EL MUNDO › AL JURAR SU SEGUNDO MANDATO, BARACK OBAMA ASEGURó QUE UNA DéCADA DE GUERRA ESTá AHORA ACABANDO
El presidente norteamericano prometió una segunda presidencia progresista. Reivindicó los derechos de los homosexuales y dijo que trabajará por los inmigrantes.
El líder del Partido Demócrata, Barack Obama, juró ayer públicamente su segundo mandato como presidente de Estados Unidos en una ceremonia que se llevó a cabo frente al Capitolio. En el acto de asunción, que fue seguido por cientos de miles de personas, el jefe de Estado prometió que en estos cuatro nuevos años seguirá una agenda progresista que tendrá en cuenta los derechos de los homosexuales, de las personas inmigrantes y que también tomará en cuenta el cambio climático.
“Una década de guerra está ahora acabando. La recuperación económica ha comenzado. Las posibilidades de América son ilimitadas –señaló el presidente norteamericano, vivado por sus seguidores–. Estamos hechos para este momento y lo aprovecharemos, siempre y cuando lo hagamos juntos”, arengó Obama en su discurso inaugural, tras jurar su cargo ante el presidente de la Corte Suprema, John Roberts.
Después de cuatro años de profundas divisiones en Washington, con una oposición republicana siempre dispuesta a oponerse a casi todas sus iniciativas, Obama hizo hincapié en la importancia de buscar una manera de trabajar juntos. Y, en paralelo, dejó claro que tiene una agenda que piensa llevar adelante. “No podemos confundir absolutismo con principios”, instó el mandatario.
“Tenemos que actuar, tenemos que actuar”, subrayó el presidente norteamericano y exigió acciones concretas en materia de igualdad de oportunidades, incluyendo de forma inédita en su discurso, además de a homosexuales e inmigrantes, otro tema que hasta ahora había sido tabú en sus declaraciones: la amenaza del cambio climático.
“Nuestra travesía no estará completada hasta que nuestros hermanos y hermanas gays sean tratados como todos los demás bajo la ley; no estará completada hasta que encontremos una manera mejor de darles la bienvenida a los esforzados y esperanzados inmigrantes que siguen viendo a Estados Unidos como el país de las oportunidades, y hasta que jóvenes estudiantes con talento e ingenieros sean incluidos en nuestra fuerza laboral en vez de ser expulsados del país”, subrayó.
La reforma migratoria es una de las demandas clave de la comunidad latina, sector que empujó claramente a Obama a ganar la reelección, y para la cual el mandatario tuvo ayer no sólo palabras, sino también algunos gestos de reconocimiento. Así, dos protagonistas de la ceremonia de investidura, el “poeta inaugural” y el pastor encargado de la bendición del acto, fueron norteamericanos de origen cubano: el poeta gay Richard Blanco y el reverendo Luis León, quien incluso, al término de su oración, se dirigió a Obama y a su vicepresidente Joe Biden para bendecirlos en español.
El vicepresidente, por su parte, fue investido por la jueza de la Corte Suprema Sonia Sotomayor, la primera latina en este tribunal y la primera hispana que es llamada a tomar juramento del cargo del vicepresidente. Aunque fuentes de la Casa Blanca habían dicho que Obama no ofrecería detalles de su agenda en el discurso inaugural, uno de los más importantes del mandato de un presidente, en esta ocasión el mandatario demócrata incluso hizo una mención específica a sus esfuerzos por impulsar un mayor control de armas en el país.
En el apremio de cargar sobre sus espaldas con las negociaciones sobre el techo de la deuda y el recorte del gasto público, Obama admitió que el país deberá tomar algunas decisiones difíciles para reducir su déficit, pero dejó claro que no piensa permitir que esto se haga a costa de la clase media norteamericana. “Rechazamos la creencia de que Estados Unidos debe elegir entre cuidar de la generación que construyó este país e invertir en la generación que construirá su futuro. No creemos que en este país la libertad esté reservada a los afortunados o que la felicidad sea algo de unos pocos”, agregó el mandatario, que ha luchado duramente contra los republicanos para conseguir que los más ricos paguen más impuestos para equilibrar las cuentas públicas.
En materia de política exterior, el presidente estadounidense no sólo celebró el inminente fin de la guerra en Afganistán, sino que además prometió que Estados Unidos ayudará a mantener la democracia en todo el mundo. “Apoyaremos la democracia de Asia a Africa, de las Américas al Cercano Oriente, porque nuestros intereses y nuestra conciencia nos llevan a actuar en nombre de aquellos que anhelan la paz”, sostuvo el mandatario.
La ceremonia de investidura, seguida por cientos de miles de personas que llegaron hasta Washington en un lunes que fue festivo en todo el país, fue amenizada además por estrellas de la talla de Beyoncé, cantante que entonó las estrofas finales del himno, Kelly Clarkson y James Taylor. Aunque no fue la misma muchedumbre que Obama congregó en su primera investidura, más de medio millón de personas desafió ayer el frío y hasta la amenaza de lluvia para presenciar el inicio del segundo mandato del primer presidente afroamericano del país.
Desde el National Mall, la avenida ajardinada de museos que conecta el Capitolio con la Casa Blanca, Ryan Dillo, un joven que trabaja por un grupo defensor de los derechos de los homosexuales, saludó la inédita inclusión de los gays en su discurso inaugural. “Ahora necesitamos a algunos miembros de su gabinete y embajadores homosexuales y transexuales”, dijo el activista. Las palabras del mandatario fueron también celebradas por Anthony Laufik, un joven residente en Washington que, una vez más, había acudido a ver la investidura en persona y que le reclamaba al mandatario norteamericano menos compromisos con una oposición que no le ha dado tregua prácticamente en ningún momento.
“Creo que Obama ya aprendió de los últimos años. Intentó negociar, pero nadie quería negociar, así que ahora tiene que hacer lo que debe hacer. Que se ponga duro y haga lo que la mayoría de la gente quiere que haga”, reclamó. Parado junto a una pequeña silla y en compañía de su esposa, el reverendo Carlton Hamilton aguardó paciente frente al Capitolio desde primera hora de la mañana, tras haber llegado desde Alabama para ser nuevamente parte de otro de los hechos importantes que marcaron a los afroamericanos en Estados Unidos.
“Estoy bendecido de ver la historia realizarse por segunda vez”, sostuvo Hamilton, notablemente emocionado mientras sostenía un gran cartel blanco con letras negras que colgaba por su espalda. En el letrero, el ex soldado de infantería compartía con los demás espectadores que pasaban junto a él, su participación junto al líder de los derechos humanos, Martin Luther King, en las reprimidas marchas de Selma a Montgomery, Alabama, de 1965, para exigir el derecho al voto para los afroamericanos en el país.
“Yo mismo estuve con Martin Luther King. Fue dura la marcha. Hubo soldados muertos por protestar por el derecho al voto”, contó el hombre con la mirada fija en el Capitolio y los ojos húmedos, inundados por los emotivos recuerdos.
Vestidas con largos tapados, gorros y guantes para combatir las bajas temperaturas del famoso National Mall, Diane Jallow esperaba parada junto a una amiga con la que arribó a la capital estadounidense desde Pensilvania. Con una sonrisa y sosteniendo una banderita de los Estados Unidos, la mujer afroamericana de 59 años afirmó sin dudar que todavía mantiene la esperanza que Obama despertó en la gente en su campaña presidencial de 2008 y durante el principio de su mandato. “Y no es porque sea afroamericano, puede ser de color púrpura, es por lo que él defiende”, aseguró Jallow, quien además de creer en los valores que transmite la familia Obama, se dijo convencida de todo el trabajo que ha hecho y de que en realidad no será valorado por la gente hasta que salga de la presidencia.
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