EL MUNDO › EN UN CLIMA TENSO, MARCADO POR VIOLENTAS PROTESTAS, EL GOBERNADOR DE RIO PIDE CALMA
Según Sergio Cabral, hay organizaciones internacionales que estimulan el vandalismo. Los grupos aprovechan las redes sociales en las que los brasileños convocan las protestas para incentivar las actitudes violentas.
El gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, aseguró ayer que algunos grupos internacionales que no identificó incentivan la violencia en las protestas que vienen sacudiendo a Brasil y manifestó su deseo de que la Jornada Mundial de la Juventud, donde participará el papa Francisco, transcurra en un ambiente de paz.
“Sabemos que en estos actos (de protesta) hay presencia de organizaciones internacionales que estimulan el vandalismo. Por Internet es muy fácil hoy que se produzca esa participación”, dijo el gobernador en una rueda de prensa en la que se refirió al vandalismo registrado en la ciudad, el miércoles tras una protesta.
De acuerdo con Cabral, los grupos aprovechan las redes sociales en las que los brasileños convocan las protestas para incentivar actitudes violentas por parte de los manifestantes. Algunos de los grupos agresivos se identifican como simpatizantes de los Black Blocs, una agrupación internacional inspirada en el movimiento anarquista europeo.
Los últimos incidentes aumentaron la preocupación por la seguridad durante la visita que el papa Francisco realizará a Río de Janeiro la próxima semana. En esa línea, la policía de Río de Janeiro prepara una “nueva estrategia” para hacer frente a las protestas violentas, en especial durante la visita del Papa, afirmó hoy el secretario de Seguridad, José Mariano Beltrame.
El responsable de los órganos de seguridad de Río opinó que en las últimas manifestaciones han aparecido “ingredientes totalmente nuevos” que exigen un “ajuste” de las tácticas tradicionales. Beltrame afirmó que desconoce si las nuevas tácticas serán “correctas” y también dijo que “no se puede dar la garantía” de que no se vayan a repetir actos vandálicos en la ciudad brasileña, como los ocurridos el pasado miércoles en el barrio adinerado de Leblón.
Esos actos violentos, dirigidos principalmente contra tiendas y sucursales bancarias, se dieron después de que la policía disolviera una manifestación de cientos de personas a las puertas de la residencia de Cabral. El gobernador aseguró que la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, le ofreció apoyo de tropas federales para hacer frente a los disturbios, pero que considera que esa ayuda aún no es necesaria.
“Dilma (Rousseff) me llamó para manifestar su solidaridad, su apoyo y su indignación y, como siempre, ofreció ayuda. Yo le dije que no era necesario y que el ejército estará presente en Río de Janeiro durante la visita del Papa”, afirmó. No obstante, Cabral espera que la Jornada Mundial de la Juventud, que se realizará la próxima semana, transcurra en un ambiente de paz y tranquilidad.
“Será un clima, como el Papa lo espera, de fraternidad, incluso ente los no católicos y ateos. Río va a recibir al Papa como su Cristo Redentor, de brazos abiertos”, agregó. Cabral, además, anunció la creación de una comisión especial para investigar los actos vandálicos durante las manifestaciones, en la que tendrán representación la policía y la fiscalía.
La comisión tendrá la misión de identificar a las personas que incitan al vandalismo en las manifestaciones, para presentar cargos contra ellas de asociación para delinquir, un crimen más grave y por el que no podrían ser liberados tras el pago de una fianza. “Estoy seguro de que la comisión tendrá mayor efectividad en las investigaciones, que es lo que la sociedad desea ante la indignación provocada por actos que ocurrieron no sólo en Río de Janeiro, sino también en varios estados de Brasil. Tenemos el deber de dar una respuesta (al vandalismo).”
Mientras Brasil se prepara para recibir al Papa, algunas preguntas surgen solas: ¿Qué acentos pondrá Francisco, qué temas sociales abordará? En su primer viaje al exterior, el argentino Jorge Mario Bergoglio enfrentará su primera prueba de fuego. El Papa quiere inculcar su fe a la generación del futuro con multitudinarias misas y una vigilia en Río de Janeiro.
Al igual que con su antecesor Benedicto XVI, quien después de su elección lideró la Jornada Mundial de la Juventud 2005 en la ciudad alemana de Colonia, este viaje tiene para Francisco un gran impacto simbólico. El programa para el Papa en Brasil estará más cargado que el que estaba planeado para un Benedicto más viejo y cansado. “Me reuniré con ustedes en esa gran ciudad de Brasil”, dijo el Papa, de 76 años, el pasado Domingo de Ramos, a los jóvenes en la Plaza San Pedro. También él se prepara, al igual que los jóvenes católicos de todos los continentes, para esta “gran fiesta de la fe”.“Id y haced discípulos a todos los pueblos”, es el lema de la reunión de Río, un encuentro que será un bálsamo para los jóvenes cristianos de Irak y Egipto, que viven en sus países con amenazas y peligros. También quienes están en los márgenes de la sociedad merecen la atención especial de Francisco. Son todos aquellos que sufren de la “globalización de la indiferencia.”
Con estas palabras, pronunciadas en la isla de Lampedusa, donde se encuentran miles de refugiados, el sucesor del papa alemán ha marcado la orientación de sus acciones: más solidaridad, la necesidad de que todo el mundo se dirija al otro y también volver a aprender a llorar. Son palabras mayores que el Papa, sin embargo, acompaña con gestos.
La próxima semana en Río, Francisco se reunirá con presos y visitará el asentamiento de Varginha y un hospital de adictos. Un papa no teme a las protestas ni a otras situaciones sensibles. A pesar de algunos recelos, Benedicto XVI viajó al Líbano cuando la guerra civil en Siria amenazaba con repercutir en el país vecino. Francisco probablemente no deba temer a manifestaciones en su contra después de los recientes disturbios en Brasil.
La ciudad de seis millones de habitantes se prepara desde hace semanas para la visita del Papa. En vista de las protestas masivas durante la reciente Copa Confederaciones de fútbol, las autoridades prepararon un gigantesco sistema de seguridad, que incluye a unos 14.000 miembros de las fuerzas de seguridad, entre ellos unos 10.000 soldados.
Francisco mantendrá algunos encuentros oficiales: con la presidenta Dilma Rousseff, así como con otros políticos, clérigos y monjas. La famosa estatua del Cristo Redentor sólo la verá desde un helicóptero, pero a cambio Francisco visitará el santuario de Aparecida, a unos 300 kilómetros de distancia, donde ya estuvo hace seis años como arzobispo de Buenos Aires. Ahora es el líder de la Iglesia Católica y está previsto que unas 200.000 personas quieran verlo en ese mismo lugar.
Es que pese al creciente éxodo de fieles hacia las religiones neopentecostales, el Brasil que visitará el papa Francisco sigue siendo el mayor país católico del mundo.
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