Mié 09.10.2013

EL MUNDO  › CON LA MúSICA DE LOS TIGRES DEL NORTE Y LILA DOWNS POR LA REFORMA MIGRATORIA

Marcha por los inmigrantes

Una decena de congresistas demócratas fue arrestada por desobediencia civil frente al Capitolio, en Washington. La asistencia al acto fue menor de lo que se esperaba pese a que se solucionaría la situación de once millones de indocumentados.

Washington fue escenario ayer de una marcha donde se exigió a los republicanos en el Congreso la aprobación de una reforma migratoria que incluya ciudadanía para los 11 millones de indocumentadas que viven en el país. Al menos una decena de congresistas demócratas se hizo arrestar frente el Capitolio. Entre los legisladores detenidos, acusados de desobediencia civil, estuvo John Lewis, el activista afroamericano quien marchó tiempo atrás, por esa misma ciudad, junto a Martin Luther King en defensa de los derechos civiles. En las redadas también fueron arrestados Luis Gutiérrez, uno de los demócratas más activos en la lucha por la reforma migratoria, y Raúl Grijalva, congresista por el reaccionario estado de Arizona, Charles Rangel y Gustavo Torres, entre otros.

Uno a uno, los congresistas, flanqueados por dos centenares de activistas que también se dejaron detener, fueron esposados por los policías desplegados en la zona de la protesta. En medio de aplausos, vítores y gritos de “sí se puede” lanzados por los miles de manifestantes que los acompañaron, fueron conducidos a los furgones y micros de detención, en un acto totalmente pacífico y acordado de antemano con las autoridades. Los arrestos coronaron una movilización de varias horas destinada a recordar al Congreso la necesidad de una reforma migratoria que –por ahora– quedó relegada en medio de la pelea entre demócratas y republicanos por el cierre del gobierno y por el peligro de un default si en menos de 10 días no se eleva el techo de la deuda.

El Senado, controlado por los demócratas, aprobó en junio un proyecto de ley bipartidista que contempla un proceso de 13 años para que la mayoría de los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos regularicen su situación. La Cámara de Representantes aún no votó el proyecto. Con el Capitolio de fondo, el acto comenzó al mediodía con una congregación de activistas en el National Mall –el parque bordeado por los principales museos de Washington–, con banderas y carteles coloridos que pedían por una reforma inmediata o que directamente apuntaban a la inacción de la oposición en la Cámara baja.

“Republicanos, no frenen la reforma migratoria”, señalaba un cartel sostenido por una de las tantas jóvenes que cantaban y bailaban al ritmo de la banda musical mexicana Los Tigres del Norte, que en sus canciones suelen evocar el padecimiento de los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. En un escenario erigido en el Mall cerca del Capitolio del que depende la reforma, los mexicanos entonaron algunos de sus clásicos himnos sobre migración, como “Tres veces mojado” o “La jaula de oro”, en medio de discursos de legisladores y activistas pro inmigración.

Mientras la música de la conocida cantante Lila Downs sonaba desde el gran escenario custodiado por las insignias de la marcha, bautizada Camino Americano, Luis Gutiérrez caminaba entre la gente que se acercaba para tomarse una foto. Con todo, ni siquiera la publicitada presencia de Los Tigres del Norte, ni de la cantante mexicana logró atraer a las decenas de miles de manifestantes prometidos por los organizadores del evento, grupos proinmigración que se tuvieron que conformar con la presencia de apenas un millar de personas.

“La verdad, pensaba ver más movilización, pero es muy poca la gente que ha venido”, dijo Juan Carlos Herrera, un inmigrante salvadoreño que viajó desde Baltimore, Maryland, para presenciar el concierto y la movilización posterior al Capitolio. “Quizás están perdiendo las esperanzas porque no se ve nada claro el futuro de la reforma migratoria”, aventuró sobre la escasa presencia. Luis Gutiérrez dejó su oficina del Congreso para dirigirse a la multitud presente, así como también lo hicieron el senador demócrata Menéndez y el intendente de Washington, Vincent Gray. Uno de los momentos más conmovedores fue cuando Alicia Silvia, una hispana afectada por el actual sistema migratorio, relató, en medio del llanto, su historia personal que la lleva a buscar a un familiar desaparecido hace cinco meses. Pese a haber sido beneficiado por el programa DACA (Acción Diferida para Inmigrantes que llegaron en la Infancia, en español), surgido bajo el gobierno de Barack Obama, su sobrino fue deportado del país, y por la desesperación de haber sido separado de su mujer e hijo de 8 años, hace cinco meses volvió a intentar cruzar la frontera con México y desde entonces permanece desaparecido.

“Les pido a los políticos necios que se sensibilicen. No somos criminales, somos seres humanos, tenemos sentimientos. Pongan un alto a las deportaciones”, gritó Silvia en medio de la congoja y del apoyo que los manifestantes le brindaban. María de los Angeles Cintronvives, por su parte, viajó junto a otras cien personas más, reunidas por una sucursal del sindicato gastronómico de Nueva York, para solidarizarse con sus amistades indocumentadas que tienen que vivir separadas de sus familias.

“Eso no es justo, conozco a muchos inmigrantes que trabajan más duro que la gente que ha nacido acá”, afirmó la mujer de 53 años, que por ser portorriqueña es también ciudadana estadounidense. “No creo que sea humano separar a los niños de sus padres. Ellos nacieron aquí, así que ¿qué vamos a hacer? ¿Mandar a sus padres de regreso y criar a esos niños aquí sin padres?”, se preguntó, exigiendo que los hispanos que llegaron al país tengan la misma posibilidad que tuvieron “los que vinieron de Italia hace años”.

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