Dom 08.07.2012

EL MUNDO  › ESCENARIO

Mate amargo

› Por Santiago O’Donnell

Imposible saber desde acá lo que estará pasando por la cabeza del Pepe Mujica, pero seguro que estas últimas semanas no fueron fáciles.

En poco más de un mes perdió por paliza una elección interna, vio resurgir de las cenizas a su archirrival político, soportó críticas de su propio vicepresidente, a las que se montaron las de todo el arco opositor, y tuvo que aguantar la torpeza, deslealtad o falta de compromiso de un hombre de su riñón que ocupa un puesto clave en su gobierno, nada menos que el de canciller. Y todo eso le sucedió en gran parte por ponerle el pecho al sueño de Artigas de la integración regional, en un momento en el que muchos de sus compatriotas ven con recelo y desconfianza a sus aliados Argentina y Venezuela y dan a entender que prefieren políticas más cercanas al liberalismo económico que se referencia en Estados Unidos.

El 27 de mayo los candidatos de Mujica cayeron derrotados en la interna del Frente Amplio y como resultado se agigantó la figura de su principal rival interno, el ex presidente Tabaré Vázquez, cuya candidata Mónica Xavier (Partido Socialista) ganó con holgura las elecciones. Xavier sacó el 36 por ciento de los votos, contra el candidato de la línea interna de Mujica, Ernesto Agazzi (MPP), que sacó el 19 por ciento. El otro candidato que apoya a Mujica, Enrique Rubio (Vertiente Artiguista), sacó el 15 por ciento, mientras que Juan Castillo, el candidato comunista, sumó el 13 por ciento y los votos en blanco alcanzaron una cifra record de más del dieciséis por ciento.

Fue un resultado muy malo para el presidente uruguayo, teniendo en cuenta que en la interna del 2009 el MPP había ganado y Mujica se había llevado el 52 por ciento de los votos. El mes pasado, sumados los votos de Xavier con los votos en blanco, más de la mitad de los frenteamplistas expresaron su disconformidad con la conducción del presidente uruguayo.

“Y ya lo ve y ya lo ve, el presidente es Tabaré.” Ovacionado, aplaudido de pie, así ingresó Vázquez al Plenario Nacional del Frente Amplio para presenciar la asunción de su correligionaria socialista Mónica Xavier como presidenta de la coalición el sábado pasado en el Club Democrático de Florida.

Vázquez había dejado la presidencia uruguaya en el 2010 con un alto índice de popularidad, imposibilitado por la Constitución para competir por un segundo término. Pero el año pasado había anunciado su “retiro” de la política para apagar el fuego causado por las filtraciones de Wikileaks. Los cables habían revelado que Vázquez le había pedido ayuda a Bush para una eventual guerra contra Argentina y su odiado Néstor Kirchner por el conflicto de las papeleras sobre el río Uruguay.

En su discurso del sábado pasado, Mónica Xavier le agradeció y le dedicó su triunfo a Tabaré. Los periodistas se le fueron encima al ex presidente para preguntarle si el “retiro” había terminado. Dato no menor, ya que según las encuestas, Wikileaks y todo, hoy por hoy Vázquez es el político más popular de Uruguay.

“Estamos lejos de hablar de candidaturas, pero estoy aquí en este plenario del Frente”, dijo Vázquez a El País de Montevideo. Pícaro, comparó su participación en el plenario frenteamplista, del cual es miembro permanente, con “la vuelta de Progreso a la Divisional A” del fútbol uruguayo, club del cual es hincha.

Además de servir de escenario para la dramática reaparición de Vázquez, la elección interna impulsó la figura del otro rival interno de Mujica, el vicepresidente Danilo Astori, ex ministro de Economía de Vázquez y emergente del Partido Liberal que forma parte del Frente Amplio, llamado Frente Líber Seregni.

El Líber Seregni se impuso en la votación por partidos con el diecinueve por ciento, apenas por encima del MPP y el Partido Socialista. El margen fue mínimo, pero el crecimiento había sido importante y diversos medios uruguayos que siguieron el voto coincidieron en destacar que Astori salía fortalecido.

En este contexto se dio el golpe parlamentario a Lugo, la posterior decisión del Mercosur de suspender a Paraguay y, casi en un mismo acto, la de aprobar la incorporación de Venezuela como miembro pleno del organismo regional. Para Mujica, seguramente, el momento no fue muy oportuno.

Astori representa una línea de pensamiento. Como ministro de Economía impulsó sin éxito un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Por el contrario, fue y sigue siendo muy crítico de la asimetrías en el Mercosur entre los países más grandes y los más chicos. Habla mal de Chávez. Dentro de la alianza gobernante representa al sector más cercano al capital financiero. El año pasado se opuso a un impuesto a los latifundios impulsado por Mujica y los dos terminaron negociando.

En cambio, Almagro es otra cosa. El canciller Luis Almagro es del MPP, la línea interna de Mujica, y fue asesor de Mujica en el Ministerio de Agricultura durante el gobierno de Vázquez. Se lo suponía un incondicional del Pepe.

Pero fue Almagro quien dijo que la incorporación de Venezuela al Mercosur “no está firme” pocas horas después de que los presidentes de Uruguay, Brasil y Argentina lo anunciaran en la cumbre de Mendoza. También dijo que Mujica había sido presionado por la mandataria argentina Cristina Kirchner y su par brasileña Dilma Rousseff para hacerle un lugar en el Mercosur al país que gobierna Hugo Chávez.

Las declaraciones de Almagro explotaron en todo Uruguay. La oposición se hizo una fiesta. Se unieron para exigir una interpelación del canciller y pidieron su renuncia. Los Colorados anunciaron que retiraban sus representantes del Parlamento de Mercosur hasta que volvieran los suspendidos representantes paraguayos. Después se unieron con los Blancos y demandaron una segunda interpelación, esta vez para Almagro y el ministro de Defensa, por la presencia supuestamente no autorizada de militares venezolanos en Uruguay.

Envalentonado por los resultados de la interna, Astori usó la oportunidad para llevar más agua a su molino y salió a opinar, en medio de la tormenta, que la incorporación de Venezuela al Mercosur era una “herida” para los uruguayos.

Ante la andanada de críticas la primera reacción de Mujica fue la de un político. Dijo que mientras más pidieran la renuncia de Almagro, más se empecinaría en ratificarlo en el cargo. Pero no fueron muchas las voces que se escucharon en defensa del presidente. La que sí puso el pecho fue la senadora nacional, referente del MPP y mujer de Mujica, Lucía Topolansky, quien refutó las declaraciones de Almagro y ratificó el apoyo uruguayo a la incorporación de Venezuela.

Entonces los socialistas movieron sus fichas. Mónica Xavier, como flamante presidenta del Frente Amplio, visitó a Mujica para ratificarle que como presidente de la república seguía siendo el líder del proyecto político del Frente Amplio, y que como tal tenía todo el apoyo de ella y de toda la coalición. Dijo además que el tema Venezuela era “un tema superado”.

Quizá fue una forma elegante de recordarle a Astori que serán aliados, pero que él no representa a los socialistas, cuyo referente, ahora más que nunca, es Tabaré Vázquez. Y de paso advertirle a Astori una vez más que la postura anti Mercosur sigue siendo minoritaria dentro del Frente.

En realidad, la incorporación de Venezuela había sido aprobada por los cuatro países miembro de Mercosur en el 2006 y de vuelta en el 2009 y sólo faltaba la ratificación del Senado paraguayo. Pero según un ex alto funcionario del Mercosur, conocedor de la intrincada arquitectura legal que surge de los distintos tratados y protocolos firmados, no hacía falta el voto del Parlamento paraguayo. Es que los estatutos habían sido reformados, explicó la fuente, para que sólo haga falta la aprobación de tres de los cuatro países del Mercosur para aprobar nuevas incorporaciones. “Lo que pasó en Mendoza es que tomaron la decisión política”, me explica el experto. O sea, tenían el instrumento legal para actuar sin la aprobación de Paraguay, pero hasta ahora nunca lo habían usado.

Pero no era la letra chica del Mercosur lo que complicaba a Mujica y le hacía perder fuerza dentro del Frente Amplio. Su problema, decían sus críticos, era la relación con Argentina y Venezuela. Que negociara con los chavistas y los cortadores de puentes. Que eligiera mal a sus amigos. El jueves, el Pepe no aguantó más y salió a contestar.

Dijo que se sentía muy solo en la defensa de la relación con la Argentina. dijo que no es ninguna novedad que los argentinos son difíciles, pero son los vecinos que hay, que no se puede mover a Uruguay a otro continente, que hay que negociar, negociar y negociar y si no que alguien le mande la receta para hacer algo diferente. Dijo que los argentinos hicieron Punta del Este y gran parte del Uruguay, pero que lamentablemente cuando Argentina juega al fútbol con Alemania los uruguayos hinchan por Alemania. Les pidió a los uruguayos que cambien un poco esa mentalidad.

Respecto de Venezuela, Mujica aclaró que no está ingresando el chavismo al Mercosur, porque los gobiernos pasan, van y vienen. Dijo que lo que se aprobó es el ingreso de un país, un país con mucho petróleo que Uruguay necesita comprar, un país que demanda muchos alimentos que Uruguay necesita vender.

Imposible desde acá meterse en la cabeza del Pepe, pero uno se lo puede imaginar tomando mate en el patio de su rancho de Rincón del Cerro, mientras repasa lo que hizo bien y lo que hizo mal después de un mes bastante duro. Desde pequeñas cuestiones tácticas como ir a la interna con dos candidatos en vez de uno o no haber arreglado con los comunistas, hasta las grandes preguntas sobre cómo cohesionar el frente externo con el frente interno, y el largo plazo con las presidenciales del 2014. Podrá sentirse tranquilo por la salud del Frente Amplio, con figuras respetadas como Vázquez, Astori, Topolansky y Mónica Xavier, referente de la campaña para legalizar el aborto. Todos ellos le garantizan a Mujica que su formación política tendrá grandes chances de competir con éxito por el poder en los años venideros y así se podrán profundizar los cambios que se vienen realizando. Pero no habrá sido fácil para el Pepe digerir la derrota en la interna y la falta de apoyo a su política exterior.

Uno lo imagina en la puerta de su rancho como en esta foto de Gonzalo (foto), con la mirada perdida en el horizonte, buceando en su memoria. Con su recuerdo de prisionero tupamaro en tiempos de dictadura para darse ánimo, recordándose que ha salido triunfante de situaciones peores.

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