EL MUNDO › ENCUENTRAN MáS CUERPOS Y YA SUMAN 274 LOS MUERTOS EN EL NAUFRAGIO DE LAMPEDUSA
La nave que naufragó en aguas italianas con centenares de inmigrantes africanos sería de una banda de traficantes libios. El capitán era tunecino y ya había sido arrestado por ese delito.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Mientras otros 24 cuerpos fueron encontrados bajo las aguas en torno de la isla mediterránea de Lampedusa ayer por la tarde –el total de víctimas de la nave hundida hace una semana llega ahora a 274– y las autoridades arrestaban al presunto capitán de la barcaza, los ministros del Interior de la Unión Europea (UE) discutían en Luxemburgo un nuevo plan para afrontar la emergencia de los miles de refugiados e inmigrantes que llegan en busca de paz y trabajo a Europa y a menudo encuentran sólo la muerte.
La comisaria europea para los Asuntos Internos, Cecilia Malmstron, dijo en la reunión de Luxemburgo que era necesaria “una gran operación de seguridad y de salvataje en el Mediterráneo, desde Chipre hasta España”. Malmstron dijo que una de las primeras cosas que pidió a los Estados miembro es una contribución para reforzar el presupuesto de Frontex –la entidad europea que se ocupa de controlar las fronteras–, reducido de 118 millones de euros en 2011 a 85 millones en 2013. Para que esto se concrete se requiere el acuerdo de los ministros y pese a que en otros momentos había un profundo desacuerdo sobre asuntos como éste, ahora Lampedusa parece haber despertado una cierta sensibilidad en algunas autoridades de la UE. La Comisión Europea ha anunciado, por su parte, que organizará una amplia operación para prevenir tragedias como la de Lampedusa. Malmstron acompañará al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, en su visita a Lampedusa, hoy miércoles, donde se encontrarán también con el ministro del Interior italiano, Angelino Alfano. “Las leyes sobre la inmigración, como la italiana, son cuestiones de competencia nacional sobre las que la Comisión nada puede hacer –dijo Barroso–. Pero sobre los desembarcos sí. Europa debe actuar asegurándose que los países bajo presión reciban la solidaridad de toda la UE.” Estas eran las palabras tranquilizadoras que esperaba escuchar Alfano, cuando dentro de Italia su partido, el Pueblo de la Libertad, está siendo vapuleado por todas las historias de su líder, Silvio Berlusconi, y también porque Lampedusa ha desatado todos los odios contra una ley injusta y conservadora, la ley Bossi-Fini contra la inmigración clandestina, elaborada por dos aliados de Berlusconi y aprobada en uno de sus gobiernos.
También Amnesty International se hacía eco de los reclamos, pidiendo a la Unión Europea (UE) y a los gobiernos de los Estados miembro “actuar de modo determinado” para prevenir ulteriores pérdidas de seres humanos en el Mediterráneo y proteger los derechos humanos de los migrantes y refugiados”. Hay que recordar que, en la última primavera europea, llegaron a 100.000 las demandas de asilo político a la UE, buena parte de ellas de rusos, sirios y kosovares, según Eurostat, la sección estadística de la UE. En el segundo trimestre de 2013, los demandantes de asilo aumentaron un 50 por ciento en comparación con el año pasado. Italia, Malta, Grecia, Chipre, Bulgaria y España son las puertas de acceso a la UE por parte de los migrantes venidos de Africa y de Asia. En 2012 hubo 330.000 demandas de ingreso, 77.500 de ellas para ir a Alemania, seguidos de Francia (60.600), Suecia (44.000), Reino Unido (28.000) y Bélgica (28.000). Italia solo recibió 15.000 solicitudes, según Eurostat.
Kaled Bensalam, un tunecino de 35 años que aparentemente trabajaba para una organización de traficantes libios, fue arrestado entre los inmigrantes alojados en los centros de recepción de Lampedusa. Varios de ellos, interrogados por la policía, lo reconocieron como el “comandante” del barco que los trasladó desde las costas libias. El presunto comandante, que en un primer momento dijo que él era uno de los inmigrantes y que había pagado mil euros por el viaje, al parecer después reconoció en parte su rol. Según los testigos que lo acusan y que lo llamaban el “white man” –el hombre blanco, dado que todos los que viajaban eran negros de Eritrea y Somalia–, habría organizado él mismo el traslado de las personas desde el desierto libio y hasta Misurata, en la costa mediterránea. Al parecer, también habría sido quien incendió una manta para llamar la atención de un barco pesquero que pasaba cerca, pero no pudo controlarlo y la barcaza terminó prendiéndose fuego integralmente y se hundió. Pero Bensalam ya era conocido en Italia. En abril pasado, según la policía, había sido detenido por las autoridades italianas después de haber desembarcado 250 personas en las costas de la península. Pero no cumplió condena, sino que fue deportado a su país. Ahora está acusado por la Justicia italiana de “homicidio, de favorecer la inmigración clandestina y de naufragio”.
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