EL MUNDO › EL PRESIDENTE HOLLANDE PLANEA ACHICAR LA PRESENCIA MILITAR EN MARZO SI “TODO OCURRE COMO ESTá PREVISTO”
Desde que las fuerzas francesas entraron en el juego, las grandes ciudades del norte de Mali, como Gao o Tombuctú, fueron recuperadas. Sin embargo, parece improbable que puedan “garantizar la seguridad y la integridad territorial”.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
Francia empezará a reducir el contingente militar desplegado en Mali a partir del próximo marzo. El ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, dio esta información al tiempo que aclaró que ese calendario se respetaría “si todo ocurre como estaba previsto”. Nada es, sin embargo, seguro. El operativo Serval, que Francia lanzó el pasado 11 de enero con el objetivo de bloquear la ofensiva hacia el sur de Mali de los grupos armados islamistas, está lleno de incógnitas. Desde que Francia entró en el juego, las grandes ciudades del norte de Mali, como Gao o Tombuctú, fueron recuperadas. Con ello se puso fin al control que los jihadistas ligados a Al Qaida ejercían sobre el Azawad, el vasto territorio del norte de Mali que los grupos armados tienen bajo su bota desde hace casi diez meses. En una entrevista publicada por el diario gratuito Metro, el jefe de la diplomacia francesa declaró que “Francia no tiene por vocación permanecer durablemente en Mali. (...) Son los africanos y los malienses quienes deben ser los garantes de la seguridad, de la integridad territorial y de la soberanía del país”.
El escenario más plausible implica que Francia conserve fuerzas en Mali mientras se completa el despliegue de la Misma, la misión militar africana compuesta por 6000 soldados, de los cuales 2000 ya están operacionales en el terreno. Sin embargo, incluso así la apuesta de “garantizar la seguridad y la integridad territorial” parece inalcanzable. En primer lugar, el ejército maliense se encuentra en un estado de ruina absoluta. Su fuerza aérea cuenta con apenas tres helicópteros fabricados en Ucrania capaces de volar. Fuentes militares francesas citadas por el vespertino Le Monde aseguran que menos de 1500 hombres participan en la reconquista del territorio. Un testimonio de un militar maliense aportado por el mismo diario refleja el abismo de la situación: “Desde hace meses, gracias a las fotos satelitales, sabíamos que a menos de 15 kilómetros de nuestras posiciones había una base de Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI), pero el poder político no hizo nada: prefirió discutir con ellos la liberación de los rehenes occidentales y cobrar un porcentaje de los rescates”. Luego del golpe de Estado de marzo de 2012, Mali se quedó sin presidente y con un sistema político a la deriva.
En segundo lugar, la famosa fuerza de la misión militar africana es también una apuesta incierta. Los casi 6000 soldados de la Misma provienen de la Cedao, Comunidad Económica de los Estados de Africa del Oeste. La casi totalidad de esos ejércitos son oriundos de países extremadamente pobres, mal armados, y muchos están, además, comprometidos con el narcotráfico y la corrupción. La misión africana está bajo el mando del general nigeriano Shehu Abdulkadi, un hombre en quien los occidentales no tienen mucha confianza. A este cuadro negro se le agrega un temor legítimo: el comportamiento de esos soldados. Desde los años ’70, las intervenciones de coaliciones militares africanas dejaron un tendal de violaciones, saqueos y abusos de todo tipo (Chad, Liberia, Sierra Leona).
Las autoridades francesas dieron por primera vez esta semana un balance de las víctimas de los bombardeos y los combates. Sin adelantar una cifra precisa, el Ministerio de Defensa francés evocó la muerte de “varias centenas” de combatientes islamistas. La nebulosa que cubre el operativo Serval es densa. Se desconoce el real costo económico, la duración concreta del operativo y su objetivo completo. El Ejecutivo socialista ha sido muy cuidadoso y evitó mostrar imágenes de los combates o los bombardeos. Desde hace un mes, el presidente socialista François Hollande repite que Francia no tiene intereses en Mali. La principal riqueza de este país de Africa es el oro, el cual representa más del 70 por ciento de sus exportaciones y en cuya explotación el Estado maliense tiene una participación mínima del 20 por ciento. El resto está en manos de empresas sudafricanas, australianas y canadienses. Sin embargo, Francia sí tiene poderosos intereses muy cerca de Mali, es decir, en Níger. Este país, que es el cuarto productor mundial de uranio, ya sufrió los ataques de los islamistas. A finales de enero, París envió tropas especiales a Níger para proteger las minas de uranio de Arlit, explotadas por la multinacional nuclear francesa Areva. Hace más de dos años cinco técnicos franceses fueron secuestrados en esa planta por un comando de Al Qaida. La inestabilidad en Mali, con el que Níger comparte más de 800 kilómetros de frontera, es una amenaza para el suministro de uranio que Francia necesita para el funcionamiento de sus 58 centrales nucleares. El 75 por ciento de la energía que se consume en Francia es de origen nuclear. El 30 por ciento del uranio que consume el país proviene de Níger, donde, a través de Areva, Francia explota las dos principales minas: la de Arlit y la de Akokan.
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