EL MUNDO › ESCENARIO
› Por Santiago O’Donnell
Le estaban dando con un caño. Entonces Obama se dio vuelta. Estamos en campaña en Estados Unidos, la economía está mejorando, entonces los republicanos le dan con un caño al presidente por los precios de la nafta, con un caño tan largo que va desde Canadá hasta el Golfo de México.
“Obama no ha aplicado políticas que convenzan al mundo de que Estados Unidos va a ser seguro e independiente en energía”, espetó el contendiente opositor Mitt Romney en el noticiero de la cadena Fox. “Dejó de perforar en el Golfo, dejó de perforar en el (Santuario Nacional de Vida Salvaje del) Artico, le dijo que no al oleoducto Keystone (que viene) desde Canadá.”
Cuando el galón de gasolina común empieza a trepar por encima del mojón simbólico de los cuatro dólares, como sucede ahora, los estadounidenses se ponen nerviosos. Ya pasó en la crisis del 2008, cuando la nafta saltó de tres con quince a cuatro diez en menos de un año, todo por la suba record del precio del barril. Inseguridad energética por convulsiones en Medio Oriente. El tema no es menor. En el ‘81 le costó la reelección a Jimmy Carter. Obama lo sabe y sus rivales también.
La situación ya no es la misma, claro. La dependencia es mucho menor por el aporte de Canadá, México y Venezuela. Pero para los republicanos, o sea los tipos de la derecha, subió la nafta y la culpa la tiene Obama. Como dice Romney, porque Obama no “convence al mundo” (no gana las guerras), no perfora y no invierte. Entonces sube el precio de la nafta y se pierden miles de trabajos. Eso es lo que denuncian desde el lobby petrolero. Los políticos republicanos en campaña tomaron el tema esta semana y salieron a pegarle a Obama por todos lados, le dieron con un caño.
Entonces, ¿qué hizo Obama? Salió de gira energética. Primero visitó una flamante perforación en Arizona, tierra nunca antes explotada. Después fue a un centro experimental para vehículos impulsados por energía alternativa en Ohio, donde pronunció un discurso frente a un auditorio de mil jóvenes universitarios. En el medio se hizo fotografiar en Oklahoma delante de una pila de tubos de acero.
Por Oklahoma debía pasar el famoso oleoducto Keystone, que iría desde los pozos de Edmonton, en el Pacífico canadiense, hasta las refinerías del Golfo de México y el puerto de Nueva Orléans, atravesando todo el continente norteamericano. En su trayecto, el oleoducto uniría a los grandes campos de petróleo de Canadá con los de Texas. Y desde Oklahoma, en el centro mismo del continente, se crearía un gran centro de distribución, para que el petróleo que llega desde el caño se reparta en trenes y camiones al resto del país.
Ah, no olvidemos que Canadá, y no un país del Golfo Pérsico, es el principal proveedor de petróleo de Estados Unidos. Y que Estados Unidos, con el dos por ciento de las reservas conocidas, consume el 20 por ciento del crudo mundial.
El mes pasado el gobierno de Obama le negó el permiso a la empresa TransCanada para construir el tramado norte del oleoducto, que iría de Edmonton hasta Oklahoma. El gobierno se opuso al trazado porque atravesaría el Acuífero Ogallala de Nebraska, algo que no le causaba mucha gracia a los ciudadanos de ese estado. Ante la negativa, la firma candiense anunció que presentará un nuevo trazado.
El jueves pasado, en el pequeño pueblo de Ripley, Oklahoma, parado delante de una pila de caños (foto), Obama firmó una serie de permisos federales para acelerar la construcción del tramado sur del oleoducto, el que va desde Oklahoma hasta el Golfo. O sea, después de frenar un tramo, anunció que va a acelerar el otro. La novedad no alegró a los ambientalistas ni satisfizo a la industria del petróleo, pero a Obama le sirvió para despegarse de la suba de precios en las naftas.
“Hoy estamos haciendo este oleoducto desde Cushing hasta el Golfo, nuestra prioridad,” dijo Obama muy cerquita de Cushing, el epicentro petrolero de Oklahoma. Unos 200 invitados lo escuchaban en un patio de tierra de un depósito industrial. “El hecho es que mi administración ha aprobado docenas de oleoductos y gasoductos en los últimos tres años, incluyendo uno que viene de Canadá. Y mientras yo siga siendo presidente, vamos a seguir alentando el desarrollo de la industria petrolera, y lo haremos de modo tal que proteja la salud y la seguridad de los estadounidenses.”
Al día siguiente Obama visitó en Columbus, Ohio, el Centro de Investigaciones Automotrices de la Universidad de Ohio State. Ahí le mostraron cuatro vehículos experimentales, incluyendo el Buckey Bullet, un chiche a propulsión eléctrica que alcanza los 300 kilómetros por hora. Después le habló a los estudiantes. “Simplemente no podemos solucionar el problema perforando. Mientras sea presidente, Estados Unidos va a seguir la estrategia ‘todas las opciones’. Sí vamos a desarrollar todo el petróleo y gas que podamos, de manera segura, y también desarrollaremos energía eólica y solar y biocombustibles avanzados”, prometió el presidente, que busca su reelección en noviembre.
Después trató de energúmenos a sus rivales republicanos. “Si algunos de estos tipos hubiese vivido en los tiempos de Colón, habría sido el fundador de la Sociedad Tierra Plana”, bromeó el mandatario. “Ya los conocemos. Son los mismos que decían que la televisión no iba a durar, que apenas una chispa en la sartén. Son los que decían que el caballo había llegado para quedarse, pero que el automóvil era sólo una moda.”
A continuación se burló del candidato de la extrema derecha Newt Gengrich, que había prometido un galón de nafta a dos cincuenta si llegaba a la presidencia. “Cada vez que suben los precios, especialmente en un año electoral, los políticos desempolvan sus planes de tres pasos para bajar la nafta a dos dólares (el galón). Supongo que este año decidieron que lo iban a cobrar dos con cincuenta. ¿Por qué no dos con cuarenta? ¿Por qué no dos con diez?”
Está bien, Obama, captamos el mensaje. Vos decís que no sos uno de ellos, que no sos un peón de la industria. Pero que tampoco te suicidás, que no sos Jimmy Carter. Decís que no tenés la culpa si sube la nafta. Decís que te fuiste de Irak con el petróleo, que no perdiste ninguna guerra. Con un ojo puesto en Siria y otro en Irán, decís que hay que mantener todas las opciones abiertas. Decís que vas a seguir perforando y entubando siempre y cuando los ambientalistas no jodan demasiado, pero que también le jugás unas fichas al autito eléctrico, los paneles solares y el biocombustible.
Ok, te entendimos. Si te dan con un caño te vas a dar vuelta, pero guarda que son peores los republicanos.
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