Un equipo de expertos comenzó ayer la primera etapa del proceso de desarme químico en Siria, en coincidencia con persistentes combates en todo el país árabe y con un llamado de la ONU a todas las partes del conflicto para que permitan el acceso a aquellos que necesitan ayuda humanitaria. “En los próximos días los esfuerzos de los expertos se concentrarán en verificar la información presentada por las autoridades sirias y en la primera etapa de planificación para ayudar al país a destruir sus instalaciones de producción de armas químicas”, explicó Naciones Unidas a través de un comunicado. Los expertos tendrán una semana para catalogar toda la información y ayudar al gobierno sirio a presentar su informe final sobre su programa militar químico.

Para cumplir con la misión, el equipo de expertos se dividirá en dos grupos. Por un lado, los que se ocuparán de chequear la información entregada por el gobierno del presidente Bashar al Assad y, por otro, los que comenzarán a planear la logística para visitar todas las instalaciones donde están almacenados los agentes tóxicos, las municiones y las armas. Sobre el informe final que entregará Damasco con la ayuda de la OPAQ, un segundo equipo más nutrido de expertos iniciará la segunda etapa, cuyo objetivo será destruir, antes del 1º de noviembre, todas las instalaciones vinculadas con la investigación y desarrollo de armas químicas.

“Todo nos hace creer que estamos avanzando en la dirección correcta”, celebró el presidente ruso e impulsor de la iniciativa para destruir el arsenal químico sirio, Vladimir Putin. El mandatario, uno de los más férreos aliados internacionales del gobierno sirio, logró con su propuesta desactivar la tensión bélica en Estados Unidos y evitar lo que parecía una intervención militar inminente liderada por Washington contra Damasco. “Creo que si continuamos actuando de esta manera coordinada, no será necesario usar la fuerza e incrementar el número de personas heridas y muertas en el devastado territorio sirio”, aseguró Putin.

Pese a que el cronograma de desarme acordado por el Consejo de Seguridad el viernes pasado entró en vigor y el equipo de expertos internacionales comenzó a trabajar en Siria, su tarea no será fácil, especialmente en medio de los continuos combates que siguen sacudiendo al país. El ejército sirio se enfrentó el lunes durante horas a milicianos vinculados con Al Qaida en el distrito de Barzeh, en los suburbios del norte de Damasco.

Los combates en esta zona se intensificaron esta semana y ya dejaron 19 muertos y decenas de heridos, según informó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una organización siria con sede en Londres, que apoya la insurgencia armada contra el gobierno de Al Assad. En tanto, en el norte del país, cerca de la frontera con Turquía, las milicias insurgentes volvieron a enfrentarse ayer entre sí por el control de uno de sus bastiones, la provincia de Alepo.

Insurgentes del Ejército Libre Sirio (ELS), la principal milicia del frente opositor, dijeron que se enfrentaron con una de las milicias jihadistas que también quiere derrocar a Al Assad. Según denunciaron los combatientes del ELS, los milicianos del Estado Islámico de Irak y el Levante, un grupo que reivindicó sus vínculos con Al Qaida, los tienen acorralados cerca del paso de Bab al Salama, en la frontera con Turquía.

Por otra parte, el Consejo de Seguridad de la ONU exigió al gobierno sirio que levante todas las trabas burocráticas y a los otros actores de la guerra civil que permitan el acceso de ayuda humanitaria. Los epicentros de los combates cambian y se trasladan dentro del país y hasta en las zonas fronterizas de algunos países vecinos cada semana forzando a millones de sirios a abandonar sus casas. “Estamos gravemente alarmados por el rápido deterioro de la crisis humanitaria y observamos con preocupación que varios millones de sirios, en particular desplazados internos, necesitan asistencia humanitaria inmediata, ya que sus vidas corren peligro”, alertó el Consejo a través de una resolución no vinculante.