EL MUNDO › EL DISCURSO DEL PAPA ANTE EL CUERPO DIPLOMáTICO
› Por Elena Llorente
A los niños, a los jóvenes que buscan trabajo y a los ancianos que son dejados de lado, a los migrantes pero también a la paz en Medio Oriente, en Africa y otras regiones del mundo, dedicó ayer el papa Francisco buena parte de su discurso frente al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, al que recibió en el Vaticano para los augurios del nuevo año. Por el contrario de lo que muchos esperaban, poco o nada dijo el Papa sobre América latina. Es cierto, por lo demás, que los países mencionados en el discurso viven situaciones de aguda crisis política, social y humanitaria, mientras en América latina tal vez no hay situaciones de esa gravedad.
De Latinoamérica recordó solamente a los numerosos migrantes que tratan de llegar a Estados Unidos en busca de una vida mejor, como los de Africa y Medio Oriente intentan buscar refugio en Europa para escapar de sus dramáticas situaciones locales, emprendiendo “viajes aventurosos que no raramente terminan en tragedia”. El tema de los inmigrantes y refugiados es un asunto repetido en los mensajes del papa Francisco que decidió dedicar su primer viaje por Italia, en julio pasado, a la isla italiana de Lampedusa, famosa en medio mundo por ser el lugar al que llegan miles de migrantes anualmente desde Africa y muchos de ellos mueren en la travesía. “No podemos ser insensibles al drama de las multitudes obligadas a escapar de las hambrunas, las violencias y los abusos”, enfatizó Francisco. “No pueden dejarme indiferente las caras de los que sufren hambre, sobre todo los niños, especialmente si pensamos en la cantidad de alimentos que viene desperdiciada cada día en muchas partes del mundo, inmersas en lo que he definido como la ‘cultura del descarte’ –continuó el Papa–. Lamentablemente, objeto del descarte no son sólo los alimentos o los bienes superfluos, sino a menudo los mismos seres humanos que vienen descartados como si fueran ‘cosas no necesarias’. Por ejemplo, me produce horror el solo pensar que haya niños que no podrán ver jamás la luz, víctimas del aborto, o los que vienen utilizados como soldados, violados o muertos en los conflictos armados, o hechos objeto de esa tremenda forma de esclavitud moderna que es la trata de seres humanos, que es un delito contra la humanidad”.
También dedicó algunas frases a las familias, “a veces divididas y lastimadas”, por las difíciles condiciones de vida y a las que a veces les faltan los medios de subsistencia. “Son necesarias políticas apropiadas que apoyen, favorezcan y consoliden la familia”, enfatizó Francisco frente al cuerpo diplomático. Y refiriéndose a algunos miembros de esas familias agregó que “los ancianos son considerados un peso mientras los jóvenes no ven perspectivas ciertas para su vida. Ancianos y jóvenes, al contrario, son la esperanza de la humanidad. Los primeros aportan la sabiduría y la experiencia; los segundos abren el futuro”, frase que fue interpretada como dirigida particularmente a Europa, varios de cuyos países como Italia, Grecia y España padecen una aguda desocupación, sobre todo juvenil.
A los embajadores de los 180 países con los cuales el Vaticano mantiene relaciones, incluidas la Unión Europea y Palestina, el papa Francisco reiteró su pedido por la paz en Medio Oriente, en la República Centroafricana, Nigeria, Sud Sudán, Mali, la península coreana y en particular Siria, a cuyo proceso de paz dedicó en septiembre una jornada de ayuno y plegaria. “No dejo de esperar que termine finalmente el conflicto en Siria”, dijo. Y agregó: “Es necesaria una renovada voluntad política para poner fin al conflicto. Y en este sentido auspició que la Conferencia Ginebra 2, convocada para el 22 de enero, sea el comienzo del deseado camino de la pacificación” (ver aparte). Pero el Papa también manifestó su preocupación por las dificultades políticas en el Líbano y la falta de estabilidad en Egipto e Irak, aunque destacó los progresos realizados con Irán en las negociaciones sobre la cuestión nuclear. “Donde sea, el camino para resolver las problemáticas abiertas debe ser la vía diplomática del diálogo”, subrayó Francisco. Elogió en este sentido la reactivación de las negociaciones entre israelíes y palestinos donde, dijo, es necesario “el apoyo de la comunidad internacional y decisiones de coraje, para encontrar una solución justa y duradera a un conflicto cuyo fin se hace cada vez más necesario y urgente”.
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