EL MUNDO › LOS CONSERVADORES LLAMARáN A UN PLEBISCITO SI GANAN EN 2015
A 40 años de la incorporación del Reino Unido al proyecto paneuropeo, el premier indicó que tiene en el horizonte convocar a un referéndum sobre la permanencia británica en el bloque. “Es hora de solucionar el tema europeo”, dijo.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
En medio de la crisis económica europea, el primer ministro David Cameron abrió la puerta para la salida británica de la Unión Europea (UE). A 40 años de la incorporación del Reino Unido al proyecto paneuropeo, Cameron indicó que convocaría un referendo sobre la permanencia británica en la UE si los conservadores ganan las elecciones de 2015. “Es hora de que los británicos puedan pronunciarse sobre este tema. Es hora de que solucionemos el tema europeo en la política británica. Es lo que les digo a los británicos: ésta será su decisión”, señaló Cameron en un discurso en Londres.
La crisis europea, y en especial la de los 17 países de la Eurozona que manejan el euro, han dado alas a la posición natural de la mayoría británica: un insular aislacionismo. Con una economía que marcha hacia la tercera recesión en cuatro años, con una fuerte tendencia euroescéptica entre sus propios diputados, con un partido antieuropeísta robándole votos, Cameron decidió que la mejor defensa es el ataque. “La desilusión con la Unión Europea ha alcanzado un punto máximo. No podemos seguir pidiéndoles a los británicos que sigan aceptando un acuerdo europeo en el que no han tenido ni voz ni voto. Por eso, cuando negociemos un nuevo acuerdo con Europa, lo someteré a un referendo con una clara opción: o aceptamos el nuevo acuerdo o nos vamos de la Unión Europea”, dijo Cameron.
El primer ministro insiste en que la profundización de una unión fiscal y bancaria de la Eurozona en marcha requiere un nuevo tratado a nivel europeo que reemplace el de Lisboa, vigente desde 2009 y equivalente a una suerte de Constitución para los 27 miembros de la UE. Según la lógica de Cameron, el nuevo tratado requerirá una consulta popular para ratificarlo. En los hechos, el referendo está tachonado de oraciones condicionales. No hay ninguna garantía de que los conservadores ganarán las elecciones en 2015 con mayoría propia, la canciller alemana Angela Merkel puso paños fríos a la necesidad de un nuevo tratado que muchos consideran inevitable y, en caso de que se proceda con este tratado, no hay ninguna certeza de que el Reino Unido conseguirá renegociar las cláusulas de política social y laboral europea que está exigiendo. Pero toda esta condicionalidad tan hipotéticamente anclada en el futuro tiene efectos económicos, diplomáticos y políticos en el presente.
A nivel económico abre un signo de interrogación que puede afectar la inversión. En otras palabras, ¿se instalará en el Reino Unido una multinacional que mira al mercado europeo en su conjunto si existe un peligro de retirada británica de la UE? Un empresario británico que dialogó con la BBC desde la reunión de los multimillonarios en Davos señaló que había hablado con automotrices de Corea del Sur, India, China, Japón y Estados Unidos, quienes se habían manifestado profundamente preocupados sobre el compromiso británico con la UE. “El problema de este anuncio del primer ministro es que crea incertidumbre y eso es lo que menos necesitamos. No es positivo para la inversión”, señaló Sir Martin Sorrell. En especial –cabría agregar– para una economía que está al borde de la recesión, ahogada por un duro programa de ajuste fiscal.
A nivel diplomático el mensaje fue inmediatamente condenado por la mayoría de los líderes europeos. El canciller francés Laurent Fabius habló de los peligros para el mismo Reino Unido de estar “fuera de la Unión Europea”, mientras que el alemán Guido Westerwelle rechazó la posibilidad de que hubiera una renegociación de aspectos de la UE, un punto enfatizado también por el sueco Carl Bildt, quien señaló que si cada país obtiene una renegociación de las partes que no le gustan, la UE se convertiría en un “caos”. En los días previos al discurso, el mismo Barack Obama llamó telefónicamente a Cameron para remarcarle que la relación especial bilateral con Estados Unidos se mantiene siempre que el Reino Unido esté en el interior de la Unión Europea.
La clave para Cameron es el impacto político. A corto plazo, el discurso logró recuperar el apoyo de los euroescépticos de sus propias filas y –habrá que ver la próxima encuesta– probablemente sirva para atraer a algunos compañeros de ruta del UKIP, partido antieuropeísta. A mediano plazo es una peligrosa apuesta que puede terminar con un resultado que el mismo Cameron –un reticente europeísta– no quiere: la salida de la UE.
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