EL MUNDO › ENTREVISTA CON GALO MORA WITT, SECRETARIO GENERAL DE ALIANZA PAíS
El asesor del mandatario ecuatoriano señaló que sólo el pueblo deberá decidir sobre la posibilidad de una re-reelección, pero que el oficialismo no está pensando en ello. Habló de los proyectos del nuevo gobierno y de la región.
› Por Juliette Estivals
Galo Mora Witt asesora al presidente Rafael Correa y ello no le impide ser crítico de los liderazgos personalistas. “El correísmo no puede instalarse como visión política”, dijo Mora Witt, secretario ejecutivo de Alianza País, partido gobernante en Ecuador. De paso por Buenos Aires, para participar del ciclo de conferencias La Patria Grande, organizado por el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, Mora Witt dialogó con Página/12 sobre los desafíos del nuevo gobierno, de los proyectos de ley como el de Comunicación y del rol de Ecuador en la región.
A diferencia del Partido de los Trabajadores en Brasil o la Unidad Popular en Chile, Alianza País se formó una vez que Correa ganó las primeras elecciones en 2006. “Hay una evolución en un doble sentido: se clarificó la naturaleza ideológica del movimiento y crecimos mucho en lo organizativo. El movimiento tiene capacidad de convocar movilizaciones”, señaló quien fuera músico profesional.
–En mayo 2012 usted dijo: “Yo no soy correísta, yo soy revolucionario y por eso apoyo a Rafael Correa”. ¿Por qué?
–Creo que cada experiencia política latinoamericana tiene sus particularidades. En Ecuador tenemos que luchar contra la condición personal, es decir, que el correísmo no puede instalarse como visión política. El compromiso y la demanda política, social y económica van mucho más allá de los individuos, aunque reconozcamos que Rafael es el motor de ese proceso.
–Una re-reelección de Correa en 2017 no es posible a nivel constitucional. Pero Alianza País cuenta con la mayoría necesaria en la asamblea para aprobar una reforma de la Carta Magna. ¿Es un objetivo que evalúan?
–No es una opción que ahora vaya a ser debatida, porque Rafael acaba de tomar posesión del nuevo mandato. Además hay expresiones públicas del presidente en el sentido de que en 2017 culminará su trabajo. Esta decisión quizá podría ser revertida pero sólo con una convocatoria popular, porque es el pueblo ecuatoriano que debe decidir.
–¿Cuáles serán las reformas prioritarias siendo que Alianza País tiene mayoría absoluta en el Congreso?
–Hay cuatro proyectos que propusimos para los primeros cien días de legislación. El primero es la reforma integral del Código Penal, porque creemos que la ciudadanía merece un código penal actualizado. Luego están la ley de recursos hídricos y la de Comunicación. Esa última fue trabada por la oposición durante años.
–Usted señaló durante su exposición que el enemigo de Ecuador es el sector poderosísimo de la prensa. ¿En qué medida esta ley de Comunicación va a cambiar las cosas?
–El objetivo fundamental de esta ley es que la banca no puede ser poseedora de un derecho social como es la comunicación, porque siempre estaría defendiendo algunos intereses. Además, el otro problema es que la opinión publicada pretende ser la opinión pública porque se apropia de los espacios mediáticos, mientras que la comunicación quiere decir que establezcamos un circuito y no una información unilateral. En este sentido la propuesta de la ley es que primero el Estado es dueño del espacio radioeléctrico (frecuencias, radios, televisiones) y luego otorga concesiones que contemplan tres partes: 33 por ciento del espacio para los medios públicos, el 33 por ciento para los privados y el 33 por ciento para los comunitarios. Creemos que es la mejor manera de entender la democracia.
–¿Cuál es la cuarta reforma?
–La ley de la Tierra es un proceso de redistribución de tierras baldías que están afectando a potenciales producciones campesinas e indígenas. Nosotros planteamos la creación de una nueva matriz productiva que supone un menor daño posible a la naturaleza. El presidente Correa dijo: “Consideramos que el ser humano no es lo único que existe en la naturaleza, pero es lo más importante que existe en la naturaleza”. La lucha es contra la miseria, y para la modernización real de los estados (el acceso gratuito a la educación, la salubridad...) y eso tiene que salir de la minería, porque con ese dinero podemos atacar problemas costosísimos que son graves. Por lo tanto, no saldrá un solo dólar de la Amazonia hasta que no termine la pobreza en esta zona.
–Usted dijo que Fidel Castro creó “la gran resurrección del espíritu latinoamericano”. ¿Cuál es la relación actual entre Ecuador y los otros países latinoamericanos?
–Creo que todo empezó con Fidel sin duda alguna. La continuidad y profundización de ese mensaje vino por parte del comandante Hugo Chávez. Los Estados Unidos se dan cuenta de que hay un continente emergente solidario y con líderes autónomos. La relación que tenemos hoy con otros países latinoamericanos es de inmensa solidaridad, de respeto, de no intervención, pero también mantenemos una conciencia internacional que nos permite actuar como lo hacemos.
–El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció el lunes pasado acuerdos de cooperación con la OTAN. ¿Qué opina?
–¡Es gravísimo! Aspiro a la madurez del pueblo colombiano en caso de que se haga un plebiscito interno para ver si está de acuerdo. Colombia va a transformarse en una base militar de EE.UU. si sigue así. EE.UU. fue el primero que firmó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que supone que todo ataque extracontinental será enfrentado de manera común. Sin embargo, frente al conflicto de Malvinas Washington apoyó a Reino Unido en contra de Argentina, violando al mismo tiempo este acuerdo.
–¿Por qué Ecuador presta mucha importancia a la relación con países como China e Irán?
–Uno no puede cegarse, como se hacía en el pasado, al inmenso universo que tenemos al frente, como el Pacífico por ejemplo. En su juzgamiento interno, el entreguismo de muchos presidentes hizo que cumplieran al pie de la letra las reglas de Washington, y por la tanto ni siquiera ver al otro. La tesis que defendemos es “yo me abro al mundo para que el mundo venga a mí”. Es decir: observar al menos los procesos sin tener atrás a un gendarme que me diga a dónde tengo que ir. La soberanía y la independencia son fundamentales y, como Rafael dijo, nadie nos va a decir con quién tenemos que hablar.
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