EL MUNDO › BERLUSCONI HABíA DICHO QUE MUSSOLINI “TAMBIéN HIZO COSAS BUENAS”
Su principal rival, Bersani, dijo: “Berlusconi usó la Jornada de la Memoria para guiñarles el ojo a todos los fascistoides”. Para un juez antimafia, el ex premier “sigue siendo la vergüenza de Italia en el mundo”.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Una lluvia de elegantes insultos y de condenas recibió el ex primer ministro Silvio Berlusconi luego de unas frases suyas que justificaban y hasta elogiaban el fascismo, nada menos que en ocasión de celebrarse el domingo la Jornada de la Memoria, que recuerda a los seis millones de judíos masacrados en los campos de concentración nazis, 6800 de ellos (de los cuales 200 eran niños) deportados por el régimen fascista.
“Berlusconi ha usado la Jornada de la Memoria para una maniobra electoral y guiñarles así el ojo a todos los fascistoides. Es indecente”, comentó su principal opositor, el líder del Partido Democrático (PD) Pierluigi Bersani. Pero Bersani no fue el único de su partido que se sintió ofendido. “Esas palabras son una vergüenza y un insulto”, dijo por su parte Dario Franceschini, ex secretario general del PD.
No hay que olvidar que en Italia, desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, está prohibido por ley constituir un partido fascista y es delito también hacer la apología del fascismo. Por eso, un candidato de la formación Revolución Civil, Gianfranco Mascia, presentó ayer una denuncia ante la Justicia para que ésta verifique si las frases de Berlusconi constituyen o no una violación de esas leyes. Es que Berlusconi, al asistir anteayer en Milán (norte de Italia) a la inauguración de una especie de Museo de la Shoá, dijo a los periodistas que la peor culpa del dictador Mussolini fue la de las leyes raciales –leyes que a partir de 1938 dieron comienzo a la persecución de los judíos– pero que Il Duce “también hizo cosas buenas”. Agregó que “Italia no tuvo la misma responsabilidad que tiene Alemania, pues hubo una connivencia de la que al principio no se fue completamente consciente” y finalmente añadió que “el gobierno de entonces, por temor a la potencia alemana, prefirió ser aliado de Hitler antes que oponerse”. Un fascista difícilmente habría hecho una mejor justificación del régimen de Mussolini en tan pocas palabras, ni habría tenido el eco internacional que tuvieron las frases de Il Cavaliere, simplemente porque fueron dichas por él. Por eso es más condenable todavía, sostienen algunos, acusándolo de querer reavivar viejos rencores. “Hoy en la política europea, en los parlamentos y hasta en los gobiernos, hay partidos y voces que nutren el odio y el extremismo y que lamentablemente son cada vez más aceptados y esto es muy preocupante”, dijo en Bruselas la comisaria europea para los Asuntos Internos, Cecilia Malmstroem. Por eso es necesario, añadió, “que la prensa y los líderes europeos se levanten contra quienes mantienen estas posiciones”.
“Berlusconi ha sido y sigue siendo la vergüenza de Italia en el mundo”, dijo de su lado Antonio Ingroia, ex juez antimafia y líder de Revolución Civil, una nueva formación que se presenta en las elecciones parlamentarias de febrero. “El domingo no perdió la oportunidad de hacernos avergonzar una vez más ante el mundo, ofendiendo las víctimas del Holocausto. La cosa me da un escalofrío. Lo único que me consuela es que los italianos están vacunados y no lo votarán más.” Y su colega, de profesión y de partido, el ex juez de Manos Limpias, Antonio Di Pietro, no se quedó atrás: “Los italianos no pueden soportar más a quien por años ha pisoteado nuestra Constitución y vendido la dignidad del país. Berlusconi no conoce la vergüenza, ni siquiera frente a uno de los grandes crímenes de la humanidad”, dijo.
Los correligionarios de Berlusconi, los miembros de su partido Pueblo de la Libertad y de otras formaciones políticas cercanas, intentaron contener la marea de malos comentarios y la sangría de votos que las frases del jefe podían causar. Y entonces hicieron desmentidas rápidamente, tratando de arreglar el desbarajuste. Pero il Cavaliere no quiso dejarse sustituir y acusó al centro izquierda por haber montado la cosa para especular políticamente. “Siempre he dicho con claridad que las leyes raciales son una infamia y siempre he condenado todo tipo de dictadura. No veo dudas sobre mi posición”, dijo en declaraciones al noticiero de uno de los canales televisivos de su propiedad, el TG5. Y para sorpresa de muchos, agregó: “A los exponentes de la izquierda que han montado todo esto, les pregunto ¿cuál líder italiano, sino el que suscribe, ha sido definido por el primer ministro israelí, el “mejor amigo de Israel?”.
Las leyes raciales, que dieron comienzo en 1938 a la formal persecución de los judíos, tuvieron sus antecedentes en Italia en algunas publicaciones fascistas que ya desde 1933 comenzaron una campaña denigratoria contra la comunidad judía, según la historiadora Manola Ida Venzo, quien sostiene además, en una publicación del Archivo Histórico de Roma, que la guerra que Mussolini llevó a cabo en Africa incentivó aún más el racismo. Entre las muchas cosas que dispusieron esas leyes, una fue que los niños judíos no podían ir a las escuelas públicas ni podía haber maestros, profesores y militares judíos, que nadie de la colectividad hebrea podía poseer joyerías ni ejercer el periodismo o ser escribanos. Médicos, farmacéuticos, veterinarios, arquitectos, entre otros, podían ejercer la profesión con límites muy precisos. Entre muchas otras cosas, se establecieron límites también para las propiedades inmobiliarias, industriales y comerciales de los judíos, que debían ceder el patrimonio excedente a un ente creado por el Estado. Después del 25 de julio de 1943, momento en que Italia queda dividida en dos partes, el sur controlado por el Reino d’ Italia y los Aliados, y el centro y norte por fascistas y nazis, la persecución empeora y comienzan las deportaciones. Una ley de 1944, además, confiscó todos los bienes de las familias judías.
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