EL MUNDO › ZEEV STERNHELL, HISTORIADOR Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD HEBREA DE JERUSALEN
Desde el regreso del Likud y sus aliados al gobierno en 2009, el laborismo ha venido perdiendo influencia en el escenario político. Mientras tanto, las derechas gobernantes no muestran voluntad para pactar con los palestinos.
La líder del Partido Laborista israelí, Shelly Yachimovich, aseguró ayer que reconsideraría entrar al gobierno de coalición liderado por el primer ministro Benjamin Netanyahu si se produce la salida de Hogar Judío, partido religioso y ultranacionalista. Desde el regreso del Likud y sus aliados al gobierno en 2009, el laborismo ha venido perdiendo influencia en el escenario político. En las últimas elecciones de enero pasado, los laboristas obtuvieron el tercer lugar, con un 11,4 por ciento de los votos, seguidos de cerca por Hogar Judío. “El laborismo ha abandonado las funciones básicas de un partido de izquierda, ha perdido su especificidad y no es, a los ojos de la mayoría de los israelíes, una alternativa creíble a la derecha”, explicó a Página/12 Zeev Sternhell, historiador y profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Sternhell, 78, contestó preguntas por mail desde Israel.
“Nosotros optamos por no sentarnos en la coalición con usted. Pero le ofrecimos una ‘red de seguridad’ para el progreso real hacia la paz”, le recriminó el mes pasado Yachimovich a Netanyahu. Unos días más tarde, la ministra de Justicia y jefa de la delegación israelí en las negociaciones con la Autoridad Nacional Palestina, Tzipi Livni, invitó al laborismo a unirse al gobierno de Netanyahu en nombre de la paz. La negativa de Yachimovich marca la ausencia de los laboristas en las conversaciones con los palestinos, quienes en 1993 lograron la firma de los Acuerdos de Oslo de la mano del entonces premier laborista Isaac Rabin.
“El conjunto de la izquierda quiere hacer la paz sobre la base de dos estados, está listo para retirar los asentamientos, no todos ellos –y los palestinos entienden que no todos los asentamientos existentes se pueden quitar–, mientras que la derecha se niega a hacer la paz sobre la base de dos estados y se niega a desplazar a los judíos desde cualquier lugar en que están en este mismo momento”, sostuvo Sternhell, quien en su libro Los orígenes de Israel (Capital Intelectual) describe el peso del laborismo en la creación y el desarrollo del Estado judío. El arribo de la ultraderecha al gobierno ha excluido al Partido Laborista del sistema político y dificulta los acuerdos para la fundación de un Estado palestino independiente.
La vida en Israel está dominada por la cuestión de la guerra y la paz y en el centro de ésta se encuentra el tema primordial del Estado palestino, reconoció Sternhell. “Si se hubiera establecido el camino para el fin del conflicto, la división de la tierra y la evacuación de los asentamientos, Oslo habría sido un gran logro. Por desgracia, se detuvo en medio del camino y hoy el laborismo ha perdido su credibilidad y no puede convencer a un segmento importante de la población que tiene la capacidad de implementar una solución de dos estados”, consideró. Desde el asesinato de Rabin el laborismo ha sido incapaz de avanzar hacia una solución global de la cuestión palestina, agregó.
Dentro de la coalición liderada por Netanyahu se destacan nombres como los de Uri Ariel, ministro de Construcción, y Moshe Yaalon, ministro de Defensa, ambos partidarios de expandir los asentamientos judíos en Cisjordania. Su influencia en el gobierno alienta los planes expansionistas de los colonos. El jueves, el primer ministro autorizó la construcción de 1500 viviendas en Jerusalén oriental, zona reclamada por los palestinos.
Con los laboristas relegados a la oposición en la Knesset (Parlamento), la división en torno de las condiciones para negociar con la Autoridad Nacional Palestina se produce dentro del oficialismo. La semana pasada, el ministro de Finanzas, Yair Lapid, y el parlamentario Gideon Saar instaron al ministro de Asuntos Religiosos y líder de Hogar Judío, Naftali Bennett, a renunciar por haber planteado su desacuerdo con la liberación de 26 presos palestinos, precondición para las negociaciones de paz.
Para Sternhell, los miembros de la ultraderecha que componen el gobierno están dispuestos a sacrificar el futuro de Israel en el altar de los intereses de los colonos. “La mayoría del Likud y todos los elementos que están a la derecha del Likud son los que se niegan a llegar a un acuerdo y están haciendo todo lo posible para evitarlo. Su objetivo es claro: mantener toda Cisjordania y reducir a los palestinos a la condición de un pueblo dominado de forma permanente”, aseguró, y agregó que lo que realmente se está preparando es un Estado de apartheid. “Así, una minoría de colonos tomó el control del destino de nuestra sociedad y la tomó de rehén, debido a la impotencia ideológica de la izquierda y la falta de carácter, determinación y liderazgo”, admitió Sternhell.
Luego de las elecciones de enero, Hamas, que controla la Franja de Gaza pero no es tenida en cuenta como interlocutor para las negociaciones de paz, expresó que los israelíes favorecieron a los partidos más fanáticos, que están de acuerdo con la colonización y con el desplazamiento de los palestinos. “Estamos viendo poco a poco el comienzo de una situación en la que la sociedad israelí tendrá que decidir lo que prefiere: un futuro de paz, una seguridad relativa y prosperidad económica a cambio de territorios, o aferrarse a los territorios, poniendo en peligro el futuro del Estado judío”, señaló Sternhell. “Los asentamientos están enterrando el Estado judío democrático. Si nuestra sociedad no encuentra la fuerza emocional e intelectual para quitar la soga de los asentamientos, no quedará más que un triste recuerdo del Estado judío que aún existe.”
Informe: Patricio Porta.
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