la mezquita Um Al-Marek (Madre de todas las batallas), la más próxima al régimen y desde donde se retransmite semanalmente a la televisión la prédica del viernes, agarró una Kalashnikov y blandiéndola en el aire hizo un llamamiento a los musulmanes para matar norteamericanos. “Cerquen a los americanos y mátenlos allí donde los encuentren. Nuestros niños mueren, nuestras mujeres y nuestros mayores son masacrados y no podemos hacer otra cosa que encomendarnos a Dios. ¿Qué esperan, que ocupen la mezquita del profeta y la Qaba?”, preguntaba en referencia a Medina y La Meca, los lugares santos del Islam en Arabia Saudita. El imán imploró a Dios para que destruya a los sionistas y norteamericanos en rodajas. A la salida, los fieles azuzados por el imán, que agitaba su fusil en el aire, mostraron en varios cánticos su apoyo a Saddam Hussein.
Mientras eso sucedía, las autoridades iraquíes llevaron a los periodistas de todo el mundo y a nueve brigadistas españoles que han decidido apoyar al pueblo iraquí quedándose ellos mismos bajo las bombas, hacia el hospital universitario Alyarmuor, donde el cirujano Jameel Al Bayaki les explicaba en inglés que las bombas del jueves había llevado a su centro a 36 personas heridas.
Entre ellas se encontraba una madre con un bebé de 14 meses al que estaba dando el pecho cuando las esquirlas de una bomba causaron heridas en la espalda del niño y en la mano de la madre. Enfrente de ella se encontraba su hermana de 13 años, una joven que no quería que el doctor le enseñase la pierna a los periodistas. Pero al final, el doctor mostró las heridas. Y cuando un compañero le preguntó qué sentía en ese momento, recitó los versos de un cántico que es el que siempre se repite en las manifestaciones: “Bush, Bush, enterate, estamos con Saddam”.
De parecida manera respondió un adolescente de 16 años a la misma pregunta: “Me es muy difícil comunicar mis impresiones. Los norteamericanos quieren el petróleo, pero no van a ganar”. El adolescente pertenece a una familia cuyos cinco miembros se encontraban el jueves en el jardín viendo los bombardeos y de pronto una bomba cayó a 15 metros y les alcanzaron las esquirlas. Todas las lesiones de todos los heridos fueron producidas por esquirlas. Y todos los familiares de los pacientesaseguraban que allí donde cayeron las bombas no había ningún centro militar.
Cae la noche y comienzan a sonar las sirenas en Bagdad y el fuego antiaéreo. El doctor Jameel dijo que en cuanto sonara dejaría a sus hijos para acudir al hospital.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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