EL MUNDO › ANA MIRANDA, EURODIPUTADA DEL BLOQUE NACIONALISTA GALEGO
La legisladora del Parlamento Europeo señala que en España el gobierno está dejando morir a las pequeñas y medianas empresas. Y las personas pierden sus casas porque no pueden pagar la cuota. “Es una vuelta atrás muy grande.”
› Por Angel Berlanga
Con un ojo en las movilizaciones de protesta masivas en España, tras los últimos recortes de Mariano Rajoy, y con otro en las repercusiones del paso de la delegación parlamentaria, que estuvo observando la situación en Paraguay: así andaba ayer por la tarde la eurodiputada Ana Miranda, del Bloque Nacionalista Galego, integrante del Grupo Verde-Alianza Libre Europea, que con 58 miembros constituye el cuarto bloque en importancia de ese Parlamento con sede en Bruselas. Allí, tres meses atrás, fue abucheada por sus pares españoles por oponerse a que se sancionara al Estado argentino por la expropiación de YPF: “Soberanía de los países y derecho al autoabastecimiento”, planteó entonces. “Fue curioso, pero esta posición repercutió mucho más que mis planteos sobre Galicia”, se reía ayer a la tarde en Buenos Aires, escala en su regreso hacia sus pagos, convulsionados por la fase de groseros ajustes neoliberales, de los que esta legisladora es crítica férrea.
–Como opositora al Partido Popular, tendría bien analizado a Rajoy (que también es gallego). ¿Le sorprendió, de todos modos, la virulencia de sus medidas?
–No, es lo que esperábamos. Quizá las últimas, que él presentó a los diputados, son demasiado excesivas. Y son, sobre todo, demasiado próximas a las anteriores. Pero sí, esperábamos esta agenda de reducción de derechos, de falta de inversión pública, de achique del sistema social y del Estado de Bienestar. Están desmantelando todo. Han puesto copago en la sanidad, que era uno de los baluartes del Estado español. Rajoy responde a los dictados de Merkel y del FMI, que están marcando la hoja de ruta para las políticas sociales europeas, pero están haciéndolo muy mal, de un modo muy incisivo, alejado de la gente. La falta de empleo es un problema tremendo y no hay estímulos para recomponer eso, están dejando morir a las pequeñas y medianas empresas. La gente pierde sus casas porque no puede pagar las cuotas. Es una vuelta atrás muy grande. Con el anuncio de las últimas medidas, hasta algunos diputados del PP se sorprendieron. Y esto no ha hecho más que empezar. Los funcionarios, que allí son los empleados públicos, son medio país: el recorte de sus pagas va a traer consecuencias muy graves.
–Hay un crescendo en las protestas sociales. ¿Qué repercusiones cree que traerán?
–Los partidos de izquierda, algunos incluso periféricos, veníamos anunciando lo que se avecinaba: nos tomaban por derrotistas, pesimistas. Por desgracia, lo que observábamos se viene dando. La protesta del 15-M supuso una gran dinámica, que despertó la conciencia de mucha gente; pero no acabó de cuajar la cosa, porque Rajoy fue electo y eso significó una decepción. Creo que los movimientos sociales van anticipados a la sociedad, pero las organizaciones políticas vamos algo detrás: hay un desfasaje todavía. Ahora empieza a reaccionar la gente que hasta aquí no protestaba por nada, que estaba en su casa y veía la crisis, conformista. El tema de las cuentas “preferentes”, por ejemplo, que es una especie de corralito, derivó en muchos ancianos haciendo piquetes en los bancos, por ejemplo, con legítimo derecho. Las movilizaciones que hay hoy sí parecen importantes y muy masivas: a ver si esto alienta a un pacto social contra esas medidas de austeridad. Hasta ahora, frente a lo que viene pasando, veía a una sociedad un poco aletargada.
–Vienen viéndose, también, muestras de represión.
–Cada vez que hay alguna manifestación se dan palos. Es verdad que la policía está más democrática, pero de acuerdo con el gobierno de turno en las autonomías, baja la línea a los cuerpos de seguridad: en Valencia o en Madrid, donde gobierna el PP, hay un recrudecimiento. Se empieza a notar una suave criminalización de las protestas. Antes la excusa era ETA y ahora serán los movimientos sociales.
–¿Piensa que la situación en España alcanzará la gravedad de la de Grecia?
–Ojalá que no, pero con este ritmo de ajustes... La prima de riesgo sigue subiendo, a pesar de que se aplica lo que piden. El riesgo de caer y ser intervenidos es enorme. Y en el caso del Estado español, por tener un sistema autonómico, sería muy complicado y llevaría a un fracaso político que podría derivar en que la UE explote. La intervención en Grecia ya dejó a la Zona Euro en una situación muy grave.
–¿Cuál es su opinión sobre Merkel y su política?
–No se conforma con nada. Alemania es un país exportador por excelencia y su Estado ha encontrado en la UE un sistema perfecto para enviar sus mercancías a todas partes y para dictar qué hace cada Estado. ¿Cómo es posible que Galicia, que tiene una industria naval potentísima, no tenga carga de trabajo? Porque no podemos construir barcos por una restricción europea. Los astilleros alemanes, sin embargo, van bárbaro. Alemania ha concebido una política comercial, pero no hay una equivalencia en lo social y en lo fiscal. Aquí hay un problema de centro y periferia. Exige políticas de austeridad para que la UE se salve, pero ellos, mientras, suben su renta.
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