Al menos 73 personas murieron y más de 250 resultaron heridas en atentados cometidos en Irak durante las últimas horas, incluida la explosión de una bomba cerca de un consulado francés y otra en la sede de la compañía petrolera pública iraquí. Estos ataques llevan a 118 los muertos por la violencia en ese país desde comienzos de septiembre. La mayoría de los ataques se produjeron poco antes de la condena a muerte en ausencia del vicepresidente sunnita Tarek al Hashemi, hallado culpable de haber encargado dos asesinatos.

Hashemi niega la acusación y denuncia un juicio político.

En Nasiriya, a 300 kilómetros al sur de Bagdad, una bomba colocada en un coche estacionado cerca del consulado de Francia estalló a las 9 (hora local), según una fuente diplomática francesa. El cónsul honorario no se encontraba en el lugar. Según la página web del municipio, una persona murió y otra resultó herida. En la misma ciudad, un atentado con coche bomba frente a un hotel causó dos muertos y otros tantos heridos, informó el director del hospital municipal y una fuente de los servicios de seguridad.

El atentado más mortífero se produjo en un mercado, cerca del mausoleo del imán chiíta Alí al Sharki, en el sur del país, donde estallaron dos coches bomba. El primero explotó cuando el mercado estaba abarrotado de gente y el segundo cuando llegaron los equipos de auxilio. Catorce personas murieron y 60 fueron heridas, según el médico Alí al Alaa, de los servicios sanitarios de la provincia de Mesena. En Bagdad cinco atentados con coche bomba dejaron al menos 32 muertos, de los cuales 13 fueron en el bastión chiíta de Sadr City. Los ataques dejaron también 102 heridos, según una fuente del Ministerio de Interior y una fuente médica. El sábado por la noche, desconocidos abrieron fuego contra soldados en un retén militar cerca de Balad, a 70 kilómetros al norte de Bagdad. Otra bomba colocada a la orilla de la carretera estalló cuando llegaron refuerzos al lugar. En total, 11 soldados perdieron la vida y ocho más resultaron heridos, según un coronel y un médico del hospital de Balad.

En la mañana de ayer, una bomba estalló cerca de Kirkuk, en el norte del país, en el estacionamiento de la sede de la empresa petrolera pública iraquí North Oil, compañía encargada de la explotación de hidrocarburos en la zona. Siete personas murieron y 17 resultaron heridas, según un oficial de la policía y un doctor de un hospital cercano. El centro de la norteña localidad de Kirkuk también fue escenario de dos atentados, que causaron tres muertos y más de 70 heridos, según un oficial de la policía y un médico del hospital local. Las calles de la localidad estaban desiertas.

La ciudad forma parte de una franja territorial de 650 kilómetros que se disputan la región autónoma de Kurdistán y Bagdad.

Hasta el momento, nadie se atribuyó la ola de atentados, pero en Irak, Al Qaida afirmó recientemente que quería reconquistar el territorio perdido. También hubo ataques mortíferos en el oeste de Kirkuk, Tuz Jurmatu, Tal Afar, Samarra, Taji y Baquba. En Basora, la gran ciudad del sur, que no suele verse golpeada por la violencia, hubo tres muertos y al menos 20 heridos al estallar un coche bomba.

A todo esto, un tribunal condenó a muerte en esa ciudad al vicepresidente iraquí, el sunnita Tareq Al Hashemi, prófugo de la Justicia y refugiado en Turquía. La máxima Corte penal del país asiático decretó una condena de muerte mediante ahorcamiento para el vicepresidente, encontrado culpable de los cargos de terrorismo, de haber liderado un escuadrón de la muerte y estar involucrado en el asesinato de un abogado y miembros de los servicios de seguridad. La sentencia incluye a su yerno y asesor, Ahmed Kahtanha, según aseguró el vocero judicial, Abdul Sattar al Birqdar.