Lun 27.08.2012

EL MUNDO  › LA VOCERA DE LA ASAMBLEA DE ESTUDIANTES SECUNDARIOS DE CHILE

Eloísa, una líder pingüina

La joven de 17 años Eloísa González es una de las caras más visibles de los “pingüinos”, como llaman a los alumnos secundarios. Afirma que el gobierno de Piñera apuesta al desgaste y a la división del movimiento estudiantil.

› Por Christian Palma

Desde Santiago

El pasado 8 de agosto, cuando en medio de una de las tantas marchas que han llevado adelante los estudiantes entre 2011 y 2012, se quemaron tres micros de pasajeros en Santiago, a la joven de 17 años y vocera de la Asamblea de Estudiantes Secundarios (Aces), Eloísa González, no le tembló la voz para acusar al gobierno de Sebastián Piñera de levantar un montaje para criminalizar al movimiento estudiantil. Lo hizo en un medio televisivo de cobertura nacional. Luego morigeró sus dichos, pero dio cuenta del carácter de la nueva cara visible de los pingüinos, lo que, de paso, encendió otra vez la causa estudiantil chilena, como lo reconocen todos los actores. Eloísa claramente prendió las alarmas en los escritorios de las autoridades, que veían cómo pasaba el tiempo y las movilizaciones permanecían quietas. Incluso el alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, la calificó como “uno de los liderazgos más negativos que he visto en el último tiempo”, acusándola de incentivar la violencia. Ella, sin embargo, sigue dando la cara como el sábado –luego de que las fuerzas policiales disolvieran un encuentro de secundarios– cuando declaró que “la violencia trae más violencia y en democracia no es la forma de expresarse. No hay que hacerse las víctimas si provocan”. Con esa franqueza, la chica de pelo rojo, que vive sola con su madre profesora, quiere estudiar literatura o economía y reconoce abiertamente su condición de lesbiana, conversó con Página/12 afuera de la casa central de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, donde temas como la educación gratuita y de calidad, el fin del lucro y el regreso de la educación pública al gobierno central se mezclaron con los ideales de la nueva líder.

–Usted lidera la Aces, el ala más radical de los secundarios. ¿Cómo es el trabajo diario en la asamblea?

–En el movimiento estudiantil secundario históricamente han existido varias organizaciones principales, una que cree en un modelo federativo y otra en el modelo asambleísta que permite hacer mejor las tareas y que cuenta con la participación de estudiantes de base, que es donde yo participo. Acá todos trabajamos por igual, el que habla en los medios de comunicación también sale a “machetear” (pedir en la calle) plata, hace lienzos para las asambleas. Todo el mundo tiene tareas, incluyéndome a mí. Cada semana participan en promedio 50 liceos.

–La Aces es más combativa, entonces, ¿convoca a los colegios periféricos?

–La asamblea representa a colegios más periféricos que no han estado en otras organizaciones. En cuanto al tema de la combatividad, nos definimos como una asamblea analítica, pero al mismo tiempo de acción, es decir, combinamos más cosas; las movilizaciones nos permiten generar propuestas, pero también reforzar las movilizaciones.

–Cuando se quemaron tres micros el gobierno le dio con todo. ¿Cómo toma esas críticas?

–La responsabilidad no es de nosotros. Nosotros marchamos, nos tomamos los colegios y explicamos nuestras demandas, que tienen que ver con la cruda realidad que estamos viviendo como secundarios. Creemos que la violencia fundamental es la que se da día a día en el interior de los establecimientos, esto no pasaría si el gobierno nos diera una solución pronta al conflicto.

–¿Pero se individualizó en usted?

–Fue un ataque directo a mi persona, pero como yo represento a una asamblea, dejamos en claro que respondo a lo que se decide en conjunto y la mejor herramienta que tenemos para descartar las acusaciones en mi contra es que yo represento a un amplio movimiento de secundarios.

–¿Está de acuerdo con que ustedes le dieron el empuje al movimiento este año?

–Sí, efectivamente, pero los secundarios históricamente han sido de avanzada y han levantado los movimientos estudiantiles porque no hubo nunca una respuesta concreta a nuestras demandas, ni un mínimo avance, sino más bien la profundización e imposición de la agenda privatizadora del gobierno.

–¿Desde cuándo no conversan con el gobierno?

–Ufff, desde el año pasado, buscamos respuestas que jamás llegaron.

–¿El gobierno apuesta al desgaste?

–El Ejecutivo apuesta al desgaste y a la división y critica al movimiento estudiantil con políticas que buscan bajarle el perfil.

–¿Cómo consideran al ministro de Educación, Harald Beyer?

–Es de una línea mucho más dura que los dos ministros anteriores, mucho más cerrado al diálogo y más reacio a nuestras demandas y eso les hace mal a él y a su gestión. Debe entender que aquí hubo dos ministros que ya fueron reemplazados y, ante eso, debería hoy preocuparse por la situación en la que estamos.

–¿Se radicalizó el movimiento?

–En Twitter se dice que el ministro no pasa de agosto (ríe). Sí debería preocuparse por las movilizaciones y tratar de dar respuestas pronto porque se viene un aumento de las movilizaciones. Se le viene difícil.

–¿Fue una falla no coordinarse mejor el año pasado con los universitarios?

–Sí. En 2011 no nos consideraron tanto. Esto aparecía como una política de los universitarios. Este año nos han validado con la coordinación de las marchas.

–Falló en ese sentido la gestión de Camila Vallejo.

–No sólo la gestión de ella, sino la de todos los líderes universitarios. Este año hubo un cambio de dirigentes y un cambio de política de ellos.

–¿Qué se viene para los próximos días?

–El 28 (mañana) nos sumamos al paro de secundarios, universitarios y profesores y se vienen los aumentos de tomas de los liceos en la periferia.

–¿Su lucha apuntará a las reivindicaciones de las minorías?

–Dependerá de dónde esté ubicada. Ahora mi lucha es por los secundarios, seré universitaria y lo haré desde ahí. Pero va ligado a que acá estamos luchando por los derechos fundamentales del pueblo y diciendo no a la discriminación en todo sentido. No tengo líderes espejo. Ni me gusta algún político o partido. No voy a votar en las municipales porque no lo veo como un mecanismo que cree cambios de verdad. En las presidenciales tampoco. No me gusta ningún candidato, no creo en el criterio del mal menor, los movimientos sociales deben plantear qué es lo que quieren para generar así cambios.

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