EL MUNDO › EL BERLUSCONISMO EVITA LA JUSTICIA
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Mal que les pese a algunos, Silvio Berlusconi (foto) sigue conservando su poder. Es más, también los medios legales para mantenerlo. Los que creían que Il Cavaliere estaba acabado o que a los 74 años había decidido jubilarse, tuvieron la semana pasada la confirmación de que el hombre de las mil armas y patrañas sigue manteniendo el poder que le da su dinero y un ejército de devotos.
El hecho quedó demostrado una vez más cuando la Cámara de Diputados negó, por 309 votos (11 votos más que el SI), el arresto del diputado del partido de Berlusconi Pueblo de la Libertad (PDL), y ex subsecretario Nicola Cosentino, acusado por la Justicia napolitana de reciclado de dinero, corrupción y asociación mafiosa con la Camorra (mafia napolitana). De hecho, el diputado se salvó no sólo gracias a los votos de sus propios correligionarios de partido sino a los votos, principalmente, de la Liga Norte, aliada de Berlusconi en su último gobierno. El líder de la Liga, Umberto Bossi, que al principio había dicho que su gente votaría por el arresto, después casualmente cambió de idea y dejó en libertad a los suyos para votar como quisieran. Más de uno sospecha que Belusconi compró algunos de esos sufragios, como se dice que hizo en otras oportunidades. Pero la actitud de Bossi confirma en todo caso el acercamiento de la relación Bossi-Berlusconi, bastante deteriorada desde la asunción del primer ministro Mario Monti, un gobierno apoyado de mala gana por el PDL pero boicoteado a más no poder por la Liga.
La actitud de Bossi puso nerviosa a una parte de su propio partido, que por un lado pensaba en una seria ruptura con Berlusconi y por el otro pretende levantar la bandera de la rectitud. Entre éstos, el ex ministro del Interior del gobierno de Berlusconi, Roberto Maroni, que se manifestó muy desilusionado por su jefe. El votó a favor del arresto, dijo.
“Años de batallas civiles e institucionales arriesgan ser borradas con este pacto de silencio a favor de este subsecretario y eso consolida las relaciones entre la mafia, los empresarios y la política”, comentó el escritor Roberto Saviano, perseguido él mismo por la Camorra a causa de sus libros, en particular Gomorra.
Pero la fuerza de Il Cavaliere quedó demostrada además, el mismo día, cuando la Corte Constitucional, máximo organismo en materia de leyes, no autorizó la realización de un referéndum propuesto por el centroizquierda –principalmente por el partido Italia de los Valores del ex juez anticorrupción Antonio Di Pietro–, para acabar con la actual ley electoral. En vigor desde 2005, querida por Il Cavaliere e ideada por el racista ex ministro de la Liga Norte Roberto Calderoli, la ley fue bautizada por el politólogo Giovani Sartori “Porcellum” (chiquero), por las porquerías que encerraba. La ley prevé un sistema proporcional pero con listas cerradas, es decir se vota una lista y no un candidato. También establece lo que se denomina “premio de mayoría” y por él, al partido que en la Cámara de Diputados consigue la mayoría relativa se le asegura un mínimo de 340 escaños. Esto significa que, prácticamente, un Parlamento con estas características puede aprobar todas las leyes que se le ocurran al partido mayoritario, que necesita sólo 316 votos para conseguir la mayoría absoluta. Asimismo la ley creó las “circunscripciones extranjeras” dando la posibilidad de votar a los extranjeros residentes en el exterior y de ocupar lugares en el Parlamento. De hecho, las elecciones de 2006 y de 2009 se rigieron por el “Porcellum”.
La Corte Constitucional dice –aunque la sentencia completa se conocerá recién esta semana– que no pudo aceptar el referéndum porque de ser aprobado, Italia quedaría sin una ley electoral, cosa que no es constitucionalmente permisible. Los que promovieron el referéndum se jugaban a que pudiera ser retomada la ley electoral precedente (llamada Mattarella y que aplica un sistema electoral mixto, con colegios uninominales y sistema proporcional), pero el argumento no convenció a los 15 jueces de la Corte Constitucional, cinco de ellos elegidos durante gobiernos de Berlusconi. No se sabe cuánto pueda haber sido determinante en la decisión de los jueces el poder de convicción de Berlusconi, pero lo cierto es que tanto él como Bossi salieron a decir que “la mejor ley electoral es la que está en vigor, aunque puede ser mejorada”.
Los partidos políticos del centroizquierda, desde hace tiempo quieren cambiar la ley electoral, pero no lo han logrado. Ahora el presidente de la República invita a todos los partidos a colaborar para elaborar una nueva ley antes de las elecciones de 2013. Para lograrlo se requerirán no pocas batallas y que los partidos se decidan a colaborar. Pero según algunos sectores de la prensa italiana bastante incrédulos, para empujarlos a colaborar se requeriría como mínimo apuntarles con una pistola.
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