Jue 26.04.2012

EL MUNDO  › BACHELET, EX PRESIDENTA CHILENA Y DIRECTORA DE ONU MUJER

Por más mujeres por la paz

Señaló dos aspectos antagónicos del rol de la mujer: participando en misiones de paz y siendo víctima de conflictos armados.

› Por Juan Nicenboim

A horas de que el diputado socialista de Chile Osvaldo Andrade definiera a Michelle Bachelet como la única candidata capaz de vencer a la derecha en las elecciones de 2013, la ex presidenta chilena participó ayer en Buenos Aires de una conferencia en calidad de directora ejecutiva de la ONU Mujeres. Organizada por el Ministerio de Defensa de Argentina, Bachelet distinguió dos aspectos en el rol de la mujer: la importancia de su participación en misiones humanitarias de la ONU y el lugar que ocupa como víctima de violencia de género en los conflictos armados modernos.

No es casual que Bachelet recorra el mundo como interlocutora de esta temática, ya que fue la primera presidenta mujer de Chile entre 2006 y 2010, y, antes, la primera ministra de Defensa del país trasandino en 2002. Fue también la primera en ocupar el cargo de secretaria general adjunta y directora ejecutiva de ONU Mujeres en septiembre de 2010, estrenando ese puesto.

Acompañada de la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, y el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, la ex presidenta habló de la violencia sexual como un arma de guerra y alertó sobre su utilización estratégica para causar terror o desplazar poblaciones enteras en los conflictos armados modernos de países como el Congo. A poco de su designación como directora ejecutiva de ONU Mujeres, se publicó un informe sobre un ataque de rebeldes a una región muy empobrecida al este del Congo. Casi 400 personas, prácticamente todas las mujeres, habían sido violadas por los rebeldes en tan sólo cuatro días.

Según ella, hay una característica en común entre los campos de refugiados de desplazados del Cuerno de Africa, Costa de Marfil y Libia o de los afectados por el terremoto de Haití: más del 70 por ciento de los desplazados –40 millones actualmente– son mujeres, niñas y niños. Aquellas que sobreviven a la violencia carecen muy a menudo de sustento. Aun así deben cuidar de los enfermos, alimentar a las familias y educar a sus hijos. Sin más elementos prácticos de seguridad, no pueden desempeñar su papel económico fundamental para la recuperación de las familias y comunidades de naciones enteras.

En países con recientes convulsiones políticas y sociales como Mali o Yemen existió un recrudecimiento de la violencia de género en la fase post conflicto, que continuó y se perpetuó como un mecanismo de conducta. Bachelet atribuyó esa situación en el caso de Yemen a la amnistía otorgada al ex presidente Ali Abdullah Saleh.

Bachelet considera fundamental el papel de la mujer en los ámbitos de decisiones, ya que cuando juegan roles, se asegura que las políticas, los programas y las intervenciones pueden tener perspectiva de género. En las cámaras legislativas, la media mundial de la representación es de un 20 por ciento de mujeres, lejos de la meta que Beijing se planteó de al menos un 30 por ciento como mínimo deseable.

Según ella, no es una señal positiva que doce años después de la adopción unánime por el Consejo de Seguridad de la Resolución 1325 siga habiendo tan pocas mujeres en las mesas de paz. De 585 acuerdos de paz firmados entre 1990 y 2010, sólo en un 16 por ciento se las menciona. El 17 por ciento habla de igualdad de género y sólo en un 3 por ciento se encuentra referencia alguna a la violencia sexual por género.

Bachelet informó que varios países contribuyentes de cascos azules desplegaron unidades de policías compuestas exclusivamente de mujeres. Y estas unidades tuvieron éxito, tanto por la efectividad de las operaciones como por el impacto simbólico en los países que la reciben. Esta dotación policial generó una posibilidad de que muchas mujeres que jamás habían presentado denuncias en caso de violencia fueron y denunciaron masivamente. El impacto de ver mujeres con uniformes con armas en las calles también genera una sensación de fuerza para el género mismo y una imagen de que efectivamente pueden desempeñarse en temas como la defensa y la seguridad. “Necesitamos más mujeres porque podemos demostrar que somos capaces”, concluyó una mujer que al salir de La Moneda ostentaba el 80 por ciento de popularidad.

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