El que terminó ayer es el primero de tres juicios abiertos simultáneamente contra Garzón en el Tribunal Supremo por el mismo delito, algo que su abogado defensor, Francisco Baena, destacó en sus conclusiones como un “hecho singular”. Pero además del primero es el definitivo, ya que un solo día de condena supondría el fin de su carrera judicial. “El prevaricato es el peor delito del que se lo puede acusar a un juez”, sostuvo el letrado defensor. Baena también remarcó que es la primera vez que se ve en la obligación de recusar o pedir la separación del tribunal- a magistrados por manifiesta parcialidad. Desde que se conoció la fecha del juicio y la composición del tribunal que lo juzgaría por las escuchas del caso Gürtel, Garzón emprendió un batalla para apartar a los magistrados que consideraba parciales. Logró que se apartaran cinco de siete, pero los dos restantes, Luciano Varela y Manuel Marchena, quienes instruyeron los otros dos casos en su contra, “el de los crímenes del franquismo y el de los cursos de Nueva York”, son parte del tribunal que dictará sentencia. El abogado de la acusación, Ignacio Peláez, fue recibido ayer al grito de “fascista” por partidarios de Garzón.
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