EL MUNDO › EN LA CUMBRE ENTRE EL PRESIDENTE FRANCES, HOLLANDE, Y EL PREMIER GRIEGO, SAMARAS
Hollande pidió a Samaras que se termine la ola de especulaciones sobre la permanencia de Grecia dentro de la Zona Euro y que Atenas envíe signos de que respetará sus compromisos
› Por Eduardo Febbro
Desde París
El primer ministro griego se fue de París con un nuevo pedido formulado por el presidente francés: “credibilidad”. En la segunda visita que realiza con el traje de jefe del Ejecutivo a un país de la UE –el primero fue Alemania–, Antonis Samaras le reiteró a François Hollande que Grecia cumplirá con todos los compromisos pactados con sus socios de la UE y que ese éxito será el de “toda Europa”. El mandatario francés, sin embargo, dio muestras de reserva y le respondió con dos planteos. El primero: que se ponga término de una vez a la ola de especulaciones sobre la permanencia de Grecia dentro de la Zona Euro –17 países de los 27 que componen la unión. El segundo, que Atenas envíe signos de “credibilidad” en lo que atañe el respeto de sus compromisos frente a las políticas de ajuste que Grecia debe aplicar. Aunque más amable, François Hollande no fue menos rígido que la canciller alemana Angela Merkel. El presidente francés alabó “el doloroso esfuerzo de los griegos” pero, seguidamente, recalcó que Atenas debe “ir hasta el final” en la aplicación de las medidas de austeridad pactadas con los socios europeos.
Nada parece haber cambiado tras este encuentro que se llevó a cabo en París. Muchas alabanzas, agradecimientos y concordia verbal pero la línea del horizonte no se ha movido: hasta lo último con los ajustes y el ahorro. François Hollande desplazó la cuestión al terreno de la responsabilidad y volvió a barrer la idea de que Atenas se vaya del euro: “debemos actuar de forma tal que la cuestión de Grecia en la Zona Euro no se plantee más. Para mí, esta cuestión no existe. Grecia está en la Zona Euro y deberá permanecer allí”, dijo Hollande antes de agregar una idea imposible: “Grecia debe demostrar la credibilidad de su programa y la voluntad de sus dirigentes para ir hasta el final haciendo lo posible para que esto sea soportable para la población”. La ecuación que le plantean a Atenas París y Berlín resulta una hazaña: pagar las deudas, implementar ajustes y ahorrar gastos sin fabricar más pobres. Grecia atraviesa su quinto año seguido de recesión y busca ahora un poco de oxígeno, o sea, tiempo para respetar las pesadas obligaciones presupuestarias negociadas en virtud del segundo plan de ayuda internacional por un monto de 130 mil millones de euros. Pero pocos son los que están dispuestos a detener el reloj. Alemania es el principal adversario de una prórroga. En una entrevista que aparece este domingo en el Tagesspiegel, el ministro alemán de Finanzas, el muy ortodoxo Wolfgang Schäuble, reafirmó su hostilidad a toda demora: “Si más tiempo quiere decir más dinero, eso desembocaría rápidamente en un nuevo plan de ayuda. No es una manera correcta de resolver los problemas fundamentales”.
François Hollande dejó claro ayer que el tiempo apremia. El futuro está hoy en manos de la troika –Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional– que debe examinar las cuentas griegas hacia mediados de septiembre. De allí en adelante los acreedores de Grecia decidirán si desbloquean el nuevo paquete de ayuda previsto en octubre o si le otorgan a Grecia el plazo que pide –dos años–. François Hollande recordó que los compromisos pendientes atañen a las dos partes –Europa y Grecia–: “Cuanto más pronto se tomen las decisiones, mejor será”, dijo Hollande. Samaras tendrá que explicarle eso a su pueblo. Nada indica que le dejen suficiente tiempo para la pedagogía del sacrificio perpetuo.
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