EL MUNDO › EN BOGOTá FUE MULTITUDINARIA; EN OTRAS CIUDADES LA ASISTENCIA NO FUE LA ESPERADA
Algunos colombianos se negaron a marchar con el argumento de que manifestaciones como éstas avivan el odio entre el pueblo y, además, invisibilizan a los demás actores del conflicto armado: los paramilitares, los narcos y el Estado.
› Por Katalina Vásquez Guzmán
Desde Medellín
En medio de la multitud, un árbol de Navidad enorme levantaba el mensaje que todos gritaban en el centro de Bogotá: No más FARC, libertad. Así se leía en la pancarta colgada por los manifestantes en la mañana de ayer cuando, motivados por el secuestro y asesinato de cuatro policías y militares hace once días, convocaron a la marcha contra el grupo insurgente. Para el gobierno colombiano, el principal impulsor de la marcha, el evento fue todo un éxito. Unas 45 mil personas marcharon en la capital, donde la plaza de Bolívar se llenó por completo y los gritos de repudio a la guerrilla se oyeron en alto. En otras ciudades capitales como Medellín la asistencia no fue la esperada. Algunos ciudadanos se negaron a marchar criticando que manifestaciones como éstas avivan el odio entre el pueblo y, además, invisibilizan a los demás actores del conflicto armado: los paramilitares, los narcos y el Estado mismo.
“Es un mensaje contundente de una población que está hastiada de violencia”, dijo el presidente Juan Manuel Santos mientras marchaba, desde Villavicencio, camiseta blanca e indignación en el rostro. A su lado, el sargento Luis Alberto Erazo caminó despacio y con la mirada en alto. También, dijo, exige que los demás militares y policías sean liberados. Unos 11 de ellos quedan en poder de la guerrilla, así como unos 300 civiles, según cifras del gobierno. Erazo sobrevivió a la masacre de hace una semana cuando sus compañeros de cautiverio, en medio del fuego cruzado por un intento de rescate de parte del ejército, corrieron hacia sus captores atendiendo la orden de los subversivos. El pudo escapar y ayer, durante el acto público, se vio de nuevo agradecido por estar con vida e indignado por los que siguen en la selva. Se trataba, como lo expresaron este ex secuestrado y otros familiares de rehenes, de que los rebeldes comprendan que la sociedad rechaza este crimen.
Para el general de la policía Oscar Naranjo, “muy a pesar de lo que los colombianos creemos, que a estas organizaciones (FARC) no les preocupan las expresiones populares, cuando hemos revisado a profundidad, con inteligencia privilegiada descubrimos que al secretariado de las FARC les produce tremenda preocupación y angustia ver cómo los colombianos los presionamos y rechazamos sus métodos terroristas”. Para Naranjo, lo más importante es, sin embargo, que los secuestrados y sus familiares sientan la solidaridad del pueblo con respecto a su drama. “Colombia entera se está pronunciando, diciéndole a los violentos no más violencia, no más secuestros, diciéndoles que queremos nosotros la paz, que no es solamente el gobierno, es todo Colombia”, agregó el presidente Santos, quien, como ministro de Defensa en 2008, ya había liderado fuertes declaraciones en contra del grupo rebelde, y realizó un llamado a la liberación de los que aún están encadenados en la selva.
La marcha, aunque ampliamente difundida y multitudinaria, no alcanzó las proporciones de la ocurrida hace tres años. Entonces, fueron millones las personas que se movilizaron por todo el país y en importantes ciudades del mundo convocadas vía redes sociales como esta ocasión. Entre las razones por las cuales muchos no salieron a marchar está el señalamiento a las FARC como único responsable del conflicto armado en el país. Jenny Giraldo, una profesora universitaria de Medellín, fue una de las ciudadanas que promovió en redes sociales la ausencia en la marcha. Según le explicó a Página/12, “la marcha de hoy (ayer) intenta minimizar la magnitud de la guerra en el país pues, si bien la guerrilla merece un rechazo y también el secuestro, son muchos los grupos armados responsables del momento que vivimos, y esta marcha pareciera promover el ya enconado odio de Alvaro Uribe a las FARC, solamente”.
Grupos paramilitares, bandas criminales, narcos y el Estado mismo desde sus agencias de inteligencia, ejército y policía, son responsables de graves violaciones al Derecho Internacional Humanitario y los Derechos Humanos y, según Giraldo, “marchas en su contra son estigmatizadas y mal vistas en este país, gracias a que se promueve un rechazo general solo contra la guerrilla”. Las víctimas de este cincuentenario grupo insurgente se mostraron agradecidas ayer por la “solidaridad” del pueblo colombiano en contra del secuestro sobre todo en estas épocas de Navidad.
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