Dom 17.02.2002

EL MUNDO

Una noche y una batida junto a los comandos israelíes en Cisjordania

¿Cómo son las operaciones de Israel en los territorios ocupados? Dos periodistas británicos tuvieron la rara oportunidad de presenciar una operación nocturna y cuentan aquí lo que vieron en el terreno.

Por John Kampfner y Dominic Allan

Cuatro jeeps recorren un callejón angosto, con las luces apagadas. Son las 2 de la mañana en las calles más alejadas de un pequeño pueblo en Cisjordania. Un equipo de comandos armados con ametralladoras y granadas bajan y toman posiciones alrededor de una casa blanqueada. El comandante, Mordechai, toca el timbre. “Venga y abra inmediatamente,” grita en árabe su segundo. “¿Quién es?”, pregunta una mujer. “Su casa será destruida si no abre la puerta.
Otra noche, otra batida dentro de territorio enemigo. Estamos con Sayeret Golani, la elite de las fuerzas de elite de Israel. Esta gente afiló sus habilidades en el Líbano en las décadas del 80 y 90. Hoy la brigada Sayeret Golani está en una misión especial: capturar a Nasser Zakarna, un operador de Hamas que ya cumplió tres condenas en prisiones israelíes. Se lo quiere vivo para interrogarlo. Los informes de inteligencia dijeron que Zakarna estaría en su casa esta noche, armado. Habría mujeres y niños con él. “La gente que buscamos son bombas de tiempo. No pararemos hasta que los encontremos”, dice Chico, el comandante de la brigada Golani. No se publica su verdadero nombre por razones de seguridad.
El funcionamiento interno de la maquinaria militar de Israel ha sido un secreto celosamente guardado, y se nos ha permitido el raro privilegio de poder ver algo de él. ¿Cómo reúnen la información de inteligencia? ¿A quiénes identifican como blancos? ¿Cuando y cómo van tras ellos? Y, más importante, ¿cómo determinan cuándo arrestarlos y cuándo matarlos? “Preferimos, o nos vemos obligados, a matar a alguien cuando se reúnen cuatro condiciones”, nos dice el mayor general Gyora Eiland, jefe de planificación militar de las Fuerzas Armadas israelíes. Nos revela la lista de criterios: “Número uno: cuando no hay forma de arrestar a alguien. Número dos: cuando el blanco es lo suficientemente importante. Número tres: cuando creemos que podemos garantizar muy pocas bajas civiles. Y número cuatro; cuando creemos que no hay forma de demorar o postergar esta operación”.
A menudo es una cuestión de pocos kilómetros y pocas horas entre la célula terrorista –el ingeniero, organizador, suicida– y la ciudad israelí elegida como blanco. Esto es lo que los israelíes llaman la bomba de tiempo, y el tiempo siempre corre en contra. Los israelíes tienen varias formas de aislar y despachar a sus blancos palestinos. Cada una tiene sus ventajas, así como sus problemas logísticos y políticos. Pero en todos los casos, los generales tienen en claro que los asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza ahora son considerados indispensables para las operaciones. La ventaja de tener acceso a los rutas y las posiciones de avanzada, fácilmente excede la desventaja de tener que desplegar soldados para proteger a los colonos. El método más corriente es rodear las ciudades palestinas. Luego hay operación de emboscadas, con una política de disparar a matar cuando se supone que es inminente un ataque suicida. Pero muchos combatientes palestinos son difíciles de encontrar ya que se esconden dentro de sus comunidades. Esto deja a los ataques desde el aire, ya sea con aviones de combate F-16 o helicópteros de combate Apache, una medida más polémica. Estas salidas volando bajo sobre las aldeas palestinos son la demostración más alta del poderío militar israelí.
Los pilotos de helicópteros están entrenados para “separarse” emocionalmente de sus objetivos. Uno nos dice que aún los más experimentados reciben la información sobre los blancos sólo en base a lo que necesitan saber. “No sabemos quién es el blanco o qué es el blanco”, dice Hagai, un subcomandante de escuadrón. “Solamente recibimos las coordinadas.” La preocupación sobre las acusaciones a los derechos humanos en las cortes internacionales pesa mucho en ellos.
Otra bomba de tiempo es Zakarna. La inteligencia israelí tiene información que ha estado usando su casa como una fábrica de armas. Lasarmas son luego llevadas a otro lugar en Qabatiya. Después de días de entrenamiento y charlas en clase, los comandos de Sayeret Golani están listos. Cada detalle ha sido ensayado. La unidad hasta usó un modelo de cartón de la casa de Zakarna, detallando cada habitación. Chico termina con su charla. “Cualquiera que entre en pánico estropea nuestra misión. Desde el momento en que uno comienza a disparar y la gente resulta herida, el cerebro de uno se encoge y las decisiones que uno toma son las erróneas. Ahora lo único que necesitamos es suerte.”
Es después de la 1 de la mañana. Los comandos parten de su base cerca de la ciudad de Jenin, en Cisjordania. Hacen chistes sobre su jeep para quitarse la tensión. Cuando llegan a las angostas callecitas de Qabatiya, están aliviados porque nadie los atisbó hasta ahora. Cuando llegan al blanco, siguen el ejercicio. Tocan el timbre una, dos veces; murmuran en las radios de cada uno. Mordechai, el comandante, da la orden de disparar a la puerta con una pistola para entrar. El perro que han traído consigo comienza a aullar. Les disparan desde una casa vecina. Pegados contra la pared de concreto blanca al frente de la casa, devuelven el fuego. Mordechai instruye a su experto en explosivos que dinamite la puerta. Es en este punto que Zakarna decide sacar a su familia. Las mujeres y los niños salen del lugar. Los hombres reciben órdenes de arrodillarse sobre el pavimento. Se les atan las manos mientras la casa es requisada en busca de armas. Zakarna y dos hermanos son llevados a los jeeps. Los soldados vuelven a encerrar a las mujeres en la casa. Luego liberan a sus hermanos.
En un nivel, fue una operación ejemplar en una ubicación muy difícil. Quizás evitó otro atentado suicida. ¿Quién sabe? Pero qué pasa, le preguntamos a Chico, con la próxima, y la que viene después. ¿En qué momento pensarán los jefes del Ejército que el trabajo está hecho?
“Espero que haya un final, pero para darte una respuesta práctica, no creo que vayamos a tener un final feliz en el futuro próximo –dice Chico-. Por el momento, esto no ha terminado.”

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