Mié 13.02.2002

EL MUNDO

Hugo Chávez no se rinde, sus amotinados tampoco

El presidente Hugo Chávez desechó las posibilidades de golpe de Estado y volvió a hablar por cadena nacional. La oficialidad le reiteró su obediencia y el rebelde Soto le dio un ultimátum.

El presidente venelozano Hugo Chávez se largó a hablar y se despachó sobre más de un tema. Primero, lo hizo en una entrevista exclusiva con la agencia France Press y, por la noche, dirigió un mensaje televisivo para todo el país. Y enfatizó un punto: descartó cualquier posibilidad de golpe de Estado o guerra civil. A la vez, el mandatario presenció un desfile militar en la ciudad de La Victoria, donde se conmemoró el día de la Juventud, en el que la oficialidad le reiteró su obediencia. Los uniformados rebeldes, el coronel Pedro Soto y el capitán de la Guardia Nacional Pedro Flores, deberán comparecer este viernes ante el Consejo de Investigación. Soto, por su parte, le lanzó un ultimátum a Chávez para que “rectifique” el rumbo de su gobierno y le puso un plazo: el 19 de abril. Chávez, mientras tanto, recibió la solidaridad del líder sandinista y ex presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
El general Lucas Rincón, jefe de la fuerza armada, acompañó el desfile en La Victoria y dijo que “la situación es de normalidad en los cuarteles”. Por su parte, el ministro de Defensa, José Vicente Rangel, prefirió las metáforas: “Una golondrina no hace verano”, dijo al aludir el aparente aislamiento de Soto al pedir la rectificación del gobierno. Chávez, a la vez, negó las versiones sobre un golpe de Estado: “Venezuela no puede engendrar un Pinochet; un golpe de Estado y una dictadura son imposibles”. Y explicó: “Casi todas las semanas anuncian aquí un golpe de Estado, una rebelión, una guerra civil. Yo participé en una rebelión militar en 1992, y eso no se hace desde una plaza con miles de personas, sino con soldados, con fusiles y con ideas”. Chávez, al mismo tiempo, quiso despejar fantasmas: “No voy a tomar un machete o voy a quemar una bandera de Estados Unidos, ni soy un diablo que va a anunciar la invasión de Washington”, exclamó entre risas. A la vez, abordó dos de las principales acusaciones de la oposición: Cuba y Colombia. “Todo el cuento de la cubanización de Venezuela es producto de que mucha gente se envenenó”, analizó. Luego, reveló que llamó por teléfono el pasado lunes al presidente colombiano Andrés Pastrana, al trascender que en un allanamiento de la policía colombiana a una residencia de supuestos guerrilleros de las FARC, “consiguieron unas fotos mías”. “Mira, Andrés, yo te pido que ustedes aclaren esto que ha salido en prensa por ahí”, contó que le dijo a su par y señaló que “están tratando de demostrar desde hace 10 años que yo y la guerrilla colombiana somos amigos, que hay un plan secreto”. A la vez, dijo que es “muy peligroso” para los países limítrofes de Colombia un aumento de la presencia militar impulsada por el Plan Colombia. Por último, Chávez desestimó encontrarse aislado por no haber sido invitado a la reunión del presidente George W. Bush con sus homólogos andinos de los países signatarios del Tratado de Preferencias Comerciales Andinas (ATPA): “El caso de estos cuatro presidentes (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) es que esos cuatro países tienen un mecanismo con los Estados Unidos. Venezuela nunca ha pertenecido al ATPA”.
Entretanto, el rebelde Soto, a pesar de que fue advertido que sus presentaciones públicas serán consideradas agravantes para su caso, le exigió a Chávez “rectificar” antes del 19 de abril próximo (Día de la Independencia de Venezuela) su gobierno. El petitorio de siete puntos, plasmados en una carta dirigida a Chávez que ayer se hizo pública, incluye la reincorporación de decenas oficiales que no están cumpliendo funciones, que se deje de “instigar a la guerra, la violencia y la lucha de clases”, que devuelva a los órganos del poder público su “independencia”, “que deje de uniformarse en actos oficiales, humillando así a oficiales de alta jerarquía, y cese el proselitismo político dentro de los cuarteles e instalaciones militares”, que defina ante el país y la comunidad internacional “la relación del gobierno con la guerrilla (colombiana), con el sistema comunista y el terrorismo internacional” y que elimine el plan cívico-militar Bolívar 2000, de atención a los barrios pobres, ya que -argumentó– se ha convertido en un “Estado paralelo”, limitando a las gobernaciones y alcaldías.

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