EL MUNDO › EL CRECIMIENTO ECONóMICO ESTUVO AUSENTE EN EL DEBATE DE LA CUMBRE DE DUBLíN
Con la Eurozona en recesión el año pasado y probablemente éste, con países fuera de la órbita del euro, como el Reino Unido, igualmente hundidos en una contracción económica, está claro que el Plan A (Austeridad) hace agua.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
La Unión Europea (UE) es un barco a la deriva en el que ni hay acuerdo sobre el tipo de salvavidas a usar en caso de naufragio. En la reunión de ministros de Finanzas europeos en Dublín quedó en claro que Chipre tendrá que arreglárselas como pueda con su crisis y que el esfuerzo se concentrará en evitar el contagio sin que se progrese un ápice en la clave del problema: el crecimiento económico. El avance más positivo del encuentro –el combate a los paraísos fiscales– se encontró con la oposición cerrada de Austria a una medida reclamada por las ONG que luchan contra la evasión fiscal: el intercambio automático de información sobre cuentas bancarias.
La falta de brújula europea quedó clara cuando los ministros tomaron como base de sus discusiones un estudio comisionado a un think-tank, el Zsolt Darvas de Bruselas, para ver qué se podía hacer para estimular el crecimiento. Con la Eurozona en recesión el año pasado y probablemente éste, con países fuera de la órbita del euro, como el Reino Unido, igualmente hundidos en una contracción económica, está claro que el Plan A (Austeridad) hace agua, pero una mezcla de anteojeras ideológicas y preferencia política actúa como traba para formular una alternativa.
Según indicó a Página/12 John Bowler, director de país riesgo de la Unidad de Inteligencia del semanario británico The Economist, todo dependerá del gobierno de la canciller Angela Merkel. “Alemania insiste en que la periferia tiene que poner sus cuentas fiscales en orden y son muy reticentes en plantear que eso es un objetivo de largo plazo y que en el corto plazo se necesita una estrategia diferente porque la austeridad fiscal está provocando más problemas de los que resuelve al profundizar la recesión e impactar negativamente en la recaudación. El tema es que Alemania tiene que rendir cuentas ante su propio electorado en un año en que hay elecciones”, indicó Bowler.
Las elecciones germanas son en septiembre y no hay garantías de que den un resultado que incline la balanza hacia un Plan B. ¿Tiene tiempo la Eurozona para esto? La debacle de Chipre dejó en claro que la afirmación de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), de que utilizaría todo el poder que tiene en sus manos para salvar el euro, sirvió para contener la sangría en agosto del año pasado, pero no representa una cura definitiva.
En Dublín los ministros de Finanzas de la UE estimaron que el costo total de la debacle chipriota sería 23 mil millones de euros, unos 7 mil millones más de lo calculado, y dejaron en claro que no pondrían un euro más sobre la mesa: Chipre deberá hacerse cargo de la diferencia. Por su peso específico, una caída de Chipre no puede poner en peligro al euro: el temor es a un contagio. En un intento de abrir el paraguas ante una inminente tormenta, los ministros de Finanzas decidieron prolongar el plazo que tienen Portugal e Irlanda para pagar los préstamos de la Troika (BCE, FMI y Comisión Europea) hasta 2020: siete años más de lo pactado.
En el caso de Portugal no está claro que sea suficiente. La reciente resolución de la Corte Suprema que declaró inconstitucional la reducción salarial y jubilatoria de los trabajadores estatales dejó sobre las cuerdas el plan de austeridad pactado con la troika. El primer ministro conservador Pedro Passos Coelho indicó que el país se encontraba en una “emergencia financiera” y tendría que encontrar nuevos recortes para acceder a los fondos del rescate. El ex primer ministro Mario Soares, clave en la transición a la democracia que siguió a la dictadura de Salazar, fue más allá y llamó a formar una gran coalición para repudiar el rescate. “Portugal nunca va a pagar su deuda. Si uno no puede pagar, la única solución es no hacerlo. Cuando Argentina estuvo en crisis, no pagó. ¿Pasó algo? No, no pasó nada”, indicó.
Candidatos a ser el nuevo Chipre no faltan. Con unos siete mil millones de euros de “préstamos incobrables”, equivalentes a una quinta parte de su Producto Interno Bruto (PIB), Eslovenia es el más obvio. El gobierno de centroizquierda de la primer ministro Alenka Bratusek, que asumió el poder el 20 de marzo, desmintió categóricamente que Eslovenia fuera a precisar un rescate. El problema es que los rescates de Grecia e Irlanda en 2010, de Portugal en 2011, del sector bancario español el año pasado y de Chipre comenzaron con desmentidas similares.
En los mercados el impacto ya es visible. El viernes el precio internacional del oro cayó a su nivel más bajo en 18 meses por el temor a que la venta de oro que Chipre tendrá que hacer para recaudar los 7 mil millones de euros adicionales que necesita, sea sólo un primer capítulo. “Si Chipre consigue golpear el mercado del oro, hay buenas razones para estar preocupados, ya que Eslovenia, Hungría, Portugal, España e Italia podrían adoptar la misma política para lidiar con sus problemas de financiamiento”, indicó al matutino británico The Guardian el analista de inversiones de SK Hart Management Milko Markow.
En el único capítulo en que la reunión en Dublín mostró un avance fue en el tema de los paraísos fiscales. Nueve países –España, Reino Unido, Italia, Francia, Alemania, Polonia, Holanda, Bélgica y Rumania– adhirieron a un proyecto piloto de intercambio automático de información bancaria sobre los datos de los no residentes. Austria se opuso a una iniciativa que requiere unanimidad en los 27 países que conforman la UE. Según Austria, el derecho a la privacidad de las cuentas, consagrado en el principio del secreto bancario, es sacrosanto. El tema se decidirá en la cumbre de la UE el 22 de mayo.
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