EL MUNDO › LUNES NEGRO PARA LA PRIMA DE RIESGO ESPAñOLA Y EL IBEX
Los expertos señalan que el rescate a los bancos no soluciona el problema de la deuda. Rajoy le reclama a sus socios.
Las elecciones en Grecia no aliviaron la presión de los mercados sobre España, cuyos indicadores de solvencia tuvieron los peores valores desde el ingreso del país al euro. La jornada negra se produjo mientras el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, se encontraba en el balneario mexicano de Los Cabos, donde buscaba convencer –y conmover– a los socios del G-20 y a los mercados financieros de que España, que acaba de recibir un rescate para sus bancos, saldrá de su creciente crisis de deuda. Las esperanzas de Rajoy y del vocero de Asuntos Económicos de la Comisión Europea, Amadeu Altafaj, chocaron de lleno contra una cruda realidad: la rentabilidad de los bonos españoles a diez años superó ayer la línea roja del 7 por ciento –considerada por los analistas como el límite a partir del cual el país podría enfrentarse a la imposibilidad de financiarse– y, tras trepar hasta el 7,2 por ciento, cerró finalmente al 7,15 por ciento.
La prima de riesgo, que mide la diferencia a pagar por el bono español frente al alemán, se acerca, por su parte, cada vez más a la frontera de los 600 puntos básicos. Ayer cerró el día en 574, otro record, pero antes ascendió hasta los 590, mientras el Ibex 35, el índice principal de la Bolsa española, cayó un 2,96 por ciento. Como si tuviera poco con la política española, a poco de llegar a Los Cabos, Rajoy calificó los resultados de los comicios helenos, donde ganó la derecha proajuste, como “una muy buena noticia para Grecia, para la Unión Europea, para el euro y también para España”, y agregó que la decisión griega es “el preámbulo de la estabilidad económica que todos deseamos y necesitamos”. Rajoy apuntó la semana pasada a los comicios griegos como el elemento que disparaba hasta las nubes los números negativos de la economía española.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, señaló también desde la cumbre del G-20 que el castigo que sufre la prima de riesgo española no se corresponde ni con los esfuerzos ni con la potencialidad de España y dijo estar convencido de que en los próximos días o semanas los mercados lo reconocerán. Pero lo concreto es que los resultados de Grecia –que despejan los temores sobre su salida del euro, al menos por ahora– no lograron frenar el acoso de los mercados sobre España, país al que cada vez se apunta más como la próxima economía europea que deberá ser rescatada, luego de que se hiciera lo propio con Irlanda, Portugal y el país heleno.
No son pocos los analistas que señalan que el rescate limitado al sistema financiero, que Rajoy acordó el pasado 9 de junio y que insiste en presentar como préstamo a la banca sin contrapartidas en términos de políticas macroeconómicas, no va a resolver el problema de deuda, sino que puede empeorarlo. Con este panorama, el gobierno de Rajoy volvió a pedir ayer una respuesta al Banco Central Europeo (BCE) para que reanude la compra de bonos de los países de la Eurozona en problemas.
Una compra de deuda soberana, medida interrumpida por la institución europea en febrero, relajaría las tensiones que ponen en riesgo la posibilidad de financiación española en los mercados, capacidad cada vez menor debido a las crecientes dudas sobre su solvencia en un momento de recesión y con la banca abierta tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. Pero además de los mercados financieros, los sindicatos también participan de la puja en el marco de la crisis y –en franco rechazo a las políticas de ajuste– las dos principales centrales obreras, Comisiones Obreras (CC.OO.) y Unión General de Trabajadores (UGT), convocaron para mañana a movilizaciones en toda España contra los ajustes y la reforma laboral impulsados por Rajoy.
Las elecciones en Grecia no aliviaron la presión de los mercados sobre España, cuyos indicadores de solvencia tuvieron los peores valores desde el ingreso del país al euro. La jornada negra se produjo mientras el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, se encontraba en el balneario mexicano de Los Cabos, donde buscaba convencer –y conmover– a los socios del G-20 y a los mercados financieros de que España, que acaba de recibir un rescate para sus bancos, saldrá de su creciente crisis de deuda. Las esperanzas de Rajoy y del vocero de Asuntos Económicos de la Comisión Europea, Amadeu Altafaj, chocaron de lleno contra una cruda realidad: la rentabilidad de los bonos españoles a diez años superó ayer la línea roja del 7 por ciento –considerada por los analistas como el límite a partir del cual el país podría enfrentarse a la imposibilidad de financiarse– y, tras trepar hasta el 7,2 por ciento, cerró finalmente al 7,15 por ciento.
La prima de riesgo, que mide la diferencia a pagar por el bono español frente al alemán, se acerca, por su parte, cada vez más a la frontera de los 600 puntos básicos. Ayer cerró el día en 574, otro record, pero antes ascendió hasta los 590, mientras el Ibex 35, el índice principal de la Bolsa española, cayó un 2,96 por ciento. Como si tuviera poco con la política española, a poco de llegar a Los Cabos, Rajoy calificó los resultados de los comicios helenos, donde ganó la derecha proajuste, como “una muy buena noticia para Grecia, para la Unión Europea, para el euro y también para España”, y agregó que la decisión griega es “el preámbulo de la estabilidad económica que todos deseamos y necesitamos”. Rajoy apuntó la semana pasada a los comicios griegos como el elemento que disparaba hasta las nubes los números negativos de la economía española.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, señaló también desde la cumbre del G-20 que el castigo que sufre la prima de riesgo española no se corresponde ni con los esfuerzos ni con la potencialidad de España y dijo estar convencido de que en los próximos días o semanas los mercados lo reconocerán. Pero lo concreto es que los resultados de Grecia –que despejan los temores sobre su salida del euro, al menos por ahora– no lograron frenar el acoso de los mercados sobre España, país al que cada vez se apunta más como la próxima economía europea que deberá ser rescatada, luego de que se hiciera lo propio con Irlanda, Portugal y el país heleno.
No son pocos los analistas que señalan que el rescate limitado al sistema financiero, que Rajoy acordó el pasado 9 de junio y que insiste en presentar como préstamo a la banca sin contrapartidas en términos de políticas macroeconómicas, no va a resolver el problema de deuda, sino que puede empeorarlo. Con este panorama, el gobierno de Rajoy volvió a pedir ayer una respuesta al Banco Central Europeo (BCE) para que reanude la compra de bonos de los países de la Eurozona en problemas.
Una compra de deuda soberana, medida interrumpida por la institución europea en febrero, relajaría las tensiones que ponen en riesgo la posibilidad de financiación española en los mercados, capacidad cada vez menor debido a las crecientes dudas sobre su solvencia en un momento de recesión y con la banca abierta tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. Pero además de los mercados financieros, los sindicatos también participan de la puja en el marco de la crisis y –en franco rechazo a las políticas de ajuste– las dos principales centrales obreras, Comisiones Obreras (CC.OO.) y Unión General de Trabajadores (UGT), convocaron para mañana a movilizaciones en toda España contra los ajustes y la reforma laboral impulsados por Rajoy.
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