La crisis económica y financiera en Europa se cobró una nueva víctima: el gobierno de Bulgaria. Tras diez días de protestas ciudadanas, dimitió ayer el gobierno liderado por el primer ministro, Boiko Borisov. Según la Constitución del país balcánico, la renuncia debe ser aprobada por el Parlamento. El propio premier justificó en una carta abierta su decisión por no poder participar “en un gobierno en el que la policía pelea con la población”.

Se trata de una renuncia que Borisov había descartado 24 horas antes y que al final se formalizará hoy, con una moción de censura en el Parlamento de Sofía, donde el gobernante partido Ciudadanos para el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB) dispone de 117 de los 240 escaños. La oposición socialista, que ayer boicoteó una sesión del cuerpo, declaró a través de su líder, Sergei Stanishev, que hoy estará en la sala y votará contra el gobierno, igual que el partido de la minoría turca del país. Por su parte, el jefe del grupo parlamentario del GERB, Krasimir Velchev, dijo ayer que sus diputados votarán a favor de la moción, apoyada por otros dos partidos, lo que eleva a 194 los votos en contra del Ejecutivo. “Hay unanimidad en nuestro grupo, no podemos permitir que el nombre de GERB esté relacionado con la violencia callejera”, señaló Velchev en referencia a los enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas del orden, que han dejado unos 25 heridos y detenidos. A su vez, el dirigente oficialista confirmó que la presión callejera provocó la dimisión del gabinete de Borisov, un ex karateca y ex guardaespaldas, apodado en Bulgaria como “Batman”.

Ahora, el presidente búlgaro, Rosen Plevneliev, deberá encargar la formación del nuevo gobierno hasta tres veces, comenzando por el partido de mayor presencia parlamentaria, el GERB, luego el segundo (los socialistas), y finalmente a cualquier otra formación. Tras el previsible fracaso de estos intentos –de siete días cada uno–, el presidente disolverá la Cámara, convocará a elecciones y designará un Ejecutivo técnico interino encargado de preparar los comicios que podrían celebrarse a fines de abril. Así como lo formuló la oposición búlgara, que descartó participar en un gobierno antes de celebrar nuevas elecciones, toda la responsabilidad política está en las manos del jefe de Estado, un ex ministro del GERB, quien deberá elegir el equipo del Ejecutivo técnico que tendrá dos meses para organizar los nuevos comicios.

A pesar del anuncio de dimisión de Borisov, las protestas callejeras no cesaron, con varios miles de manifestantes en la capital, Sofía, y en Varna, la segunda ciudad del país. Las protestas, que originalmente se organizaron en contra de los altos precios de la electricidad y los monopolios, se dirigen ahora también contra de toda la clase política. En Sofía se manifestaron unas dos mil personas cerca del Parlamento en contra del gobierno, mientras que cientos de simpatizantes de Borisov expresaron su solidaridad con el primer ministro. Con una fuerte presencia de agentes, la policía evitó choques entre los dos bandos enfrentados.