Desde Barcelona

Ni una pizca de aire corría en España hasta hace dos días, cuando el ex tesorero del partido de gobierno Luis Bárcenas decidió prender el ventilador y hacer público todo lo que sabe sobre la financiación irregular del Partido Popular (PP). No sólo el domingo filtró para el diario El Mundo una serie de mensajes de texto entre él y Mariano Rajoy que parecen probar la complicidad entre ambos en torno de los movimientos de caja del partido, sino que ayer Bárcenas admitió ante el juez Pablo Ruz la autoría de los papeles que otro matutino español, El País, había publicado el 31 de enero con la supuesta contabilidad paralela del PP.

En su cuarta comparecencia en los juzgados desde que trascendieran los manuscritos, el responsable de las cuentas del Partido Popular durante 20 años reconoció que los documentos fueron elaborados por él y aportó además decenas de pruebas nuevas, en soporte informático, contra la agrupación que dirige Mariano Rajoy. Durante las casi cinco horas que duró la declaración, el ex tesorero no escatimó en nombres y apellidos. Cargó directamente contra el presidente de la Nación y su mano derecha, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, afirmando que les hizo “entregas en efectivo en 2008, 2009 y 2010”, según apuntan fuentes de la acusación presentes en la sala de la Audiencia Nacional.

Bárcenas reveló que en 2009 dio personalmente a cada uno de ellos la cantidad de 25.000 euros “en billetes de 500 en un sobre marrón” y que un año después, cuando dejó su puesto como tesorero del PP, quiso dejar “limpia la caja” y liquidó de la misma manera el dinero que quedaba, 49.000 euros. De acuerdo con lo explicado ante el juez, Bárcenas no pudo aportar recibos de los pagos ya que, según concretó, “ni a los donantes ni a los receptores se les exigían recibís”.

Este destape supone un llamativo cambio de estrategia por parte del ex administrador, que hasta ahora venía negándolo todo. Según publicó el diario El Mundo este domingo, Bárcenas guardaba silencio porque así se lo pedía directamente Mariano Rajoy. Pero a raíz de que el portavoz de su antiguo partido lo definiese en los últimos días como “un delincuente que ha hecho de la mentira un estilo de vida”, el tesorero decidió abrir fuego contra quienes eran sus aliados. Mediante los SMS que facilitó a la prensa, Bárcenas reconoció el pasado fin de semana que el PP lleva 20 años financiándose de forma ilegal a través de la recepción de donaciones aportadas por empresarios interesados en conseguir la adjudicación de obras públicas y, en su comparecencia de ayer ante la Audiencia Nacional, lo remató con pruebas.

El vendaval levantado por Bárcenas no esperó siquiera a que se terminara la declaración para golpear las puertas del palacio de gobierno. Cuando a las tres de la tarde el presidente Rajoy iba a dar una conferencia de prensa junto al primer ministro polaco, Donald Tusk, todas las miradas ya estaban expectantes sobre cuál sería su reacción ante las intervenciones de los periodistas. Pero, como es habitual en él, zanjó “el tema Bárcenas” en seco, respondiendo sólo a una pregunta pactada previamente y en secreto entre la Secretaría de Estado de Comunicación y el diario ABC. El mandatario se saltó el turno que estaba acordado para El Mundo y le dio la palabra al rotativo de extrema derecha, para afirmar (con una respuesta que llevaba escrita) que “el Estado de derecho no se somete a chantaje”. Con esta frase, Rajoy hizo alusión a los SMS difundidos por el ex tesorero y negó haber accedido a extorsiones. También se remitió a su comparecencia del 3 de febrero en el Comité Ejecutivo extraordinario del partido, cuando se dirigió a la cúpula del PP en directo y a través de un plasma a la opinión pública, para desmentir que hubiera recibido pagos en negro. “Todo es falso” –aseguró entonces y ratificó ayer en la rueda de prensa– “un presidente del gobierno no puede estar saliendo cada día al paso de insinuaciones y rumores”.

Finalmente, al ser preguntado por las reivindicaciones de los partidos de la oposición, particularmente del PSOE (Partido Socialista), que le exigen la dimisión y están abriendo la posibilidad de una moción de censura, el jefe del Ejecutivo aseguró que cumplirá con su mandato, pero que “si otros quieren jugar a otras cosas, ésa es su responsabilidad”.

El secretario general de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba, ya inició, por su parte, los contactos con el resto de grupos parlamentarios para acordar una acción conjunta que fuerce la renuncia de Rajoy. Desde la izquierda, se ve claro que tanto los SMS que el presidente y el ex tesorero del PP se intercambiaron, como las últimas declaraciones de Bárcenas sobre la contabilidad B del partido, son “pruebas del encubrimiento a un delincuente, que empeora la falta de confianza generalizada en España”, según palabras de la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, quien coincide con el resto de la oposición en considerar que el país está “ante un drama nacional”.