EL MUNDO › EN ITALIA, ANTE LA VIOLENCIA PROMOVIDA DESDE EL ESTADO
La manifestación de los indignados del sábado pasado quedó trunca por los enfrentamientos. Y entonces los “pacíficos” se reunieron en varios puntos de la ciudad y decidieron instalarse con sus carpas.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Son unos cincuenta por ahora. Colocaron sus carpas en la explanada de la Iglesia de la Santa Cruz en Jerusalén de Roma, a unos pocos cientos de metros de la plaza de San Juan de Letrán, donde el sábado se desencadenaron los enfrentamientos entre policía y jóvenes armados de adoquines y palos, durante la manifestación mundial de los indignados.
Lorenzo Romito tiene 46 años. Es una suerte de representante de este grupo de indignados “pacíficos” –como los llaman en Italia– que acampan ante la iglesia. Lo indican a él para que hable con la prensa. Dice que el grupo es “completamente espontáneo”, que surgió luego de la manifestación y del primer campamento ante la Banca d’Italia (banco central) la semana pasada. “Nos sentimos muy desilusionados después de la manifestación del sábado 15. Queríamos seguir manifestando de alguna manera”, comenta. La manifestación prácticamente quedó trunca por los enfrentamientos. Y entonces los “pacíficos” se reunieron en varios puntos de la ciudad y decidieron instalarse con sus carpas en Santa Cruz en Jerusalén.
“Yo vine desde Génova para asistir a la manifestación y me quedé”, dice Alessandro, otro de los acampados, que quiere ir a Argentina y Chile y “tal vez no volver nunca más” a este país que le ofrece demasiado poco.
Las carpas están una al lado de la otra, casi siguiendo la línea de la antigua muralla romana que se encuentra detrás de ellas. Hay una fuente de la que sacan el agua potable para beber y lavarse. Hay una pequeñísima biblioteca con varios libros. Tienen colchas y frazadas colgadas y encima de una mesa, un cajón de frutas regaladas por el verdulero de la esquina. Hacen la recolección de basura diferenciada por “papel”, “vidrio”, etc. Ayer por la mañana alguien les trajo medialunas y una señora, una torta. “La gente participa también de esa manera –dice Lorenzo–. En este campamento estamos sólo aquellos que podemos y queremos hacerlo. Hay varios estudiantes.”
–¿La idea es reproducir la experiencia de los indignados españoles?
–Sí, la idea es un poco ésa, generar conciencia sobre los problemas que vive el país a través de la discusión en asambleas.
Desde hace algunos meses se vienen haciendo estas asambleas dos veces por semana en la explanada de San Juan de Letrán. “Se trata de discutir y tomar conciencia de los grandes temas sociales y ambientales, desde la deuda del Estado a las finanzas, al peso que tiene el sistema financiero en la sociedad, a la violencia como práctica social, al derecho al bien común. Estas asambleas también sirven para hacer crecer la idea de que se puede no ser violentos, aunque el Estado sea violento y provoque violencia como reacción”, subraya.
–¿Ustedes creen que la violencia del sábado fue provocada por la policía?
–Yo creo que hay un clima de violencia, introducida por el Estado, por la situación económica, por el abuso, por la cultura violenta, la TV violenta. Este gobierno no está sostenido por nadie y eso significa una violencia que se está ejerciendo contra el pueblo –dice Leonardo.
Y acota otra de las acampantes, Alessia, estudiante de Ciencias Políticas: “Algunos estallaron violentamente porque su rabia había llegado al límite. Eran sólo el 5 por ciento de la manifestación del sábado, pero se sigue hablando sólo de ellos. ¿Por qué no hablan del restante 95 por ciento? Ellos son tan pocos que no lograrán vencernos”. Entre los muchos golpeados hubo un periodista y camarógrafo argentino radicado en Italia, César Brown, a quien los “violentos” le pegaron con palos y un casco. Le rompieron la cámara y perdió un diente.
El ministro del Interior, Roberto Maroni, dijo que propondrá al gobierno una serie de medidas, similares a aquellas que se toman en los estadios de fútbol para evitar la violencia, pero también la obligatoriedad de un depósito en dinero por parte de los organizadores de la manifestación, para cubrir los daños. El ministro informó que el sábado, entre autos privados y camiones de la policía rotos o incendiados además de otros daños, se alcanzaron los cinco millones de euros.
Tal vez la diferencia con otros países de Europa es que en Italia hay mucha rabia entre los jóvenes y las manifestaciones no son sólo “contra el gobierno sino también contra la oposición, contra esa dinámica parlamentaria en la que gobierno y la oposición se reparten las cosas y sustraen dinero que nos quieren hacer pagar a nosotros”, aclara Lorenzo. “Este gobierno no se ocupa del bien público. Si se hace un puente, no es para pasar del otro lado sino para hacer trabajar a un amigo”, añade con rabia. Romito es un arquitecto recibido hace 20 años. Sus trabajos son conocidos en el exterior, pero en Italia nunca pudo conseguir un trabajo de investigador en arquitectura como pudo hacerlo en otros países. Vive trabajando una semana al mes, da seminarios o conferencias fuera de Italia.
Respecto de los indignados españoles, dice que los italianos tienen “un problema social enorme debido al mal gobierno, hay menos respeto por los demás”. Pero claro, “nos une con los españoles el deseo de cambiar radicalmente la sociedad. Tal vez en España, como la democracia es más joven, hay más confianza en las instituciones. En Italia no es así y encima gobierna una gerontocracia”.
Pero Lorenzo y los suyos no se desaniman. “Muchos piensan que todo esto es una utopía. Yo digo que vivir con una utopía significa al menos vivir de modo diferente al que nos ha sido impuesto. Creo que para cambiar el mundo hay que cambiar nuestro pequeño mundo cotidiano.”
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