EL MUNDO › LA MOVILIZACIóN DE LOS ESTUDIANTES CHILENOS CONVOCó A DOSCIENTAS MIL PERSONAS EN SANTIAGO
El movimiento que aglutina a alumnos y docentes secundarios y universitarios catalogó de exitosa la movilización. El gobierno insistió en que el lugar para tratar el tema educativo es el Congreso. Algo que los jóvenes consideran insuficiente.
› Por Christian Palma
Desde Santiago
Todo el que fue ayer a la marcha que convocaron los secundarios, universitarios y profesores de Chile tuvo la oportunidad de participar en una fiesta popular que incluyó cánticos, bailes, lienzos, tambores y mucha alegría. Según los organizadores fueron 200 mil las personas que se plegaron pacíficamente en Santiago (50 mil según Carabineros) y muchos miles más en regiones, echando por tierra la tesis del gobierno de Sebastián Piñera que ha señalado que la causa estudiantil perdió fuerza, que está dividida y que sólo atrae a la violencia.
La Alameda –símil de la 9 de Julio en Santiago– colmada de lado a lado en un recorrido que se extendió al menos por 15 cuadras volvió a ser el encuentro entre estudiantes, padres, abuelos, trabajadores y chilenos anónimos que ven cómo el tiempo pasa y las demandas por una educación gratis y de calidad y diversas reivindicaciones siguen entrampadas en cualquier parte. Desde los edificios, numerosos carteles con leyendas contra el lucro en la educación o criticando al gobierno coloreaban más el ambiente.
“El que no salta es paco, el que no salta es paco”, gritaba la muchedumbre enrostrando a los policías ese sobrenombre que los enerva. En las marchas anteriores, los manifestantes protestaron por el excesivo uso de la fuerza por parte de Carabineros. Denuncias incluso por abusos sexuales contra menores se han hecho públicas. De hecho, el instituto Nacional de Derechos Humanos ha declarado que “preocupa el uso de la fuerza policial de manera desproporcionada e indiscriminada en los contextos de manifestación estudiantil, y en particular, los hechos y vejámenes de connotación sexual a niñas y adolescentes detenidas, que se han visto denigradas y humilladas en su dignidad. No quisiéramos creer que se trata de una estrategia para desalentar la libertad de expresión y reunión por medios de esta naturaleza”.
Por eso, la atención estaba puesta en el accionar de la policía uniformada y en el comportamiento de los estudiantes. Como una forma de morigerar los ánimos, Carabineros anunció que sus efectivos saldrían a la calle sin el uniforme usado por las fuerzas especiales y que sólo acompañarían la comitiva humana.
Al final del recorrido, la masa se detuvo frente al escenario montado cerca del club hípico donde, antes de los discursos, un cantante popular subió más el ánimo. Al realizar el balance, los dirigentes calificaron la concentración como de un “completo éxito” y endilgaron la responsabilidad del gobierno a abrir canales de diálogo, que no estén supeditados a los proyectos de ley que ha mandado al Congreso, sino que tome en cuenta sus demandas que se traducen en cinco puntos clave: educación gratuita y de calidad, fortalecimiento a la educación pública, fin al lucro en el sistema, desmunicipalización de los colegios y fortalecimiento de los gobiernos estudiantiles al interior de las universidades.
“Ojalá que el gobierno dé una muestra de humildad y que de una vez por todas terminemos con este teatro de lo absurdo. Ministro, usted tiene la palabra ahora”, afirmó el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Gabriel Boric. “El movimiento estudiantil no es una minoría y de que estamos todos juntos avanzando en un mismo objetivo”, agregó. Su par de la Universidad Católica, Noam Titelman, afirmó que esta movilización “marca un punto de inflexión. Se acabó la fiesta para algunos y empezó la fiesta ciudadana”, sentenció.
Al terminar la jornada, enfrentamientos entre chicos con la cara cubierta se desarrollaron en varios puntos de Santiago. Carabineros, que sacó a más de 200 efectivos a la calle cuando empezaron los desmanes, los disolvió de la manera habitual: con gases y agua con químicos. Y detuvieron a 200 personas.
Ante la innegable masividad del acto, el ministro vocero de gobierno, Andrés Chadwick, calificó de “importante y significativa la marcha, lo que demuestra que si contamos con la colaboración de los propios dirigentes en saber controlar y en saber resguardar que las movilizaciones no tengan hechos de violencia ni generen acciones de violencia se puede hacer una movilización en términos tranquilos y en paz”.
Finalmente, el ministro de Educación, Harald Beyer, uno de los más criticados por los estudiantes que lo han tildado de “tener oídos sordos” y uno de los que han dicho que los líderes ya no tienen representación, tomó el guante y respondió con lo de siempre: “El diálogo está abierto”, pero, en el Congreso. Claramente en sus términos, responden los chicos.
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