En Holanda, los liberales de derecha (VVD), el partido del primer ministro, Mark Rutte (foto), ganaban ayer las elecciones legislativas y se alzaron con 41 escaños, seguidos muy de cerca por los laboristas que cosechaban 39 bancas, según un sondeo realizado a boca de urna tras el cierre de los colegios electorales. El VVD sería la primera fuerza del Parlamento holandés, formado por 150 diputados, aunque necesitaría formar una coalición para gobernar, según las cifras de la encuesta elaborada por la empresa Synovate para la televisión pública y difundida al cierre de las urnas.

Estos resultados preliminares muestran el triunfo del europeísmo, tras una campaña marcada durante su primer tramo por las tesis euroescépticas de los socialistas de izquierda y, más radicalmente, del xenófobo Geert Wilders (PVV), cuya propuesta para salir de la Zona Euro fue claramente rechazada por los ciudadanos. Tanto liberales como laboristas ganarían, según este sondeo, más bancas (diez escaños respecto de los comicios de 2010). Los grandes derrotados serían las formaciones de extrema derecha e izquierda. Por un lado, el antimusulmán Partido para la Libertad (PVV) del polémico Wilders pierde once escaños y suma solamente trece, según el sondeo. Wilders reconoció su derrota y señaló que “el votante habló y los eligió a ellos. Nuestra campaña optó por Holanda, pero no tuvimos éxito. Mañana curaremos nuestras heridas”, agregó. Su número dos, Fleur Agema, en declaraciones a la prensa, se mostró sorprendida por haber bajado de los 24 escaños, obtenidos en la anterior elección legislativa, a 13 bancas.

Por su parte, los socialistas radicales, grandes protagonistas de la campaña y a quienes los sondeos atribuían un avance de al menos cinco escaños, se quedarían en los mismos quince asientos que tuvieron en 2010. El avance de los dos grandes partidos, que repiten el ajustado mano a mano de 2010, también provoca una sangría en la democracia cristiana (CDA), que logra trece escaños, ocho menos que hace dos años. Los verdes de GroenLinks también se encuentran entre los perdedores, con cuatro escaños, ocho menos que en las legislativas anteriores, mientras que el partido de centro D66 sube dos escaños, acumulando doce diputados.

Tras haber acudido a las urnas en cinco ocasiones durante la última década, Holanda apostó por huir de los extremos y dar poder a partidos tradicionales, lo que debería otorgar mayor estabilidad al gobierno. Estas elecciones llegan después de que el gobierno–una coalición que no contaba con la mayoría absoluta junto a los democristianos– se desmoronase en abril, cuando el PVV de Wilders le retiró el apoyo al no aceptar los recortes para cumplir con los objetivos de déficit.