EL MUNDO
› BUSH BUSCO AYER REVERTIR EL PESIMISMO DE LOS VOTANTES
Moral norteamericana en caída libre
El viernes, el 71% de los estadounidenses creía que la guerra iba bien. El lunes sólo el 38% mantenía ese optimismo. Para cambiar esa situación, Bush arengó ayer a la población.
Por Enric González
Desde Washington
“Seguiremos marchando, milla a milla, hasta alcanzar Bagdad, hasta alcanzar la victoria.” George W. Bush se dirigió ayer a una audiencia militar para lanzar una arenga dirigida a la población civil. El objetivo del presidente era elevar la moral de los estadounidenses, perceptiblemente desanimados por unas dificultades que no esperaban en la invasión de Irak. Bush repitió, como cada día desde el lunes, que el conflicto sería relativamente largo: “Los soldados hacen progresos, pero la guerra está aún lejos de su fin”.
La Casa Blanca y los mandos políticos del Pentágono seguían intentando contrarrestar los reveses del domingo, una jornada en la que la opinión pública de Estados Unidos descubrió que no todos los iraquíes ansiaban ser liberados por una fuerza extranjera y que, pese a la inmensa ventaja tecnológica, sus soldados podían caer prisioneros o resultar muertos en combate. El viernes pasado, el 71% de los estadounidenses consideraban que la guerra iba bien. El lunes, según un sondeo del Pew Center, sólo el 38% mantenía ese optimismo.
Ya desde el principio del ataque iniciado el jueves Bush disponía de un apoyo popular menos robusto que el de su padre en la primera guerra del Golfo, y todas las encuestas reflejaban un firme escepticismo de los votantes demócratas. El viaje de Bush al cuartel general del Mando Central en Tampa (Florida), el primer desplazamiento presidencial desde que comenzó la invasión, debía interpretarse en ese contexto.
Todos los detalles del viaje fueron cuidados al máximo. Los portavoces de la Casa Blanca hicieron saber a la prensa que, a bordo del Air Force One, Bush desayunó una “tostada de la libertad”, es decir, una “tostada francesa” (torrija) en el inglés previo al actual furor francófobo. La excursión a Florida sirvió también para recordar a los estadounidenses que no estaban solos en la guerra, con continuas alusiones a los “48 países de la coalición”, de entre los que fueron citados los que aportaban algo más concreto que el respaldo moral. Bush dijo que España, mencionada en último lugar, tras Polonia, Chequia, Rumania y Bulgaria, prestaba “apoyo logístico y humanitario”. El mensaje de la “guerra multilateral” debía alcanzar su apogeo con la llegada a Washington del primer ministro británico Tony Blair, quien tenía previsto pernoctar en Camp David y ofrecer hoy una declaración conjunta con George W. Bush.
En su discurso ante los soldados de Tampa, Bush tuvo que referirse a los prisioneros y a los muertos. “Rezamos a Dios para que bendiga y reciba a cada uno de los caídos, y agradecemos a Dios que la libertad encontrara tan valientes defensores”, proclamó, con su habitual oratoria religiosa. Advirtió que lo peor de la guerra estaba aún por llegar: “En su aproximación a Bagdad, nuestras unidades de combate se enfrentan a los elementos más desesperados de un régimen condenado. No podemos saber la duración de esta guerra, pero estamos preparados para las batallas que nos esperan”.
También prometió que se combatiría hasta el final, hasta la caída completa del régimen de Saddam Hussein. Eso mismo afirmó su secretario de Estado, Colin Powell, en una entrevista concedida a la cadena de televisión Al Jazeera, considerada casi como “enemiga” en Washington por su cobertura del conflicto. A diferencia de Al Jazeera, las televisiones estadounidenses seguían el miércoles sin mostrar imágenes de víctimas civiles iraquíes o de muertos o prisioneros norteamericanos. Powell dijo a Al Jazeera que no cabía ninguna posibilidad de un alto el fuego, como el sugerido la víspera por el gobierno saudita, porque ello “daría una oportunidad” a Saddam Hussein.
Bush hizo varias referencias a la “justicia” que esperaba a los principales dirigentes de Irak y a los combatientes iraquíes queincumplían “las normas de la guerra”. La portavoz del Departamento de Defensa, Victoria Clarke, se refirió igualmente a la “justicia” que castigaría a quienes utilizaban “la traición en el campo de batalla”. Ayer, sin embargo, portavoces oficiales de EE.UU. reconocieron que no se había establecido ningún mecanismo judicial para hacerse cargo de posibles procesamientos en la posguerra. “Es demasiado pronto para hablar de eso”, dijo uno de esos portavoces.
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