Jue 05.09.2013

EL MUNDO  › DILMA ROUSSEFF YA NO QUIERE AVIONES DE EE.UU.

Si la espían no les compra

El espionaje de Washington a las comunicaciones de la presidenta de Brasil puede frustrar la compra de aviones de combate a Estados Unidos, informó la prensa paulista. El diario Folha de S. Paulo publicó ayer que la crisis por el espionaje llevaría a que Brasilia desista de la compra de aviones de guerra norteamericanos F18 Super Hornet, destinados a renovar la flota de la fuerza aérea brasileña. “Los norteamericanos habían tomado la delantera en el negocio que puede llegar a superar los 15.000 millones de reales (7000 millones de dólares) y ahora enfrentan un significativo revés político en la disputa con los aviones de Francia y Suecia”, escribió el matutino. El negocio supone además transferencia de tecnología para la producción de esas naves en Brasil. Por otra parte, la Policía Federal de Brasil pretende interrogar al ex técnico de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos Edward Snowden.

El antecesor de Dilma Rousseff, Luiz Inácio Lula da Silva, había casi cerrado un acuerdo estratégico con Francia para la compra de esos aparatos, que incluía la construcción de submarinos de propulsión nuclear. Pero al asumir Rousseff (foto, llegando a San Petersburgo para la reunión del G-20) ese convenio fue congelado por razones de reducción de gastos, y en los últimos meses el gobierno había insinuado que estaba evaluando adquirir los aviones de ataque norteamericanos, dejando en un segundo plano las propuestas de los Rafaele franceses y los Gripen suecos. Llegó a considerarse, incluso, la posibilidad de que la compra de aviones para la fuerza aérea brasileña recibiera un impulso decisivo con la anunciada visita de Estado de Rousseff a Washington, programada para el 23 de octubre.

“En relación a los cazas (F18) Folha pudo averiguar que el escándalo (por las escuchas) cayó como una bomba entre responsables de las negociaciones por parte de la empresa Boeing y del gobierno norteamericano”, consignó el periódico. Por otra parte, el escándalo del espionaje a la presidenta Rousseff llevó a que el ministro de Comunicaciones de su gobierno, Paulo Bernardo, acusara ayer a Estados Unidos de haber ofrecido respuestas insatisfactorias hasta ahora.

“No nos dieron ninguna explicación razonable, todas las explicaciones que nos dieron se revelaron falsas”, afirmó Bernardo al hablar sobre el espionaje del que fue blanco Rousseff, según denunció el ex espía norteamericano Edward Snowden. El gobierno de Rousseff espera una respuesta oficial esta semana sobre la denuncia del espionaje al teléfono y al correo electrónico de la mandataria, revelado el domingo por la TV Globo sobre la base de documentos develados por Snowden. Bernardo apuntó que el espionaje que realizó Estados Unidos en Brasil es de tipo comercial, industrial, de petróleo, de peso comercial y aseveró que el mundo civilizado está conmovido por este caso.

Se espera que la mandataria pida explicaciones a su par Barack Obama, tal vez personalmente, en la cumbre del G-20 en Rusia, donde los mandatarios se encontrarán para analizar la crisis originada por el espionaje a la presidenta. No se descarta que Rousseff mantenga un encuentro a solas con Obama para conversar sobre informaciones obtenidas por Snowden, reportó ayer el canal Globo News. Por otra parte, la Policía Federal de Brasil, que investiga las denuncias de espionaje de Washington contra Rousseff, pretende interrogar al ex técnico de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Snowden.

Según informó ayer el portal del diario Folha de S. Paulo, los agentes federales consideran que el ex agente de los servicios secretos es la persona que más puede colaborar con la investigación e indicar qué tipo de datos confidenciales fueron monitoreados por Estados Unidos. Las gestiones para que los investigadores puedan acceder al testimonio de Snowden, quien se encuentra asilado en Rusia, deben realizarse a través de la Cancillería brasileña, que informó que todavía no recibió el pedido formal por parte de la Policía Federal.

Después de que documentos entregados por Snowden al periodista del diario británico The Guardian, Glenn Greenwald, y al diario brasileño O Globo revelaran que Estados Unidos espió comunicaciones telefónicas y electrónicas de brasileños y extranjeros que pasaron por Brasil durante casi una década, el domingo pasado se supo que la propia mandataria brasileña y sus asesores, así como el actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, fueron blanco de espionaje por parte del gobierno norteamericano.

Esta última revelación crispó aún más la relación entre Brasilia y Washington, que ya venía golpeada por las primeras denuncias. Brasil tildó la intromisión de inadmisible e inaceptable y sostuvo que el espionaje a la jefa de Estado del país significa un acto de violación de soberanía. Brasil exigió que la Casa Blanca presente rápidamente explicaciones formales y por escrito sobre el tema, y en base a ello definirá los próximos pasos de su reacción, que podría incluir un aplazamiento o hasta una cancelación de la visita de Estado de Rousseff a Washington, programada para el 23 de octubre.

Por su parte, el Senado brasileño instaló una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) sobre los alcances de las denuncias, y envió a la Policía Federal un pedido de protección para Greenwald y su pareja, el periodista brasileño David Miranda, con quien vive en Río de Janeiro. El mes pasado, Miranda fue detenido durante casi nueve horas en el aeropuerto de Londres, en base a la ley antiterrorista británica, y tuvo confiscados sus equipos electrónicos de almacenamiento de datos. Otro mecanismo de protección para los periodistas puede tramitarse a través de la Secretaría Nacional de Derechos Humanos, en cuyo caso la vigilancia quedaría en manos de los agentes provinciales.

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