Desde Tampa

Mitt Romney volverá a la campaña esta mañana con su compañero de fórmula Paul Ryan, energizado por la algarabía de la sesión de cierre de anoche de la convención republicana, que trató de encender una hoguera con Barack Obama como el presidente del fracaso, desilusión y desesperanza. Una charla coreografiada al minuto que comenzó bajo la nube del huracán Isaac y parecía apática al principio, encendida con el discurso de Ryan el miércoles y por supuesto el discurso de Romney mismo que estaba programado para anoche, en un escenario de la convención transformado para acercarlo a la gritona muchedumbre del piso.

La difícil tarea de Romney había sido bien publicitada: presentarse a sí mismo al final como un candidato que puede conectarse con la gente común, que está más orgulloso que incómodo con su mormonismo y quien, sobre todo, tiene lo necesario para sacar al país del bache económico con una agenda para comenzar a trabajar en la economía y crear empleos.

“Creemos en Estados Unidos, aunque los últimos cuatro años han estado llenos de dificultades y desilusiones, dudas y desesperación”, dijo durante la jornada. “Creemos en Estados Unidos, aunque las fracasadas políticas del presidente Obama nos han dejado con un alto nivel de desempleo, sueldos más bajos y la economía más débil desde la Gran Depresión.”

“Ahora es el momento de unirnos y dejar atrás las decepciones de los últimos cuatro años, y dejar de lado las divisiones y recriminaciones... ahora es el momento de restaurar la promesa de Estados Unidos”, afirmó Romney en el discurso que pronunció anoche al aceptar la candidatura presidencial por el Partido Republicano. Mientras el equipo de Romney espera un empujón en las elecciones, que ya muestra una carrera esencialmente empatada, será el turno de los demócratas la semana que viene de recobrar la atención con su convención en Charlotte, Carolina del Norte. De ahí, serán dos meses de un combate ideológico feroz, alimentado por los gastos de campaña que baten records.

La mesa estaba servida para Romney por los oradores que durante tres noches habían hostigado a Obama con la economía y, sobre todo, por un comentario que hizo implicando que el gobierno, no la empresa pública, es el mejor motor para los empleos. Los preparativos anoche incluían a Jeb Bush y el senador de Florida, Marco Rubio. Pero el sello en Tampa de la plataforma del partido expuso en forma directa una sacudida que desde hace cuatro años defrauda los pedidos de unidad del partido.

Entre los ítem más llamativos en el documento de 50 hojas estaba una agresiva defensa de la tenencia de armas, que hasta rechaza pedidos que han surgido ante las recientes masacres en Wisconsin y Colorado para que se pongan nuevos límites al calibre de los proyectiles de los propietarios privados de armas. “Nos oponemos a la legislación que intenta restringir nuestro derecho a la Segunda Enmienda al limitar la capacidad de los proyectiles o los cargadores”, dice la plataforma. También le dio el visto bueno a las prioridades del libertario Ron Paul con un promesa de auditar la Reserva Federal anualmente y considerar atar el dólar a metales preciosos.Con su marido, John McCain, la nominada republicana de 2008, a su lado, Cindy McCain le dijo a CNN que ellos no apoyarían un lenguaje en la plataforma que prohibiera todos los abortos, aun en caso de violación e incesto. “John y yo claramente tenemos una posición distinta a la de la plataforma sobre ese tema”, dijo. Tampoco bailó al son de la postura sobre el aborto del candidato mismo.

La importancia de a cuál iglesia él pertenece fue minimizada por Mike Huckabee, un ex pastor bautista y candidato presidencial. “Me importa mucho menos a qué iglesia lleva Romney a su familia, que hacia dónde lleva a su país”, dijo.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.