Una serie de fuertes enfrentamientos se registró ayer en Líbano, luego de que miles de personas se reunieran en Beirut para despedir los restos del jefe de la Inteligencia policial, el general Wissam al Hassan, asesinado el viernes en un atentado con coche bomba. Poco después del funeral del jefe policial, cientos de personas intentaron asaltar la sede del gobierno, ubicada en el centro de la capital libanesa, donde se localiza la oficina del primer ministro, Nayib Mikati. Mientras tanto, otros miles de manifestantes intentaron quebrar las medidas de seguridad desplegadas por la policía en el centro de la ciudad.

Las fuerzas de seguridad respondieron lanzando gases lacrimógenos y varias personas resultaron heridas. La situación pudo ser controlada después de que las tropas del ejército, respaldadas con tanques, se desplegaran en torno del palacio de gobierno. Desde el mediodía, mujeres, hombres y niños acudieron a la Plaza de los Mártires, en el corazón de Beirut, con banderas libanesas, para participar en el entierro del jefe de los servicios secretos. En el mismo lugar, pero hace siete años, se produjeron también manifestaciones masivas, cuando se enterró al asesinado ex primer ministro Rafik Hariri. El general Al Hassan era en 2005 su jefe de seguridad.

“Queremos la dimisión de este gobierno sirio”, exigían los manifestantes del movimiento antisirio 14 de Marzo. Muchos de ellos vestían de negro y portaban imágenes de los dos muertos. Los seguidores de la oposición ven tras los atentados contra Al Hassan y Hariri al régimen de Damasco y al movimiento chiíta Hezbollah, que apoya el actual gobierno libanés del primer ministro Nayib Mikati. “Al Hassan estaba muy arriba en la lista negra”, cree el ex ministro Marwan Hamadeh, que sobrevivió a un atentado en 2004. La protesta de ayer fue bautizada “Día de la ira”. “Vengaremos el asesinato de Al Hassan”, gritaban los manifestantes ante el despliegue de las fuerzas de seguridad.

Los restos de Al Hassan fueron despedidos en la mezquita Amin, conocida como Rafik Hariri, en homenaje al ex primer ministro asesinado. El ataúd del jefe de Inteligencia, envuelto en una bandera libanesa, fue llevado en brazos por sus compañeros de las fuerzas de seguridad hasta el interior del templo, ante la mirada de los líderes políticos libaneses que acudieron al funeral.

Poco antes se había celebrado una ceremonia privada en el cuartel general de las fuerzas de seguridad del interior. El presidente Michel Suleiman aseguró a los participantes del funeral que el asesinato fue dirigido contra el Estado libanés. “Todas las instituciones de seguridad, políticas y judiciales deben unirse para salvaguardar al Líbano”, manifestó el funcionario. El jefe de la policía, general Achraf Rifi, destacó en un discurso que Al Hassan desempeñó un papel importante en la investigación sobre el asesinato de Hariri y descubrió varias redes de espionaje que trabajaban para Israel, entre otros.

El atentado del viernes incrementó la tensión en el Líbano, país dividido entre partidarios y detractores del gobierno sirio de Bashar al Assad, y donde la crispación es perceptible, sobre todo, en las áreas de mayoría sunnita, comunidad a la que pertenecía Al Hassan. En este contexto, el primer ministro, Nayib Mikati, dejó en el aire su dimisión a la espera de que Suleiman lleve a cabo consultas con los líderes políticos participantes en la mesa de diálogo nacional. La oposición libanesa, agrupada en la coalición antisiria 14 de Marzo, pidió la dimisión inmediata de Mikati, a quien responsabilizó directamente de lo ocurrido.

“Cuando Hariri fue asesinado, convocamos nuestra revolución de los cedros”, señaló un manifestante. “Hoy hemos venido por una nueva guerra contra Siria”, agregó.