Una protesta de los estatales franceses contra la reforma jubilatoria impulsada por el premier Jean-Pierre Raffarin se inició anoche con una huelga ferroviaria a la que se sumarán luego escuelas, hospitales, correos y oficinas de impuestos, en una conflictiva semana de paros que irán acompañados de grandes movilizaciones. Mientras que el clima social, tenso desde hace varias semanas, se endurece aún más, el gobierno del primer ministro de derecha Raffarin anunció ayer, como indicio de flexibilidad, la postergación de una muy controvertida reforma en el sector de la educación, que busca descentralizar la gestión de unos 100.000 empleados no docentes.
La huelga del transporte público afectará a unas 50 ciudades de todo el país. A su vez, los profesores permanecen movilizados contra el proyecto de reformas de las jubilaciones, al igual que un gran número de funcionarios y empleados, porque prevé una prolongación de los años de aportes jubilatorios, que pasarían de 37,5 a 40 años para los estatales, como ya ocurre en el sector privado. La intención es elevar los aportes a 42 años en 2020, medida que cuestiona el derecho de jubilarse a los 60 años de edad. Sólo algunos sindicatos y los socialistas de la CFDT, entre otros, firmaron el acuerdo y levantaron las medidas de lucha. Mientras tanto, los comunistas de la CGT y los socialdemócratas de Force Ouvrière (FO) están en pie de guerra.